Narciso Yepes ha pasado a la historia de la música como compositor y virtuoso de la guitarra de diez cuerdas. Hombre de fe católica, se le definió como «un hombre sabio, un gran músico, un hombre bueno, un hombre espiritual, un hombre creyente».
Una brusca conversión
J. Mª Alimbau
Narciso Yepes ha pasado a la historia de la música como compositor y virtuoso de la guitarra de diez cuerdas. Hombre de fe católica, se le definió como «un hombre sabio, un gran músico, un hombre bueno, un hombre espiritual, un hombre creyente». Yepes decía:
– «Yo fui bautizado. Durante los primeros 25 años no practiqué. No me preocupaba lo más mínimo que hubiese una vida espiritual, un más allá… Dios no contaba para nada en mi vida. Mi conversión fue brusca, inesperada. Todo cambió para mejor un día en el que me encontraba en París. Estaba apoyado sobre un puente del Sena, mirando cómo corría el agua. De pronto, escuché la voz de Dios en mi interior y Él entró para siempre. Yo tenía «la puerta abierta»…»
– «Siempre he sabido que soy un ser limitado; que puedo enfermar; que mi cuerpo morirá… pero me siento un hijo de Dios… Desde entonces cuento con Él, tanto en las cosas alegres como en las más dolorosas; en el trabajo, en la vida familiar, en una pena muy honda, como aquella ocasión en que me llamó la Guardia Civil, a media noche, para decirme que «su hijo… ha muerto»…»
– «Experimento en mi interior… una cita de eternidad que voy tejiendo en la compañía amorosa y providente de Dios: el tapiz de mi existencia, confeccionado con hilos de todos los colores, sin ver nada, pero que al final de la vida, al dar la vuelta al tapiz, contemplaremos la gran obra arte que habremos realizado Dios y yo…»
– «Cuando uno vive con fe… entiende mejor el misterio del dolor humano. El dolor acerca a la intimidad de Dios».