Venezuela: Tratando de favorecer al trabajo, se terminó beneficiando al capital

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Con motivo de la conmoción mundial que está causando el libro de Thomas Piketty, titulado El Capital en el Siglo XXI, donde evidencia la gran disparidad en la distribución mundial del ingreso no solamente entre los países sino también al interior de los países, nos propusimos revisar la forma en que se ha distribuido el ingreso entre los dos factores de producción que contribuyen a generar el ingreso nacional en Venezuela.

Este tema, tal como acertadamente lo expone Piketty, había sido abandonado por la teoría económica, que se había venido ocupando de aspectos financieros y del crecimiento de las economías, descuidando el relativo al reparto de la riqueza. Uno de los méritos de Piketty es el haberlo rescatado y exponerlo en la primera fila del debate. Esto es muy pertinente en Venezuela donde durante estos largos quince años de gobierno se ha venido haciendo propaganda sobre supuestos logros en materia de distribución del ingreso.

Las cifras de distribución factorial del ingreso muestran otra realidad. El ingreso nacional de acuerdo con las cuentas nacionales que elabora el BCV, se contabiliza a partir del Producto Interior Bruto, es decir los bienes y servicios que produce la economía durante un período determinado. En la elaboración de esos bienes y servicios quienes trabajan reciben una remuneración, lo mismo que los empresarios que aportan su capital. A la primera se le denomina remuneración al trabajo y a la segunda, remuneración al capital. Existe un ingreso mixto que no entra en las categorías descritas. Como en la producción las máquinas se desgastan por el uso, al producto generado hay que restarle la depreciación.

Luego, en vista de que la economía es abierta al mundo, se debe tomar en cuenta los ingresos recibidos y enviados al exterior. De esta manera se estima el ingreso nacional, a ser distribuido entre trabajo y capital. De esta manera, en la remuneración al trabajo se incluye los ingresos percibidos por los trabajadores, en dinero o en especie pagados por las empresas durante un año.

Se incorpora igualmente como parte de la remuneración que recibe el trabajador las contribuciones al seguro social o a los seguros privados, los bonos, utilidades, aguinaldos y otras compensaciones sociales pagados por los empleadores a sus empleados. Por su parte, como remuneración al capital se toma en cuenta las ganancias, dividendos y otros ingresos recibidos por los empresarios con motivo de su participación como propietarios de los medios de producción.

Siguiendo a Piketty, la participación de la remuneración al capital en el ingreso nacional se compone de dos términos. En primer lugar, la tasa de retorno (ganancia) sobre el capital invertido y en segundo término la fracción del capital invertido sobre el ingreso generado. Veamos las cifras para el caso de Venezuela. En 1998, el trabajo recibió una remuneración equivalente al 38,0% del ingreso nacional mientras que la parte correspondiente al capital fue 39,0%. En 2012, última cifra disponible, los términos de la distribución del ingreso variaron sustantivamente a favor del capital al corresponderle a este factor de producción el 42,0% del ingreso y 32,0% al trabajo.

Estas cifras son demasiado elocuentes a cerca de lo que ha sucedido en Venezuela en este extenso y oscuro período de la historia económica de Venezuela. Tratando de favorecer al trabajo, se terminó beneficiando al capital. La evolución completa de ambos indicadores se aprecia en el gráfico adjunto. Esto sugiere que el aumento de la remuneración al capital aumentó más de los que creció el ingreso nacional, el cual es el hecho más resaltante en el argumento de Piketty sobre lo que ha sucedido en las economía desarrolladas, donde se verifica un avance de la remuneración al capital y un retroceso de la remuneración al trabajo. Lo mismo ocurrió en Venezuela.

Esta desmejora en el reparto del ingreso en favor del capital y en detrimento del trabajo resultó, muy probablemente, por un aumento de la tasa de ganancia sobre el capital invertido, que es evidente en el sector financiero. La apreciable pérdida de participación del trabajo no parece fácil de explicar y merecería un tratamiento que escapa a un artículo para la prensa. De esta manera, esta revolución ha producido un resultado en apariencia inexplicable, como producto de un modelo económico que ha provocado un rezago en la porción que en el ingreso corresponde a los trabajadores respecto a lo que captó el capital.

Autor: José Guerra