VISION de la HOAC. Por Guillermo Rovirosa

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Visión de la HOAC ( Hermandad Obrera de Acción Católica). Publicado en ´Somos´, Compendio de artículos de Guillermo Rovirosa realizado por Don Tomás Malagón. Reeditado por Voz de los Sin Voz. Gullermo Rovirosa (1897 -1964) hoy en proceso de beatificación, fue el promotor de la militancia obrera cristiana en España desde mediados de los 40, maestro de espiritualidad desde los pobres

En mayo de 1946 la Jerarquía española promulgó unas Normas Generales (ad experimentum) para la especialización obrera dentro de las cuatro ramas de la A. C. Dos años más tarde dichas Normas fueron confirmadas y aprobadas por la Santa Sede.

Antes de mayo del 46 ya se habían hecho algunas tentativas de Apostolado Obrero por parte del Presidente del Consejo Superior de los HH. de A. C. y algunos miembros del Consejo Diocesano de Madrid – Alcalá. Aquellos afanes encontraron en las Normas generales un cauce abierto, y los hombres que los encarnaban pudieron decidirse inmediatamente a la acción, a pesar de no ser el mes de mayo, en Madrid, una época apropiada para lanzarse a nada que requiera inmediata continuidad.

Se organizó un entusiasta Equipo de Trabajo que a primeros de junio ya había acordado la celebración de la I Semana Nacional para noviembre.

Se trabajó intensamente durante el verano, principalmente a base del correo, que, de momento, no encontraba eco alguno. En junio empezó a publicarse una hoja titulada H. O. A. C. impresa a dos tintas, de la que se mandaban bastantes ejemplares a todos los Consejos Diocesanos.

Con grandes dificultades, que siempre se resolvían en el último minuto, se llegó a la I Semana Nacional, celebrada en Madrid en la fecha fijada.

Fue milagroso poder alojar a los 213 semanistas que se presentaron «por las buenas», cuando no se contaba con que vinieran más de medio centenar, en unos momentos en que Madrid estaba invadido por extranjeros de todas las procedencias.

Como notas destacadas hay que señalar el gran entusiasmo de los asistentes, que salieron decididos a empezar «como fuera» en sus diócesis, y la acción invisible de los grupos de dolor entre los tuberculosos del Hospital del Rey. Estos grupos o Equipos de Dolor han sido desde entonces uno de los puntos clave en las actuaciones posteriores de la HOAC.

Había «buena voluntad» a raudales, pero se carecía de un mínimo de experiencia en el Apostolado Obrero entre adultos. Esto puede explicar que los primeros cuatro o cinco años se pasara entre tanteos y experiencias para encontrar un camino viable.

En la I Semana Nacional se reconoció la necesidad de disponer de un órgano periódico, y poco después apareció el ¡Tú! quincenalmente durante medio año. Después se hizo semanal y su difusión iba constantemente en aumento.

En 1947 se celebró la II Semana Nacional en Toledo, fruto de la cual fue el Boletín, que empezó a publicarse mensualmente en diciembre de aquel año.
Desde entonces las Semanas Nacionales de la HOAC han venido celebrándose sin interrupción todos los años en diferentes localidades, siendo una de las piezas fundamentales de la Organización.

El éxito del semanario ¡Tú! hizo que este absorbiera casi por completo las actividades de la Comisión Nacional y de los militantes en las diócesis, y todos estimaban que era el mejor elemento para la difusión y desarrollo de la Obra.
En los primeros tiempos actuaban en funciones de consiliario y presidente de la HOAC los respectivos consiliario y presidente del consejo Superior de los HH. de A. C.

En 1949 se nombró presidente a Manuel Castañón, de Palencia, y después consiliario nacional a Monseñor Eugenio Merino, de León.
Se continuó poniendo la principal atención en el semanario hasta 1951, en que fue suspendido cuando su tirada había llegado a los 43.000 ejemplares y empezaba a tener equilibrados los gastos y los ingresos.

El golpe fue muy serio. En lo económico una deuda de cerca de 200.000 pesetas, y ( lo que es más grave ) una desorientación y un aplanamiento general al desaparecer «aquello» que absorbía más del 90 por 100 de la actividad de los militantes de la Obra.

Hubo muchísimas bajas y un «desinflamiento» general. Ello puso de manifiesto que lo hecho hasta entonces había tenido una utilidad muy grande en el sentido de prestigiar a los obreros católicos en los ambientes de trabajo, pero que faltaban auténticos militantes en el sentido de entrega y donación total en el servicio de Cristo entre los trabajadores, capaces de aguantar firmes pasara lo que pasara.

Esta tarea de la formación de los militantes de la HOAC fue la que reclamó la atención principal de la obra a partir de 1951, en que el boletín se hizo quincenal.
Después de diversos tanteos y ensayos, en la semana nacional de 1953 se aprobó el llamado plan cíclico, del que luego se hablará.

