Vedem, una revista clandestina en medio de la barbarie

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A pesar de la crueldad de la Segunda Guerra Mundial, surgió un remanso de libertad y una puerta abierta a la imaginación que se abrió para muchos jóvenes en el campo de concentración de Terezín –Theresienstadt en alemán- (Checoslovaquia, actual República Checa). Se trata de la revista Vedem

El 24 de agosto de 1943 llegaban a Terezín 1.260 niños procedentes del gueto polaco de Białystok, que acababa de ser liquidado. Los niños habían sido enviados al campo de concentración porque el gobierno nazi había comenzado unas negociaciones por las cuales se les intercambiaría por prisioneros de guerra capturados por el ejército aliado. Por este motivo, se les mantuvo durante semanas en estricto aislamiento. Cuando las negociaciones fracasaron, tanto los niños como el personal médico fueron enviados a Auschwitz. Ninguno de ellos sobrevivió.

A pesar de las terribles condiciones en las que vivían, los internos intentaban que los niños de Terezín llevasen una vida lo más ‘normal’ posible. Durante toda la existencia del gueto los niños asistieron a escuelas clandestinas donde los profesores judíos que habían sido internados en el campo de concentración trataban de continuar con la educación de esa futura generación. Debido a que Terezín, por su condición de ‘gueto modelo’, había sido el destino de muchos judíos pertenecientes al mundo de la cultura y las artes, la producción cultural durante los años del gueto fue realmente notable, y eso también se aplicaba al ámbito de los niños: participaban en diversos coros, representaban obras de teatro y hasta publicaron su propio magazine, Vedem, de la mano de Petr Ginz.

Petr Ginz y su hermana Eva

Ginz fue enviado al campo de concentración de Terezín cuando cumplió 14 años, tal y como ordenaban las leyes anti-judías proclamadas por el régimen nazi para aquellos niños que tuviesen un progenitor judío. Con el paso de los años, Ginz ha pasado a ejemplificar esa lucha por el aprendizaje y el conocimiento de la que hacían gala los niños de Terezín. Hay quienes incluso revindican su figura y su obra como superior a la de Anna Frank. Durante los años en los que permaneció en el gueto, Ginz escribió un diario y varias novelas cortas, realizó decenas de dibujos, inició la creación de un diccionario esperanto-checo y se embarcó en la creación de Vedem, este magazine cultural clandestino se publicó todos los viernes durante dos años y del que todavía se conservan ejemplares.

La Tierra desde la Luna, Petr Ginz

Pert Ginz mostró grandes destrezas desde su niñez, especialmente para la escritura creativa y el dibujo. De hecho, uno de los símbolos del holocausto es la vista de la Tierra desde la Luna, que él mismo hizo. Sobre este dibujo podemos contar que fue llevado por el astronauta israelí Ilan Ramon en el transbordador espacial Columbia en 2003, que durante el regreso a la atmósfera se desintegró produciendo la muerte de la tripulación.

Ginz fue transportado a Auschwitz en uno de los últimos trenes al campo de exterminio en 1944 y enviado a las cámaras de gas a su llegada. Tenía 16 años. Si hoy en día se conserva la mayor parte de su legado es gracias a que Ginz entregó la mayoría de los trabajos a su hermana Eva, quién en 2007 se encargaría de la publicación de su diario.

En Vedem, (traducido como «Nos llevamos») inspirados y supervisados por el profesor Valtr Eisinger y Josef «Pepek» Stiassny, escribieron en tono humorístico y de forma creativa, probablemente con la finalidad de conseguir un escape de su difícil situación. En la revista se incluían ensayos, críticas literarias, poemas, historias, dibujos y chistes. Las últimas páginas se destinaban a un juego llamado ‘En busca de fantasmas’.

La mayor parte de los autores escribían bajo diferentes seudónimos, y muchos de los nombres reales se han perdido con el paso del tiempo. A la guerra y el control de los nazis durante la misma han sobrevivido 800 páginas, lo que demuestra que durante los dos años en los que se editó (1942 y 1944) tuvo bastante actividad.

La educación es fundamental para la creación de un futuro mejor. No obstante, algunas veces se utiliza indebidamente para propagar el odio, la muerte e ideologías inhumanas, como el nazismo. Los nazis hicieron creer a los jóvenes que una raza europea blanca “superior” (aria), debía conquistar el mundo y subyugar a las razas “inferiores”. Estos incitadores al odio asesinaron a quienes, en su opinión, no tenían derecho a vivir, principalmente a judíos.

Pero en medio de tanta barbarie, surgió un espacio de libertad y esperanza, donde poder hacer frente a través de la cultura y el arte a la locura de la destrucción.

En la actualidad, se siguen repitiendo episodios de odio contra los más débiles, justificados por los negocios de la guerra y el hambre. Tomemos el relevo de los que con su imaginación y valor superaron las dificultades para vencer al poderoso desde el sufrimiento a través de la cultura, la educación y la solidaridad.

¡Seamos la Voz de los sin Voz!

Autor: Aida Fuentes