Las fronteras y muros levantados sobre los empobrecidos son muy parecidas en todo el globo terráqueo en cuanto al grado de inhumanidad e injusticia que acogen. Un ejemplo son las islas caribeñas de Turcos y Caicos, que bajo bandera británica reciben balsas, barcazas y «pateras» del país más empobrecido de Iberoamérica, Haití, en su viaje a Florida.
Esta Navidad pasada 18 inmigrantes empobrecidos morían en las aguas caribeñas de las islas Caicos, eran Haitianos, un país empobrecido donde los haya.
El cónsul haitiano en Turcos y Caicos, dijo que los sobrevivientes le dijeron que varios migrantes trataron de saltar del bote de 8.5 metros y escapar a tierra cuando se acercaban a la isla de Providenciales, y que el súbito movimiento hizo que el bote sobrecargado zozobrara.
Los inmigrantes, la mayoría provenientes de Puerto Príncipe y de la ciudad norteña de Cabo Haitiano, pagaron entre 500 y 1000 dólares y trataban de llegar a Miami o a las Bahamas, así como a Turcos y Caicos, que tiene una comunidad de haitianos trabajando en la construcción y en el turismo. Turcos y Caicos son protectorado británico.
Las aguas que rodean a las islas Turcos y Caicos están repletas de islotes, arrecifes de coral y bancos de aguas someras, lo que la convierte en una ruta peligrosa para los botes y una zona de tránsito frecuente para los contrabandistas que buscan escapar de la justicia.
Los accidentes de botes con migrantes se han hecho cada vez más comunes en la región. En noviembre, un barco de inmigrantes sobrecargado naufragó en el sur de las Bahamas y cerca de 30 personas se ahogaron.
En julio del 2009, un velero con unos 200 haitianos encalló en un arrecife de coral frente a Turcos y Caicos causando la muerte de al menos 15 personas. En mayo del 2007 al menos 61 inmigrantes murieron en un naufragio ocurrido muy cerca de la costa de Providenciales.
En Haití los jóvenes como salida trabajar la caña de azúcar en régimen de esclavitud en la vecina República Dominicana o lanzarse a las aguas hacia las costas estadounidenses.
El salario mínimo en las maquilas de Haití no llega a cien euros mensuales.
Autor: Luis A Fernández