«La guerra es una masacre entre gente que no se conoce, para provecho de gente que sí se conoce pero que no se masacra». Si, la guerra es un negocio de unos pocos a costa del sufrimiento de muchos.
Aunque en nuestros medios occidentales básicamente solo informen de las guerras en Gaza y Ucrania, hoy existen en el mundo más de 70 conflictos abiertos. Cada uno es un drama y el principal de ellos es la guerra del hambre que asesina cada día a 100.000 personas, la mitad niños. No podemos perder este marco a la hora de plantear cualquier atentado a la vida.
Como decía el escritor francés Paul Valery, «La guerra es una masacre entre gente que no se conoce, para provecho de gente que sí se conoce pero que no se masacra». Si, la guerra es un negocio de unos pocos a costa del sufrimiento de muchos.
En lo referente a la guerra de Ucrania este drama se concreta en sus víctimas. Recientemente su presidente Zelensky reconoció 31.000 soldados ucranianos muertos desde el inicio de la guerra. Sin embargo, el ‘New York Times’ reveló que ya en agosto de 2023, cerca de 200.000 soldados ucranianos y rusos habían muerto, y otros 300.000 heridos. A ello habría que sumar los más de 30.000 víctimas civiles, entre muertos y heridos, reconocidos por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, en noviembre pasado. Al final quien deja la vida son los mismos, los muertos siempre los pone el pueblo, la historia así nos lo recuerda.
Al poco tiempo de iniciarse la invasión de Ucrania se pudo llegar a acuerdos de paz, pero intereses geoestratégicos y económicos lo impidieron. No convenía a EE.UU. que se fortaleciera el eje euroasiático, pues amenazaba su preeminencia económica en Europa. No olvidemos, por ejemplo, las explosiones submarinas que rompieron los gasoductos de gas natural Nord Stream. Ambos gasoductos se habían construido para transportar gas natural desde Rusia a Alemania a través del Mar Báltico.
Por otro lado está el negocio armamentístico. Tras el estallido de la guerra de Ucrania el precio de las armas subió por encima del 40%. La Unión Europea es el mayor “donante” de Ucrania. Sus compromisos entre el 24 de enero de 2022 y el 15 de enero de 2024 ascienden a más de 144.000 millones de euros, según el Instituto de Kiel, que cuantifica la ayuda militar, financiera y humanitaria prometida y entregada a Ucrania. Por su parte, Estados Unidos es el segundo mayor proveedor, ambos representan el 94% de la “ayuda militar”. Dinero que tendrá que devolver de nuevo los mismos que están sufriendo esta guerra, el pueblo ucraniano. A todas esas muertes añadir los cientos de miles de familias destruidas, los siete millones de ucranianos refugiados en Europa y cinco millones en Rusia, y una economía en ruinas. Tampoco podemos olvidar que ya están firmados los contratos de reconstrucción de Ucrania donde la gran beneficiada es la sociedad de inversiones BlackRock.
Parece que de momento la idea es continuar el negocio con una mayor implicación de la Unión Europea, que ya ha casi duplicado sus gastos en defensa, y donde España debe sumisión al ser un país endeudado y por tanto sometido a las directrices de sus prestamistas. Para ello ya llevan un tiempo “calentando” el ambiente, desde la presidenta de la comisión europea Von der Leyen (cargo que nadie ha votado) llamando al rearme de la UE: «Puede que la amenaza de guerra no sea inminente, pero no es imposible«, hasta declaraciones de diferentes líderes europeos, y las mismas portadas de los periódicos: “hay que prepararse para luchar”, “una guerra no es una ficción y no está lejos. Todas las opciones son posibles”, “la vacuna contra esta escalada está en el rearme y la disuasión” …Una guerra en Europa más allá de Ucrania ya no es una «fantasía», ha sostenido también recientemente Josep Borrell, Alto Representante de la Unión Europea para Política Exterior y de Seguridad, uniéndose a la llamada al rearme: “para disuadir al adversario tenemos que tener los medios».
En este contexto, EE.UU. sigue luchando por la hegemonía, pero su gran prioridad es mantener el dominio del Pacífico pues allí se encuentra su principal amenaza, China. Por ello necesita que la UE se centre en este frente, aumentando su industria armamentística y apoyando al gobierno ucraniano. Implicar de lleno a la OTAN en este conflicto, como se está proponiendo, sería temerario. No debemos olvidar que el 95% de las 13.000 cabezas nucleares que existen en el mundo (suficientes para aniquilar varias veces a toda la humanidad) están en manos de EE. UU. y Rusia.
Nos están arrojando a una situación muy grave. ¿Somos realmente conscientes de lo que supone entrar de lleno en una guerra?, ¿Qué costes en vidas puede suponer como ya está ocurriendo en tantos lugares?, ¿es lícito que nuestros hijos, familiares, cualquier persona se les quite la vida para el negocio de unos pocos? De momento aquellos grupos políticos que salían a la calle a manifestarse contra la guerra de Irak, ni se les ve, ni se les espera. Nos están empujando hacia un conflicto muy grave que nadie hemos elegido. Exigimos a nuestros gobernantes y a la oposición, que no nos involucren en ninguna guerra.
Somos nosotros, el pueblo, los que debemos clamar por la paz, pero la paz de todas las guerras, desde la que tenemos al lado, hasta aquellas que se nos ocultan. Y también de esas otras guerras como la del hambre, la del paro, la de la esclavitud infantil, la del aborto, y la de tantos atentados a la vida. Nuestra arma debe ser siempre la conciencia y la verdad, y no dejarnos manipular por ideologías que solo buscan intereses de una minoría camuflados de mentiras.
Nos unimos al papa Francisco en su llamamiento a tener “el coraje de izar la bandera blanca y negociar” para lograr el final del conflicto, de todos los conflictos. Debemos alzar la voz y gritar SÍ a la Paz, y al diálogo, NO a las guerras.
Carmelo Mármol