En una democracia pluralista, los masones tienen su lugar de forma natural, sin necesidad de veladuras y secretismos…
En una democracia pluralista, los masones tienen su lugar de forma natural, sin necesidad de veladuras y secretismos. Así lo ha entendido Amando Hurtado, Soberano Gran Inspector General del grado 33 de la masonería española, instalado en la Respetable Logia Génesis, con sede en Madrid. Este masón cualificado acaba de publicar un libro -Nosotros, los masones- en el que con claridad extraordinaria, sin tapujos ni ñoñerías, sintetiza las claves de la masonería y su desarrollo actual. Proporciona, además, una lista de destacados masones españoles, hispanoamericanos y de otras nacionalidades. Entre los españoles figuran, por ejemplo: Azaña, Mariano BenIliure, Vicente Blasco Ibáñez, Tomás Bretón, Campomanes, Cea Bermúdez, Luis Companys, Echegaray, Espronceda, Ramón Gómez de la Serna, Juan Gris, Tomás Iriarte, Jovellanos, Larra, Lista, Martínez de la Rosa, Monturiol, Claudio Moyano, Isaac Peral, Prim, Santiago Ramón y Cajal, Riego, Sagasta, Torrijos y Ventura de la Vega.
La transparencia con que ha escrito su libro Amando Hurtado reaviva una reciente canela mía: «Masones, ¿sí o no?». Resulta que el presidente de la Gran Logia de España, Josep Corominas i Busquetta, afirmó en Vigo que ocho miembros del Gobierno Zapatero son masones. Como ser masón no constituye delito ni desdoro, los servicios de información de Moncloa deberían aclarar si lo que afirma Corominas es verdad o no. Los españoles tienen derecho a saber si sus ministros son masones. Si Moncloa no aclara esta circunstancia, la oposición podría preguntar en el Congreso para que, con luz y taquígrafos, se aclare si algunos ministros de Zapatero son masones, en qué número y en qué grado y circunstancias. Que el talante y la sonrisa no son incompatibles con la transparencia. O sea, que diría Umbral.
Luis María Ansón
de la Real Academia Española
La Razón
10-06-2005