La hermana Mª Juliana Calvo, que pertenece a la congregación de las Siervas de María, lleva 30 años en el monasterio Mater Dei de Nampula (Mozambique). Ella y toda su comunidad del monasterio han pasado, desde hace unos meses, del anonimato del trabajo callado y silencioso al lado de los necesitados, a una triste popularidad, a causa de su valiente denuncia pública de la desaparición de numerosos niños de la calle de Nampula y por la existencia de una red internacional de tráfico de personas.
TRÁFICO de PERSONAS en MOZAMBIQUE
Por Montaña
Revista Autogestión nº 61
enero de 2006
La hermana Mª Juliana Calvo, que pertenece a la congregación de las Siervas de María, lleva 30 años en el monasterio Mater Dei de Nampula (Mozambique). Ella y toda su comunidad del monasterio han pasado, desde hace unos meses, del anonimato del trabajo callado y silencioso al lado de los necesitados, a una triste popularidad, a causa de su valiente denuncia pública de la desaparición de numerosos niños de la calle de Nampula y por la existencia de una red internacional de tráfico de personas. Nos reiteramos en el calificativo de denuncia valiente, ya que con la misma han puesto en riesgo su propia vida.
Mundo Negro ha concedido el «Premio a la Fraternidad» a la Hermana Mª Juliana y a toda su comunidad; el premio es un reconocimiento a la labor que estas religiosas de clausura están realizando en su misión africana desde hace 30 años, cuando fueron llamadas para rezar por la paz en ese rincón del África Negra.
Ellas respondieron y así lo hicieron y además rápidamente se implicaron con la realidad que les envolvía: un país en guerra, un país con escasas estructuras y sin apenas servicios para una población generalizadamente pobre y donde alguno de ellos, los más pobres: huérfanos, enfermos, viudos, encontraron un hogar al amparo de las monjas.
Pregunta.- Hermana Mª Juliana, ¿qué ha supuesto este premio para ustedes?
Respuesta.- Lo acepto en cuanto que es un medio más para tomar conciencia y contribuir a solucionar todo lo que está ocurriendo pero no creo ser merecedora de premios.
P.- ¿Cómo es actualmente la situación que están viviendo en el monasterio después de su valiente denuncia del tráfico de personas en Mozambique?
R.- Verás, para situarnos comento que nosotras llevamos aquí 30 años, somos amigas de toda la gente. Hemos procurado hacer el bien y manifestado el amor del Señor a todos: grandes y pequeños, tanto en la paz que goza ahora el país, como antes en la guerra, ya sean soldados, policías, civiles, enfermos, niños, viudas, huérfanos, en fin, con toda la gente ha existido una auténtica amistad, ya que no hemos hecho nada a nadie e incluso en plena etapa comunista del país, la relación con la gente fue extraordinaria; es más, fue en esa época, cuando nacionalizaban todo, cuando a nosotras el propio gobierno comunista nos ofreció el lugar donde vivimos y donde está nuestro monasterio. Siempre nos protegieron y siempre ha existido hacia nosotras una cierta simpatía. Y pasar de esta buena relación con todos a una «enemistad» por denunciar el tráfico de órganos en la zona, es algo que se siente, pero lo asumimos. Era necesario denunciar y que la verdad se supiera. Hemos comprobado que muchas personas que antes eran amigas ahora ya no lo son. Te ven de lejos y te dan la espalda porque has dicho algo que a algunos no les ha gustado y por supuesto no hablo de la gente corriente del pueblo.
Por ejemplo algunas personas que nos compraban los «quesitos» que hacemos y que ayudan un poco a nuestra economía, han dicho: «ni yo voy a volver a comprar, y además, a nuestras amistades voy a decirles que no compren porque ellas (las monjas) ya no son amigas de nuestro amigo (referido al «presunto traficante»)».
