V Aniversario de la muerte de Julián Gómez del Castillo

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En este día un pequeño recuerdo a Julián Gómez del Castillo. Nunca le olvidaremos. Siempre estará con nosotros. Queremos recordarle desde dos aspectos fundamentales de su vida como hombre converso y como testigo de la Historia.

Julián: Hombre Converso

Las conversiones siempre han interpelado a la humanidad, quizás por eso se dedique tan poco espacio en la historia a hablar de ellas.

Julián llegó a la Iglesia, además de por la Gracia de Dios, por decisión personal. Se bautizó a los 18 años (14 de abril de 1943). Su excepcional amor a la Iglesia le llevó a entregarle su vida. Ese amor a la Iglesia nos lo transmitió a muchos de nosotros. Decía: en la Iglesia siempre la santidad la pone Dios, mientras que los hombres aportamos mediocridad y pecado… por eso caben en ella personas como yo.

De su padre aprendió la generosidad de darse a los demás en la lucha obrera y de su madre, el sacrificio sin límite, el sacrificio y la fortaleza de las madres, cuando se trata de sacar adelante a sus hijos… Por tanto, ya desde niño había percibido, por la acción militante de su padre y la encarnación del sacrificio de su madre la vivencia de la SOLIDARIDAD. Como compartir lo necesario para vivir. DIOS ES SOLIDARIDAD, fue el último grito que lanzó a la sociedad española para transformarla en más humana. Amor y entrega a fondo perdido es lo único que no puede asimilar el sistema imperialista.

Asiste a la primera Asamblea de la HOAC como el militante más joven y allí recibiría las coordenadas fundamentales de su vida:

El Amor y fidelidad a Cristo, su Iglesia y los pobres. Fueron el trípode que se manifestó en su vida de Fe, con una entrega creciente y a fondo perdido, sin considerarse nunca con ningún tipo de derecho. Julián es un hombre de Fe en Jesús y en nada más. Estas palabras que son fáciles de escribir, sin embargo, difíciles de vivir en el día a día: ahí está su testimonio: permanecer fiel.

Su amor a los pobres se manifestó en su vida familiar junto a Trini, su esposa. No amaron la pobreza por la pobreza sino por la comunión con los hombres, también su amor a los últimos se manifestó en su vida social y política, negándose a servir a ninguna tendencia política, a pesar de las ofertas que recibió.

Otra característica de su FE fue la necesidad permanente de CONVERSIÓN. Constantemente nos recordaba que siempre debemos estar en proceso de conversión. En definitiva, valoración de la fe de fidelidad frente a la fe de seguridad.

Ser hombre de Dios, ser apóstol se puso de manifiesto por la persecución que sufrió durante la dictadura y también durante la democracia. Hombre de fe por el amor mostrado hacia los que le persiguieron  o no comprendieron.

Julián: Testigo de la Historia

Julián fue un testigo excepcional de la historia de España. De esa historia de España que la  dividió en dos,  Julián siempre tuvo una mirada de fe de la historia. Muy lejos de los que la utilizan para dar rienda suelta a sus fobias.

Siempre nos ayudó a hacer el esfuerzo para deshacer tópicos manidos o leyendas afrontando la historia con serenidad. Cuando habló de la Guerra Civil española lo hizo un gran espíritu de fraternal y solidario, desde la VERDAD. Nada que ver con la realidad actual.

Habló de la Guerra Civil como una guerra fratricida. Al preguntarle que debieran haber hecho los cristianos, nos decía: Dejarse matar, nunca matar al hermano. Debemos asumir este  hecho histórico, esta guerra entre hermanos desde lo más profundo de nuestro corazón, porque si no un montón de bajezas seguirán dándose en nuestra vida común.

Julián formó parte de ese pequeño núcleo de apostolado obrero, que desde una labor callada, cotidiana y permanente intentaron devolver la esperanza a una España, en donde la guerra la perdieron realmente los pobres, realizando una labor de formación de militantes cristianos. Formó parte de ese grupo de conversos que procedían en su mayoría del socialismo, anarcosindicalismo y comunismo, sin ellos no puede entenderse la lucha por las libertades democráticas en España.

Y por último no podemos dejar de nombrar la importancia que tuvo en su vida de fe Guillermo  Rovirosa, siempre, siempre con él. Julián fue quien mejor entendió la Espiritualidad de Rovirosa. Por eso el Movimiento Cultural Cristiano vive y quiere vivir de su espíritu y de los valores y estilo militante que nos dejaron Rovirosa y Julián.

Al igual que Guillermo, Julián vive en centenares de corazones. Hoy, ya muchos niños, hijos de militantes cristianos llevan su nombre en recuerdo suyo.

Julián que goza en la presencia de Dios, sigue entre nosotros trabajando en la promoción de militantes cristianos desde los más pobres. Esperamos su intercesión para que podamos llegar a ser hijos ejemplares de la Iglesia como él lo fue.

Gracias Señor por su vida.

29/X/11