Después de las dificultades de toda clase, cuyo final fue la aprobación del plan cíclico, falleció monseñor Merino, siendo indispensable destacar aquí la marca que dejó en la HOAC la santidad de aquel anciano casi ciego, que enseñó constantemente con su ejemplo y con su palabra a dar en la HOAC la primacía absoluta a los valores sobrenaturales, y que inculcó en todos la convicción de que el valor supremo sobre el que debía construirse la HOAC era la fidelidad de sus militantes a Cristo y a su Iglesia.

Después de unos meses de «orfandad», en enero de 1954 fue designado Consiliario nacional de la HOAC el M.I.Sr. D. Tomás Malagón, canónigo de Ciudad Real. Tras una dilatada, difícil y dinámica actuación, a finales de 1959 cesó en su cargo el primer presidente siendo nombrado para sustituirle Teófilo Pérez Rey, de Burgos.

En el ámbito nacional esta última etapa de la HOAC, que empezó en 1954 y que se podría designar como etapa del plan cíclico, se ha caracterizado por trabajo en profundidad que, sin dejar de lado el exponer los ideales social – católicos en la mayor extensión posible, ha intentado principalmente suscitar jefes y propagandistas. Los llamados «Cursillos Apostólicos» han sido el instrumento más utilizado, habiéndose dado unos 500 en todo el país con resultados muy satisfactorios, tanto para despertar nuevos entusiasmos en los que no se habían apartado de la Iglesia como para suscitar conversiones en gran número de hombres que se habían alejado de ella. Este último aspecto ha suscitado la sorpresa y la admiración de algunos representantes de la Acción Católica Obrera (A.C.O.) francesa, que han declarado que para ellos esto es lo más difícil, ya que sus filas se nutren casi exclusivamente de obreros que perseveran en su fe, pero no de «convertidos».

La HOAC figura como miembro destacado de la federación internacional de movimientos obreros cristianos (F.I.M.O.C.) desde 1954, asistiendo a todas sus reuniones, habiéndose celebrado éstas tres veces en nuestra Patria. También tiene a su cargo la redacción en lengua española del Boletín de la F. I. M. O. C. para los países americanos, con los que se halla en las mejores relaciones.

Conviene destacar, finalmente, la estrecha colaboración que existe, en todos los planos, con
la HOAC Femenina, lo que ha motivado un incremento grandísimo de las actividades apostólicas de nuestros militantes al poder compartir con sus esposas este apostolado sin preferir lo específico de cada sexo, antes todo lo contrario. Desde hace algunos años se vienen celebrando conjuntamente las Semanas Nacionales de ambas Ramas adultas de la Acción Católica Obrera, reservando las mañanas a las tareas propias de cada Rama y las tardes a la acción común. Esta unión efusiva y cordial ha dado ya frutos abundantes y los promete copiosísimos.

La HOAC en cifras.- Cuando escribimos esto, en abril de 1960, la HOAC está establecida en unas cuarenta y cinco diócesis españolas.
Cuenta con un número de unos 9.000 militantes verdaderamente entregados a la Obra. A ellos hay que añadir unos 25.000 ex cursillistas que participan en más o menos grado de nuestra «mística» y actividades. Y un número difícil de precisar que quizá podría calcularse en medio millón de trabajadores simpatizantes activos, que tienen confianza en los hombres de la HOAC y que aportan cierta colaboración.

La HOAC realiza cada año más de un centenar de Cursillos Apostólicos y dos Semanas Nacionales: una de estudio de los principales problemas planteados a la Obra y otra para la determinación de las actividades que en cada año han de encomendarse al conjunto de la Organización.

Los Boletines de la HOAC salen en los días 1, 11 y 21 de cada mes. Cada uno tiene su propio carácter: doctrinal, el del día 1; social y de cara a la masa y militantes de base, el del día 11; dedicado al aspecto organizativo, el del día 21. El del día 11 tira unos 9.000 ejemplares, y 4.5000 cada uno de los otros dos.
No es necesario que expongamos como funciona internamente y cómo se halla organizada la HOAC, pues en esto coincide con las demás organizaciones de la Acción Católica Española.

Mística de la HOAC.– Se dice con frecuencia que los de la HOAC tienen una Mística, y esto, como es natural, no puede referirse a que haya aparecido dentro de la Iglesia de Cristo una Mística nueva y diferente de la tradiional y consolidada, sino que quiere expresarse con ello cierto estilo característico que da a los socios de la HOAC un sello especial que los destaca y los distingue de los de otras agrupaciones católicas.

