La misión de Naciones Unidas en Sudán del Sur (UNMISS) publicó un informe en el que confirma 353 muertos y 250 heridos en dos ataques perpetrados en abril en las ciudades de Bentiu, capital del estado septentrional de Unidad, y Bor, capital estatal de Jonglei (centro).
El informe señala que ambas matanzas se perpetraron basándose en criterios étnicos y de nacionalidad, aunque como sucede en este tipo de conflictos siempre alguien se aprovecha de fomentar las diferencias tribales.
A través de la recolección de pruebas y de entrevistas a 142 fuentes, la UNMISS acusa a las fuerzas opositoras leales al ex vicepresidente Riek Machar de haber matado el pasado 15 de abril a 287 civiles en la mezquita de Kali-Ballee, en Bentiu, muchos de ellos sudaneses que fueron asesinados por sus orígenes de la provincia de Darfur.
Además, el texto informa de que otros 19 civiles murieron el mismo día en un ataque en el Hospital Civil de la misma ciudad.
Por otra parte, también acusó a un grupo de hombres armados de acabar con la vida de 47 desplazados de la etnia nuer que se encontraban en un edificio de la UNMISS en la ciudad de Bor, el pasado 17 de abril.
Casi nueve meses después de los ataques, ningún responsable ha sido señalado ni por el Gobierno, liderado por el presidente Salva Kiir, ni por los rebeldes opositores, denuncia el informe.
«La UNMISS condena los continuos asesinatos y el desplazamiento de civiles por su origen étnico cerca de nueve meses después de los eventos de abril de 2014», subrayó en el texto la representante especial del secretario general de la ONU en Sudán, Ellen Margrethe Loej.
La diplomática añadió que «se corre el riesgo de una polarización del país incluso mayor en aspectos étnicos junto a potenciales y serias repercusiones para el estado de los derechos humanos y de las perspectivas de reconciliación».
Por ello, Loej llamó en nombre de la UNMISS «a las partes a finalizar la violencia y llevar a cabo investigaciones comprensivas y creíbles de las supuestas violaciones para que sus responsables rindan cuentas».
Desde su independencia de su vecino Sudán, en julio de 2011, Sudán del Sur ha vivido una situación política y de seguridad inestable, que se vio exacerbada con el inicio del conflicto interno en 2013.
El 15 de diciembre de ese año, lo que comenzó como una disputa entre Kiir, de la etnia dinka, y Machar, de la nuer, pronto derivó en un conflicto étnico entre comunidades que ha causado miles de muertos en los últimos meses.
Implicaciones externas y elecciones a la vista
Los EEUU, Unión Europea y China parecen encontrarse a la espera, de forma extraña y silenciosa. China es el principal cliente de Sudán (petróleo).
Etiopía quiere permanecer al margen del conflicto, pero inevitablemente está en sus fronteras.
Indicar que Uganda se inmiscuyó en el conflicto apoyando al presidente Yoweri Museveni, y bombardeó las zonas rebeldes.
En 2015 hay elecciones presidenciales, está por ver cómo se desarrollarán los comicios. Una veintena de formaciones de la oposición y líderes religiosos, tanto cristianos como musulmanes, habían pedido el aplazamiento de esos comicios hasta que haya un acuerdo de paz con los rebeldes en las negociaciones que se celebran en Adis Abeba.
La Constitución provisional sursudanesa estipula que el mandato del Gobierno actual expira el 9 de julio próximo.
Autor: Juan Rodríguez