Ciertamente, todo esto ha provocado rupturas con personas, algunas nos han resultado dolorosas, pero si no tenemos su amistad por contribuir al esclarecimiento de la verdad, pues que vayan en la paz de Dios, que nosotras también quedamos con nuestra paz: como dice el Evangelio que cada uno se quede con su paz; ellos con sus amigos y nosotros con nuestra coherencia sabiendo que denunciar, aunque está siendo difícil, es lo que tenemos que hacer.
P.- Hay gente que pensará que ustedes, por su condición de religiosas de clausura deberían rezar y ponerlo en manos de Dios, que al fin y al cabo es eso su trabajo, en vez de liar todo esto…
R.- Bueno, la oración es la base de todo, es en ella donde encontramos la fuerza, pero además la oración es consecuente. Si conectamos un enchufe a la red eléctrica es para que dé energía, o si enciendes una luz es para que ilumine. Con la oración pasa algo parecido, si se está ligada al Señor se tiene que actuar en consecuencia con todo lo que vives en el día a día en relación a uno mismo, en relación a la comunidad donde estás y en relación a la gente que encuentras en tu camino. Igual que la luz es consecuencia de la oración. Nosotras teníamos que dar la cara por todos los que han venido solicitando nuestra ayuda. Nosotras tenemos que dar la cara en nombre de nuestros pobres, nuestros oprimidos, nuestros desaparecidos.
P.- Luego usted, como superiora, ¿es consciente de que con esta acción de denuncia no sólo ha puesto en «peligro» su vida, sino también la de toda la comunidad religiosa del monasterio?
R.- Sí, claro que soy consciente y siento un gran orgullo por toda mi comunidad que animo a que lo hiciésemos. Por otra parte es algo hermoso ya que todas estamos de acuerdo en haber hecho pública la denuncia, ninguna de nosotras está al margen de dicha decisión. Todas y cada una de ellas está dispuesta a dar la cara en cualquier momento, incluso cuando nos comentaron que iban a retirar a los policías que custodian nuestra casa para ponerlos al servicio de los vecinos; ellos son tres y nosotros 120 personas, la mayoría niños; gracias a que el secretario de la embajada española intercedió y los policías continúan en nuestra casa. Pues bien, en aquellos momentos de incertidumbre las hermanas dijeron: «nosotras no tenemos miedo, nuestro miedo son los niños y si nos quitan a los policías, haremos una sentada en la puerta del gobernador (ríe) y de allí no nos moveremos hasta que a nuestros niños, que tienen todo el derecho a ser protegidos, les den protección. Esto es una satisfacción, yo represento a la comunidad, es mi nombre y mi cara lo que se está viendo, pero mi comunidad está en la misma línea.
Pero miedo por nosotras no tenemos ¿miedo a morir? No. Nuestra vida ya la hemos dado al Señor y a los demás. La vida, nuestra vida, ya está ofrecida.
P.- Ha comentado que en el Monasterio Mater Dei de Nampula viven 120 personas. ¿Quiénes son?
R.- Somos 28 hermanas, de las cuales 18 somos profesas perpetuas y 10 de votos temporales. Además de 4 novicias y 18 postulantes. Luego está la comunidad de los niños que son 41 y la asistencia diaria de cuantos llegan a nuestra puerta. Además ahora también tenemos 11 niños de la calle de entre 10 y 12 años; niños que tienen miedo a estar en la ciudad por todo lo sucedido y se han instalado entre nosotras. También tenemos la comunidad de viudas con sus hijos, algo que cada vez es más frecuente, cada vez hay más viudas por el incremento del SIDA. Este grupo de mujeres se ha organizado en pequeños equipos de trabajo donde ellas y sus hijos pueden salir adelante.
P.- ¿Qué opinan en Europa los miembros de su congregación?
R.-Pues no lo sé, la verdad, no les he preguntado, quizás piensen que estamos un poco locas (ríe de nuevo). Pero claro, también entiendo que no han hecho un camino como el nuestro; a quien no ha vivido situaciones extremas de vida, le es difícil comprender que unas «monjitas» como nosotras denuncien algo tan delicado como el tráfico humano, como nosotras hemos hecho.
