Tras recorrer 200 kilometros la marcha de los SIN TIERRA llega a Brasilia

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Tras recorrer 200 kilómetros, la marcha encabezada por el brasileño Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) llegó este martes a la capital para cobrar al gobierno lo que éste había prometido: predios para 430.000 familias a fines de 2006. La Marcha Nacional por la Reforma Agraria es convocada por el Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) y el Grito de los Excluidos.

Tras recorrer 200 kilómetros, la marcha encabezada por el brasileño Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) llegó este martes a la capital para cobrar al gobierno lo que éste había prometido: predios para 430.000 familias a fines de 2006.

Pero no fue el único reclamo. El movimiento trascendió su lucha por la reforma agraria para protestar contra el intervencionismo estadounidense y contra la política económica del gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, que «contribuye al enriquecimiento de una minoría privilegiada», dijo una de las coordinadoras nacionales del MST, Marina dos Santos.

Desde inicios del gobierno de Lula, en enero de 2003, las promesas de asignación de tierras para el asentamiento de familias rurales desposeídas no se han cumplido. Ese año debieron ser asentadas 60.000 familias, pero sólo lo fueron 36.800. En 2004, la meta eran 115.000 y apenas se llegó a 80.000, alega el MST.

También en materia de recursos hubo incumplimientos. En 2004 sólo se liberó un tercio de los recursos prometidos, y algo similar ocurre este año.

En abril, el ministro de Desarrollo Agrario, Miguel Rossetto, protestó públicamente por los recortes.

El MST junto a otros movimientos campesinos y sociales elaboraron un manifiesto con 16 propuestas para entregar a Lula. Una delegación de 50 personas se reunió esta tarde con el mandatario.

Entre las reivindicaciones figuran la meta de llegar al final del mandato de Lula con 430.000 familias asentadas, la reducción de la tasa básica de interés, la asignación de una parte del superávit fiscal primario a inversiones en vivienda, salud y educación popular, el rechazo al Acuerdo de Libre Comercio de las Américas y la democratización de los medios de comunicación.

Antes de su encuentro con Lula, los sin tierra dialogaron con los titulares del Senado y de la Cámara de Diputados, Renan Calheiros y Severino Cavalcanti, respectivamente.

Calheiros defendió la idea del diálogo, mientras Cavalcanti se mostró indignado por la desigual distribución de tierras en Brasil. «No puedo aceptar en país donde pocos tienen kilómetros y kilómetros de tierra y otros no tienen nada», dijo.

Para Marina dos Santos, la Marcha Nacional por la Reforma Agraria ya dio buenos resultados. «Estamos aquí para retomar el debate sobre la reforma agraria, para que el gobierno vuelva a sus políticas agrarias, hoy abandonadas», dijo. El país «tiene condiciones para lograrlo con todos los recursos con que cuenta. Sólo faltan políticas adecuadas», añadió.

Según datos del MST, hay en Brasil 500.000 familias asentadas y 200.000 ubicadas en campamentos precarios, a la espera de predios para cultivar. Pero no basta con dar tierras, dijo Dos Santos.

«El gobierno debe dar infraestructura, para que los asentados puedan tener sustentabilidad», afirmó.

Casi 15.000 personas recorrieron las principales calles de Brasilia. En el curso de la Marcha, los caminantes se mantuvieron organizados en una caravana de cuatro kilómetros de extensión, cantando y danzando al son de músicas tradicionales.

Al llegar frente a la sede de la embajada estadounidense, las músicas dejaron lugar a los gritos y las protestas. «Abajo el terrorismo norteamericano (estadounidense), queremos paz en el mundo y respeto al ser humano», gritaban unos. «Uno, dos, tres, cuatro, cinco, mil, o reforma agraria o paramos el Brasil», coreaban otros.

Algunos arrojaron y quemaron desperdicios frente a la sede diplomática, simbolizando la devolución «de la basura que Estados Unidos produce».

Mientras los manifestantes pasaban frente al Ministerio de Agricultura, desde una ventana se desplegó una bandera del MST, mientras de otra se arrojaban papeles picados, en señal de solidaridad de los funcionarios con los manifestantes.

La lucha por el control de la tierra existe en Brasil desde la colonización portuguesa. Con la creación de las capitanías hereditarias, Joao VI dividió el litoral y lo repartió entre sus favoritos, quienes adquirieron el derecho de ceder los territorios a su descendencia, pero no de venderlos.

A cambio, debían construir aldeas e ingenios y hasta establecer un sistema judicial. Así comenzaron los grandes latifundios. Desde entonces, la concentración de la propiedad se agravó, entre otras razones por el aumento de la población.

«Actualmente, 46 por ciento de las tierras están en manos de uno por ciento de la población», repiten los líderes del MST.

La segunda parada de la protesta fue ante la sede del Ministerio de Hacienda, donde se concentraron las críticas a la política económica conservadora del gobierno. El predio estaba rodeado de policías y militares.

«Queremos tierra y pan, la policía es para el ladrón», se oyó. Una manifestante vestida de blanco, Maria Dominga Silva Santos, llegada para la Marcha desde la noroccidental Bahía, mojó con agua a los agentes que cercaban el edificio. «Quiero lavar las almas que estuvieran sucias», repetía.

El buen humor se acabó frente al edificio del Congreso legislativo. Enfrentamientos entre policías y manifestantes dejaron unas 30 personas heridas, según fuentes policiales.

La de este martes es la última noche que los campesinos pernoctan en Brasilia. Desde este miércoles, regresarán a sus estados de origen con la esperanza de que la Marcha iniciada el 2 de mayo arroje alguna luz sobre su futuro.

La manifestación fue la más numerosa llegada a Brasilia. En 1997, el MST se movilizó hacia la capital con las mismas reivindicaciones. Desde entonces, poco ha cambiado en la situación de los sin tierra.

IPS Noticias