Entrevista al padre Fortunato di Noto, fundador de la asociación Meter, en lucha contra la pedofilia, durante el simposio internacional “Hacia la curación y la renovación”, que culminó en la Universidad Pontificia Gregoriana.
¿Cuál es la contribución de su organización en la lucha contra la pedofilia en la sociedad?
Di Noto: Cada año ofrecemos a la sociedad y a la Iglesia el Informe Meter (Report Meter) que da cuenta del compromiso consistente y real en la lucha contra la pedofilia, la pornografía infantil on line y el abuso contra menores. Los números hablan de la ayuda a las víctimas (alrededor de mil) durante 21 años de esfuerzo, así como más de cien mil sitios pedófilos denunciados, cientos de miles de encuentros con jóvenes en las escuelas y con las familias.
Las diócesis italianas y extranjeras participan cada vez más no sólo en reuniones periódicas de formación, sino también en un diseño según el modelo y el carisma de Meter. Por lo demás, Meter no nace de la emergencia de la pedofilia en la Iglesia, sino que nació hace veinte años, en la comunidad de la que soy párroco, para dar respuestas concretas en una visión pastoral de cercanía para quien es violado. Hemos promovido nuevas leyes legislativas, ofrecemos nuestras capacidades al Parlamento italiano y europeo, y hemos cooperado con el Japón y otros países para mejorar la lucha contra ante la pedofilia. Hacemos mucho, pero debemos hacer más.
¿Acaso renovación y curación son posibles?
Di Noto: Encontrarse, escuchar, confrontarse es bueno. Una comunidad eclesial que se moviliza para responder al escándalo de la pedofilia es siempre significativa y pedagógicamente renovadora. Empezamos a entender que el «evangelio nos interpelaba» y la inocencia de los niños humillados y violados no podía continuar por más tiempo. La percepción que tengo es que fue un verdadero escándalo, un terremoto, un tsunami. Dios Padre no podía soportar el llanto de los inocentes. A pesar que desde hacía tiempo se veían signos de un verdadero «cambio». Si después se pasa del simposio a la obra pastoral -que ya sucede en diferentes partes del mundo- , se requiere hoy no solo acciones globales, sino acciones proféticas que sepan «denunciar» y defender los derechos de los niños. Una Iglesia -la Iglesia-, se renovará cada vez más a partir del niño crucificado. Ha llegado el momento de dar un giro en el campo educativo, formativo, en los seminarios, comunidades religiosas; necesitamos hombres y mujeres auténticos, generosos y fuertes que puedan dar -muchos ya lo hacen-, su vida por los más pequeños y débiles y no permitir que alguien robe la vida de los inocentes.
¿La sociedad ha tomado debida cuenta de este fenómeno?
Di Noto: El fenómeno es transversal, complejo y dinámico, pero devastador para la víctima. Se trata de un problema cultural. Una sociedad que lucha contra la pedofilia es a menudo una sociedad hipócrita que es pedofóbica (¡miedo a los niños y que niega el derecho a serlo!) y también erotizada. Basta pensar cómo se reacciona cuando hay una operación policial: con indignación, pero se habla poco. Si todos los presentes en el simposio, vieran al menos una vez en la vida las fotos pedófilas que circulan en la red, con cientos de miles de niños y niñas, el mundo verdaderamente se sublevaría.
En la Iglesia, este fenómeno provoca un escándalo: ¿cómo prevenirlo?
Di Noto: La pastoral ordinaria debe incluir también la “protección de los niños”, no sólo una pastoral sacramental, sino que en la de la evangelización debe estar siempre la osadía y el ardor de la auténtica doctrina social de la Iglesia que habla y actúa en defensa de los pequeños y de los débiles. Reuniones, conferencias, cursos de formación. No nos quedemos atrás, tenemos que ir por delante. Que cada comunidad cristiana sea un centinela, pero también maestra que enseñe cosas buenas.
La Santa Sede pide a las conferencias episcopales que se movilicen con estrategias. ¿Cuáles son las medidas más importantes que se deben tomar?
Di Noto: Espero que el simposio dé las indicaciones. Habrá recaídas, estoy seguro, no sólo en las comunidades eclesiales representadas por los obispos aquí presentes, sino también en la sociedad. Iglesia y sociedad en este campo deben ir de la mano, no oponerse, no enrocarse en sus posiciones, sino actuar conjuntamente, en el respeto de las competencias.
¿Este trabajo de la Iglesia puede ayudar a la sociedad?
Di Noto: Me pregunto si la sociedad puede ayudar a la Iglesia. Creo que sí. Si bien se reconoce el papel milenario de la Iglesia en la educación y formación de las conciencias, no hay que olvidar que la sociedad ha ofrecido respuestas -al menos en este campo-, más a tiempo y estratégicamente fuertes. Pienso en la red en internet que, con la colaboración de todos, puede hacer más. Nuestra organización Meter está a total disposición para cualquiera que pregunte por procedimientos y experiencias.
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