P.- Hermana Mª Juliana, me resulta difícil hacerle esta pregunta, pero cuando desde los Comités de África comenzamos la campaña de firmas en contra del tráfico de órganos en Mozambique, apoyando sus denuncias, y la campaña por internet solicitando al Presidente Chissano su intervención para acabar con estos acontecimientos, se emitió un programa en la cadena privada Tele 5 donde dos «supuestos periodistas» que ocultaron su nombre y cara ante las cámaras, que todo hay que decirlo, trataban de confundir a la sociedad española defendiendo que el tráfico de órganos en Mozambique era invento de las monjas. ¿Qué tiene que decir al respecto?
R.- Conozco a los dos: Dr. Yago y Margarita Navarro, al menos así se nos presentaron y los recibimos como si fuesen nuestros propios hermanos, algo que volvería a hacer mañana, pero creo que o ellos no fueron inteligentes, o, lo que es peor, que sus intenciones no eran buenas. Primero porque no es difícil entender que la autoridad estaba protegiendo la no difusión de los casos, ya que ellos tenían que defender su posición.
Añadir que el problema de las monjas con los «presuntos traficantes» era por la posesión de tierras es una acusación gratuita y malintencionada, ¿de dónde sacan esa afirmación? Yo les pediría que presenten pruebas escritas o de palabra donde en algún momento nosotras hayamos hecho cualquier referencia a la tierra, ¡jamás! En cambio nosotras podemos mostrar sepulturas. Él cavó 20 centímetros y dijo: ¡no hay nada! haciendo burla de un tema tan delicado y donde ya ha quedado patente la realidad de los hechos. Los propios forenses del gobierno destaparon las tumbas ante mucha gente y después volvieron a depositar los cuerpos. Yo no me explico cuál era su intención ridiculizando una cosa tan seria. Los vecinos «presuntos traficantes» les dijeron lo de la tierra y ahí acabó su absurda investigación. Y el gobernador dijo que Hilda tenía un novio y esto fue motivo suficiente para ridiculizarnos públicamente aún más. Cuando realmente aquél hombre no era su novio, pero aunque así hubiera sido no veo el problema. Hilda es una misionera seglar, pero tenga un novio o 20, ¿dónde se establece la relación que el tener novio implique mentir con respecto al tráfico de órganos?, ¿qué tiene que ver?
O el hecho de dirigirse a la morgue oficial buscando información de cuerpos sin órganos, ¿acaso los que trafican con cuerpos y órganos humanos llevarían los restos al depósito de la ciudad? En fin, todo cae por su propio peso, como el hecho de no dar la cara ante las cámaras usando nombres falsos. ¿Es que ellos en España corren peligro? ¿Quién iría a matarlos? ¿Las monjas?
Defienden en dicho reportaje la postura del matrimonio blanco, los «presuntos traficantes» que en estos momentos tienen abierto un proceso criminal porque existen pruebas de tráfico de niños con ellos. Pruebas que están selladas y guardadas por la autoridad competente. Pruebas contundentes de la existencia del tráfico con niños, de compra de niños.
Pero ¿sabes? la verdad no necesita defenderse, tarde o temprano sale como el aceite encima del agua. Siento pena de ellos. La prensa es una responsabilidad muy grande, crea opinión y por eso hoy hay que decir la verdad, ser serios y objetivos, como lo fue, por ejemplo Informe Semanal, que manifestó todas las opiniones y no se pronunció. El pueblo tiene derecho a la verdad, a no ser manipulado.
P.- ¿Cuál es ahora la situación de Mozambique con respecto a esa primera denuncia de alerta cuando ustedes aseguraban que algo extraño estaba pasando con los niños?
R.- En estos momentos hay una apertura porque el Fiscal General ha hecho un informe público admitiendo que el tráfico de órganos humanos se está dando y no sólo en Nampula, como se creía al principio, sino en todo Mozambique. Él mismo me ha dicho que en un reciente encuentro celebrado en Seúl de más de 80 Procuradores Generales, la mayoría se quejaba del mismo problema. Y es que es un problema internacional, es una red internacional y es algo que desgraciadamente está más extendido de lo que se pensaba. Y que a raíz de nuestra denuncia nos ha llegado información de muchos otros lugares.
