Una experta advierte del riesgo de suicidios entre inmigrantes

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La experta puntualizó que el 'riesgo de tentativas de suicidios' es 'mayor en los centros de la Península' ya que una vez allí las personas saben que les espera la 'expulsión'.

La fragilidad de las personas que llegan a Canarias, tras semanas, meses e incluso años de periplo, sumada a las condiciones inhumanas y la ausencia de especialistas para prestar atención psicológica en los centros de detención aumentan el riesgo de actos desesperados como suicidios o de autolesiones.

Así lo ha advertido Sara Prestianni, la experta internacional que visitó varios de los Centros de Internamiento de Extranjeros (CIEs) españoles, entre ellos el de El Matorral en Fuerteventura, para elaborar un informe sobre la situación en los mismos que fue encargado por el Parlamento Europeo a la consultora independiente Steps.

Cuestionada por la posibilidad de que los inmigrantes que se encuentran en los centros del Archipiélago puedan recurrir a estas prácticas desesperadas, Prestianni respondió que es algo que «no se puede excluir», ya que existe un «riesgo por las malas condiciones» de acogida y el sentimiento de «desamparo» que sufren los inmigrantes.

No obstante, la experta puntualizó que el «riesgo de tentativas de suicidios» es «mayor en los centros de la Península» ya que una vez allí las personas saben que les espera la «expulsión», por tanto, la vuelta a la casilla de salida de un peligroso viaje que no les ha permitido alcanzar la vida mejor que anhelaban. Mientras que, cuando se encuentran en el Archipiélago a pesar de las «condiciones horribles» que existen en los centros, se sienten en una «fase de espera y esperanza» de poder ser trasladados y permanecer en Europa, explicó.

«He constatado casos de tentativa de suicidio» así como de «autolesiones en países como Italia» donde los centros de inmigrantes disponen de una «mayor presencia de asistencia psicológica» en comparación con los «CIEs de España», declaró la investigadora internacional quien, por ello, no pudo descartar que estos lamentables eventos puedan producirse igualmente en los centros españoles y de las Islas.

Los suicidios de los inmigrantes son más habituales en los países nórdicos, como Dinamarca, donde las condiciones de acogida son buenas pero la estancia en los centros puede prolongarse de forma indeterminada hasta la búsqueda de una solución. Esta incertidumbre ante el futuro provoca que en ocasiones las personas recurran a quitarse la vida.

Sin embargo, Prestianni insistió en que, «todo internamiento tiene consecuencias muy graves en la vida de las personas, incluso en los casos de un periodo más corto» como puede ser España (40 días) o Francia (32 días).

«Algunas condiciones de los CIEs, como el hecho de estar encerrados en las celdas sin poder salir y de no comprender muy bien lo que pasa, son elementos patógenos» que, junto a la situación «psicológica» determinan el «estado del inmigrante», resumió la investigadora.


Cuatro duchas y dos aseos para 300 personas

La «visita al CIE de Fuerteventura ha hecho emerger el comportamiento inhumano y degradante que afrontan los inmigrantes», así lo expresa el informe solicitado por la Eurocámara en el que Sara Prestianni indica, además, que durante esta visita constató que no había ningún «responsable médico-sanitario» y «sólo una voluntaria», en particular una monja, se ocupaba de «curar las heridas» de los inmigrantes.

En el informe elaborado a raíz de esta inspección, la investigadora denuncia la saturación del centro de El Matorral donde por «308 personas sólo hay 4 duchas y dos inodoros» lo que «resulta contrario» a las «normas de respeto del ser humano».

Además, la práctica del CIE majorero prevé que los inmigrantes permanezcan en grupo y salgan al patio del bloque al que pertenecen por turnos. Debido a lo cual sólo llegan a dar «dos o tres vueltas a la semana». «Los inmigrantes han confirmado haber pasado la primera semana recluídos en la habitación teniendo como único momento de salida la hora para el rezo o para la cena», expone Prestianni que asegura que quienes colaboran con la policía disfrutan de más libertad dentro del centro.

Un CIE que sólo cuenta con 7 teléfonos y carece de módulos para familias y de estructuras para acoger a los discapacitados físicos y mentales, así como a las mujeres embarazadas de menos de seis meses. Por encima de este periodo, pasan al cuidado de la Cruz Roja.

Otro de los aspectos que denuncia la experta italiana es que, al contrario de lo que ocurre en otros países europeos, los inmigrantes –a los que se les da una muda a pie de playa- no reciben ningún ‘kit’ a su llegada al centro con ropa y sábanas por lo que «durante los cuarenta días de detención» no pueden cambiarse y duermen al raso sobre los colchones.

Unas «condiciones de vida peores a las prisiones» que son «denunciadas constantemente por el Defensor del Pueblo», asegura el documento que también cita las «condiciones de los centros de menores» de Canarias que «han sido criticadas con dureza en el último informe de Human Rights Watch que habla de abusos sexuales y de violencia física contra los menores acogidos».

Convertir los centros canarios en centros abiertos

Una vez expuesta la fotografía de las condiciones de vida de los inmigrantes en los centros de detención, el informe plantea una serie de recomendaciones como: que se flexibilice el régimen carcelario y las personas dispongan de una mayor libertad en el interior de los centros; que haya personal especializado para la asistencia social y psicológica; que se establezcan nuevas pruebas para la identificación de los menores debido al gran margen de error de los tests óseos; y que se permita el acceso permanente al centro de Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) y médicos.

Al respecto, la experta se refirió a la lentitud burocrática española que causó que durante «un mes o un mes y medio» no obtuviera ninguna respuesta sobre la posibilidad de visitar los CIEs en España. Por lo que tuvo que retrasar en varias ocasiones el momento previsto para el desplazamiento. Sólo dos días antes de la última fecha establecida, y bajo la presión de ser el único socio europeo que no había aún respondido positivamente, las autoridades accedieron a permitir su entrada en los centros.

Habría sido «muy complicado negar el acceso a representantes del Parlamento Europeo», consideró Prestianni.

También Simonnot indicó que, a pesar de que esperaban encontrar «más problemas» para acceder a los centros de inmigrantes en los «socios del Este» de la UE, la realidad fue diferente y las mayores trabas fueron de España.

Asimismo, el documento externo de la Eurocámara considera que tanto los Centros de Internamiento de Extranjeros de Canarias como el de Algeciras (Andalucía) al situarse en las fronteras deberían transformarse en Centros de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETIs) similares a los que existen de Ceuta y Melilla.

Las ciudades autónomas situadas al norte de Marruecos acogen los dos únicos CETIs que existen en España. Unos centros que están gestionados directamente por el Ministerio de Asuntos Sociales y cuyas principales características es que ofrecen un «servicio de asistencia social, médica, legal y psicológica» y los «inmigrantes» disponen de un «régimen de libertad» por el cual «pueden entrar y salir» del centro «pero no trasladarse a la Península», describe Sara Prestianni en el estudio.