Una decisión basada sólo en intereses económicos es éticamente inaceptable

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El mundo es propiedad de toda la humanidad Declaración de los obispos chilenos sobre Medio Ambiente

  1. Ante el debate público y la
    demanda social que se ha suscitado tras la aprobación de la construcción de
    represas en Aysén en torno a las políticas y la institucionalidad
    medioambientales en Chile, como Obispos queremos contribuir con una reflexión
    en torno a un asunto relevante y urgente. Nos interesa estimular un diálogo
    serio, abierto e informado, evitando posturas confrontacionales, procurando un
    sano discernimiento para la acción y el compromiso ciudadano en un ámbito que
    nos interpela a todos.


  2. La búsqueda del bien común requiere la
    capacidad de detectar las necesidades de la población y discernir cuáles son
    las prioritarias desde la perspectiva de la dignidad y los derechos de todos
    los ciudadanos
    , y esto nos obliga a un cuidado especial por aquellas
    personas y grupos que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad. Esta
    búsqueda del bien común no resulta posible sin un auténtico espíritu de
    solidaridad, en el sentido de hacerse cargo de los demás y sus necesidades. 
    El bien común sólo es posible cuando se piensa en la sociedad como una
    totalidad y se supera la visión estrecha de los intereses particulares.

  3. De una parte, adherimos a la
    conciencia global de que vivimos en un planeta cuyos recursos son limitados
    frente a nuestra capacidad de demanda y derroche. Por otra, es  importante que
    reflexionemos sobre el tipo de desarrollo que queremos para Chile.
    El progreso, o es sostenible o no es
    progreso.
    En efecto, la Iglesia no concibe al desarrollo sin considerar
    la sostenibilidad medioambiental.  Así pues, antes de afirmar la creciente
    demanda por energía como requisito para el progreso, es preciso abordar un
    proceso como país para construir en conjunto un modelo de desarrollo.

  4. La respuesta técnica tiene que ser
    pensada desde la finalidad humana, como un medio que responde a un fin que la
    justifica y le da sentido.  La ciencia sin conciencia constituye una verdadera
    amenaza para el bien común de la sociedad. De allí que el derecho al agua y a
    un medio ambiente no contaminado son reconocidos como derechos humanos
    fundamentales, que brotan de la dignidad de las personas, fruto de su
    condición de hijos e hijas de Dios.

  5. Como Iglesia tenemos una
    responsabilidad respecto a la Creación, cuidando y defendiendo públicamente
    sus dones: la tierra, el agua y el aire; protegiendo al ser humano contra la
    destrucción de sí mismo; construyendo, en definitiva, una ecología humana. Con
    el Papa Benedicto afirmamos que «hoy se puede mejorar la
    eficacia energética y al mismo tiempo progresar en la búsqueda de energías
    alternativas. Pero es también necesaria una redistribución planetaria de los
    recursos energéticos, de manera que también los países que no los tienen
    puedan acceder a ellos. Su destino no puede dejarse en manos del primero que
    llega o depender de la lógica del más fuerte
    » (Caritas in veritate 49).

  6. El dilema que presenta un proyecto
    energético es cómo compatibilizar el respeto por el medio ambiente -como un
    hogar humanamente habitable para todos- con la creciente demanda por la
    energía. Este dilema es fundamentalmente ético porque implica decisiones que
    afectan, a corto y largo plazo, la calidad de vida de todo un país. 

  7. Una decisión basada sólo en
    intereses económicos es éticamente inaceptable y deplorable porque constituye
    una mezquina burla de la sociedad
    .  Por el contrario, una respuesta
    humanizadora al desafío energético requiere un diálogo en el que todas las
    personas y comunidades, especialmente los más involucrados y afectados por las
    iniciativas, puedan participar y sus opiniones sean tenidas en cuenta para las
    decisiones que les afectan.

  8. Somos administradores de un
    mundo que no es propiedad nuestra sino de toda la humanidad
    . Es deber de
    todos heredar la tierra a las nuevas generaciones en un estado en el que
    puedan habitarla dignamente y seguir cultivándola. Cuidemos la naturaleza para
    hacerla humanamente habitable. Desde una actitud cristiana, así responderemos
    a la vocación de ser co-creadores y sabios administradores de una obra
    maravillosa inaugurada por Dios que ama incondicionalmente a la humanidad.
    ¿Cómo no va a alegrarse Dios Padre con el progreso de su querida humanidad,
    con tal que sea auténticamente humano e incluya a todos?

EL COMITÉ
PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE

† Ricardo Ezzati Andrello.
Arzobispo de Santiago. Presidente

† Alejandro Goic Karmelic.
Obispo de Rancagua. Vicepresidente.

† Gonzalo Duarte García de
Cortázar. Obispo de Valparaíso

† Horacio Valenzuela Abarca.
Obispo de Talca

† Santiago Silva Retamales.
Obispo Auxiliar de Valparaíso. Secretario General

Santiago, 18 de
mayo de 2011