P.- Ha sido invitada a hablar en el parlamento italiano ¿Qué ha manifestado?
R.- En Italia se han recogido miles de firmas que han llegado hasta el parlamento del país. Ellos han querido escuchar las denuncia de viva voz y tenemos la promesa de su intervención para paliar esta lacra que, sobre todo, se entre los más pobres y desfavorecidos de los que, sin duda, una gran mayoría está en África.
P.- Las misioneras en este momento tienen apoyo de las autoridades, de la policía de Nampula, del propio Presidente Chissano. ¿Éste se ha pronunciado, se ha dirigido a ustedes?
R.- No, a nosotras no se ha dirigido. La policía vino una vez, pero era para intentar convencernos de que no existía ningún caso comprobado , pero eso fue muy al principio. Pero en este momento sólo nos miramos, nos miramos los unos a los otros. Pero no han venido al encuentro. Quien se ha acercado con pruebas de que eso existe, es la Presidenta de Derechos Humanos de Mozambique y el Fiscal General del país, y con ellos sí tenemos un contacto directo.
P.- ¿Cómo es el apoyo de la Iglesia en Mozambique y del resto de los misioneros?
R.-Ha habido bastante apoyo a nivel de la Conferencia Episcopal, de la Conferencia de Religiosos y de otras muchas organizaciones que han hecho un manifiesto en contra del tráfico. Todo esto como declaraciones oficiales; en la práctica, y en general, creo que hay un poquito de miedo.
P.- El tráfico de órganos, ¿cuál es su opinión? ¿por qué el tráfico de niños?
R.- El tráfico humano proporciona un dinero abundante. Se ha ganado dinero con armas, con droga y ahora también con el tráfico humano y parece ser mucho más rentable. Esto entra dentro del corazón corrupto de la humanidad donde Dios no pinta nada, y lo que prima es la ambición.
P.-¿Por qué las autoridades prefieren ignorar? ¿Pueden pensar que asuntos como estos pueden debilitar las relaciones internacionales?
R.- Ellos cuando se pronuncian, se pronuncian mucho en este aspecto. Que hay que proteger mucho a los inversores; Mozambique es un país que va en progreso, donde la paz se ha asentado y la gente comienza a «vivir» y temas de esta índole pueden frenar, según ellos, la intención de invertir allí. No sé si ésta es la causa o hay otras detrás.
P.- Usted como española ¿qué le pediría al gobierno de España, a la Iglesia española y a nuestra sociedad sobre lo que está ocurriendo en Mozambique?
R.- Como española intento dar también en mi país información de lo que está ocurriendo y que nuestro gobierno también se haga eco para acabar con esta situación y que se implique. Entre gobiernos pueden ser más efectivos a la hora de hacer presión para acabar con estos acontecimientos. Tengo la intuición de que estas cosas no se cortan con buenas palabras y con mucha prensa aunque esto ayuda, son medios buenos si se saben usar.
Como religiosa estoy convencida de que esto se corta con una conversión empezando por la Iglesia. La Iglesia está en todo el mundo; imaginemos que todos nos ponemos de acuerdo y detectamos los lugares del mundo donde esto ocurre. Creo que en vez de llamar a título personal diciendo aquí también pasa, aquí también pasa, ¿por qué no tomamos en la Iglesia la antorcha y vemos qué es lo que pasa realmente en este submundo del tráfico humano?
Pienso que la Iglesia debe tomar una actitud de oración primero, luego de conversión y de acción después. Denunciar a todos los niveles eclesiales y políticos que esto está ocurriendo y globalmente, ahora que está en boga la globalización , decir a los gobiernos ¡Está aquí!, denunciarlo en todos los puntos del globo donde el ser humano se ha convertido en una mercancía.
Porque si no se despiertan las conciencias estamos en camino de una autodestrucción de la humanidad.