UNA MILLONARIA pensión vitalicia, un plan de jubilación que contempla a su actual esposa y a la anterior, avión privado, chófer… Amusátegui pactó con Botín salir de BSCH y a cambio logró lo que siempre había soñado: disfrutar de la buena vida…
Por J. L. GALIACHO / Y. RODRIGUEZ
El pasado viernes (7 de mayo de 2004), los tres imputados por el denominado «caso pensiones» del Banco Santander Central Hispano (SCH) no pasaron por la Audiencia Nacional la fianza para depositar la fianza de 164 millones de euros fijada por la jueza Teresa Palacios en concepto de responsabilidad civil. El presidente del SCH, Emilio Botín, el ex copresidente de la entidad, José María Amusátegui, y el ex consejero delegado, Angel Corcóstegui, no entregaron los avales por valor de 56 y 108 millones de euros, cantidades cobradas por los dos últimos, respectivamente, en concepto de «jubilación» tras su salida pactada del banco. Amusátegui confesaba en una reciente cena con un banquero su honda preocupación por la apertura de juicio oral. Y es que ahora, un año y medio después de que la jueza de la Audiencia abriera el caso de las indemnizaciones millonarias, sobre el trío pesa la amenaza de la prisión.
La inquietud de Amusátegui se ha visto incrementada estos días con el encarcelamiento de su amigo Manuel Prado y Colón de Carvajal. Hombre correcto y discreto, poco se conoce de su vida privada. Sí se sabe, en cambio, cómo andan sus finanzas. Gracias a los tres contratos que firmó (entre 1999 y el 2001) con Emilio Botín para cerrar su salida anticipada del SCH, además de los cerca de 44 millones de euros que obtuvo como indemnización en «reconocimiento a su extraordinaria labor», percibe del mismo Banco una pensión de jubilación cuya cuantía anual bruta es de «5.108.603 euros», otra pensión vitalicia por haber sido consejero del SCH y una tercera, que supera el medio millón anual, en calidad de ex presidente de Unión Fenosa. A esto hay que unir que sigue contando con un despacho, dos secretarias, coche, acceso al avión privado de la compañía y servicio de seguridad.
Así se refleja en el contrato firmado por Emilio Botín el 14 de agosto de 2001, al que ha tenido acceso CRONICA. «D. José María Amusátegui pasará a ocupar la presidencia de la Fundación Santander Central Hispano, con el correspondiente despacho y secretaria (dos secretarias). En caso de cese del Sr. Amusátegui de la Presidencia de la Fundación, el Banco pondrá a su disposición un despacho y secretaria (dos secretarias) similares a los de la Fundación. Además, […] continuará recibiendo el tratamiento y protocolo que corresponde a su condición de ex presidente, servicios de vehículos con conductor y seguridad similares a los actuales, utilización razonable del servicio aéreo del Banco, etc.»
Pero también Amusátegui posee dos mansiones, una en Marbella y otra en la Moraleja. Esta última, con diez mil metros cuadrados, está situada cerca del Club de Golf de la exclusiva urbanización madrileña, y en ella, la empresa Dragados, que él entonces controlaba, supervisó la construcción de la residencia que tiene un salón de 100 metros cuadrados rodeado de todo tipo de cuadros. Pepe, como le llaman los amigos, ha encontrado su retiro dorado colaborando en varias fundaciones dedicadas a la cultura y al arte, lo que representa un plus y unas cuantas ventajas más.
Con todo este pequeño imperio, este gaditano, nacido en 1932, se puede dedicar a vivir bien, algo que, como él mismo ha confesado en multitud de ocasiones, es su gran ilusión. Amusátegui adora el lujo, los coches, los aviones privados y, como buen aficionado a la astronomía y a la botánica, tiene un observatorio y un jardín con extrañas especies. Es, en definitiva, un hombre al que le gusta el buen comer -aunque su plato favorito son los huevos fritos, y acude a Lucio, de vez en cuando, a disfrutar de ellos junto con su amigo, el propietario de El Corte Inglés, Isidoro Alvarez- y el buen vestir -se viste en Larraínzar como el Rey-.Le gustan las fiestas, que organiza discretamente en su casa de Marbella y, sobre todas las cosas, es un apasionado de la caza. Experto en levantar perdices y en abatir jabalíes, cuenta con una espléndida colección de escopetas.
Es precisamente en las cacerías donde se siente más cómodo. Suele ir invitado a la finca madrileña de «Los Canchos» por el consejero de Iberdrola, Miguel Angel Aguado. En la última cacería mataron más de 130 jabalíes. También se le ha visto de montería junto al ex presidente de Renfe, Miguel Corsini, con quien acude a cazar faisanes a la finca «La Flamenca», en Aranjuez. A estos eventos le acompaña muchas veces su abogado, Ramón Hermosilla, el mismo que defiende a los Albertos.
Ha estado casado en dos ocasiones: una, con su prima hermana, María Luz Amusátegui Sandino, con la que tiene cinco hijos y otra, con Amalia de León Blanco, su guapa ex secretaria del Hispano, mucho más joven que él. Tal y como se recoge en los «contratos de oro» que firmó Botín, las dos esposas se repartirán conjuntamente, «por deseo expreso» de Amusátegui, la pensión de viudedad que a su fallecimiento pueda devengarse «mientras no contraigan nuevo matrimonio» y «en función del número de años de su relación» con él. También, en caso de su fallecimiento, la remuneración por ser ex consejero del SCH se repartirá de igual forma entre ellas.
Generoso, extrovertido y… parlanchín. Su frase preferida en las reuniones es, en referencia al otro imputando en el «caso de las pensiones», su consejero Angel Corcóstegui: «Angel de mi guarda, dulce compañía, no me dejes solo ni de noche ni de día». Amusátegui siempre ha dicho a sus amigos que Corcóstegui era su confidente.
NI DE NOCHE NI DE DIA
Y su ángel de la guarda, el otro, parece dispuesto a abandonar a Pepe si prospera el auto de juicio oral decretado por la jueza Palacios. La magistrada acusa a Botín, Amusátegui y Corcóstegui de los delitos de apropiación indebida y/o administración desleal.El «caso pensiones» arrancó tras las acusaciones de un accionista minoritario del SCH, el abogado Juan Francisco Franco Otegui, y del ex banquero condenado en el «caso Banesto», Rafael Pérez Escolar. Ambos solicitan penas para los tres imputados que oscilan entre los 4 y 12 años de cárcel.
Aseguran que ocultaron a los accionistas las cantidades firmadas, que pactaron al margen de los estatutos y de espaldas al Consejo de Administración tanto del Santander como del BCH antes de la fusión. Para Franco: «Angel Corcóstegui se marchó con una indemnización de 108 millones de euros. Y el caso de Amusátegui es consecuencia directa de que Botín no quiso esperar seis meses a que se jubilara sin derecho a indemnización, lo que perjudicó los intereses de los accionistas».
Por eso reclama a Amusátegui -conjuntamente con Botín- la cantidad de 56.095.790 euros en que se calcula la cuantía que ha cobrado hasta la fecha: 43,75 millones de euros en concepto de «bonus» a su «extraordinaria labor» más las dos pensiones vitalicias, cuya cifra supera a día de hoy los 12 millones de euros. Todo indica que el puente de plata que tendió Botín a Amusátegui y Corcóstegui está a punto de derrumbarse.
«Se reconoce a Don José María Amusátegui de la Cierva el derecho a una pensión vitalicia de jubilación conforme a las siguientes normas… la cuantía anual bruta de la pensión de jubilación será de 5.108.603 euros. La pensión se hará efectiva por dozavas partes de cada mes… Además, como reconocimiento a su extraordinaria labor, se abonará a Don José María Amusátegui de la Cierva un bonus de 43.750.000 euros…»
– Tercero de los contratos firmados por Botín y Amusátegui / 12 de agosto de 2001