Es en este sentido, en efecto, como se habla de la mística de los diferentes movimientos de masas.
Así, pues, una mística no se identifica con una ideología. (Se puede conocer plenamente la ideología de un movimiento y no poseer, sin embargo, su mística.)
Ni es un fanatismo para con la Obra de que se trate.
Ni es un narcisismo, en virtud del cual a uno le parece bueno todo lo que hace su Organización, o por el que uno se encuentra a gusto o complementado por la Obra de que se trata.
Ni es el mero hecho de que uno se mueva a actuar por las motivaciones propias de aquella Obra.

Una mística es, más bien, una convicción fundada en la práctica de que la Obra posee la verdadera visión y solución de los problemas planteados.
Es un impulso, nacido de aquella convicción, por el que uno no puede menos de sentirse obligado para con la Obra.
Es una fuerza que le hace a uno sentirse fuerte contra todos.
Una mística tiene, ciertamente, su fundamento en unas ideas. Estas ideas han de ser pocas, claras y de proyección sobre los problemas planteados.

Vemos ahora rápidamente en qué consiste la llamada «Mística de la HOAC».

A) Incluye, en primer lugar, una visión de la vida social, que puede sintetizarse en las tres afirmaciones siguientes:

  1. Todo materialismo implica necesariamente tiranía y egoísmo, explotación e inmoralidad.
  2. La humanización de la vida exige ineludiblemente la afirmación práctica de Dios (contra todo egoísmo), la afirmación práctica del carácter sagrado (con sentido religioso) de la persona humana (contra toda explotación) y la afirmación del carácter trascendente de la moral (frente a toda moral inmanente o subjetiva).
  3. Sólo Cristo tiene poder suficiente para asegurar esta triple afirmación. Y así, Cristo es una exigencia de la vida social.

B) Incluye, consecuentemente con lo anterior, una dinámica, que es una Esperanza, una finalidad a que se orientan las aspiraciones y un impulso. Estos valores se sitúan en estas tres realidades que el hoacista ha de construir en sí mismo y en los demás: Reino de Dios, Cuerpo Místico y Mandamiento Nuevo.

  1. . La Esperanza del Reino de Dios y su Justicia constituye el punto de arranque de la actividad social de la HOAC, que no se determina tanto por exigencias de las realidades externas cuanto por exigencias internas derivadas del propio Mensaje Evangélico. Se trata de ajustar lo más posible las realidades de este mundo al plan de Dios, que no es otro sino que todo lo humano (lo individual y lo colectivo e institucional) se cristifique real e históricamente en esta vida y, consecuentemente, se haga más fácil la salvación de las personas en la otra. Este deseo de fidelidad evangélica ha valido numerosas incomprensiones a la HOAC.
  2. La aspiración al Cuerpo Místico es una aspiración ferviente a la comunión con Cristo y con los otros. La realización progresiva de esta comunión en todos sus grados y formas equivale a la realización del Reino de Dios, que en este mundo implicará siempre necesariamente imperfección.

    Este mismo espíritu de comunión impone en la actuación de los militantes de la HOAC determinadas posturas que no pueden menos de llamar la atención en ciertos casos y suscitar recelos en otros. Por ejemplo, la gran importancia que se da a la encarnación del militante en la vida obrera, el aprecio en que siempre se han tenido a los Equipos de Dolor, la comprensión con que se trata a «los de la acera de enfrente», la resistencia a ligarse a situaciones determinadas para estar más abiertos a los que sinceramente buscan la Verdad: a Cristo, por consiguiente.

  3. . El Mandamiento Nuevo constituye un impulso para darse y dar a los demás nuestras cosas y nuestro trabajo en un deseo de imitar a Cristo y de pagarle nuestra deuda en los otros. Esto es lo que justifica nuestro deseo de comunión, nuestro odio al mal y nuestro combate por la Justicia.

C) La «Mística de la HOAC» incluye finalmente una técnica para el militante. Esta técnica es la actuación de la Pobreza, de la Humildad y del Sacrificio.
Ordinariamente, al hablar de Pobreza, Humildad y Sacrificio no se tiene de estas virtudes el concepto de que se trata de tres aspectos esenciales al modo de ser cristiano. En efecto:

  1. La Pobreza, como virtud evangélica, no es la mera situación de menesterosidad en que muchos nacen o a la que por culpa de las circunstancias que sean vienen a parar. Ni es la virtud humana de la austeridad o sobriedad, que tanto cultivaron los viejos estoicos y los cínicos buscando con ella la libertad del espíritu. Es la imitación de Cristo en cuanto al uso de los bienes materiales, uno de cuyos aspectos esenciales es la fácil comunión o comunicación de ellos viendo a Cristo en todo necesitado. Es un desprendimiento, viendo a Cristo, lo que necesariamente implica comunión y no un mero uso.
  2. La Humildad cristiana (ya que puede hablarse de otra humildad humana) tiene también como motivo la imitación de Jesucristo. E implica una dimensión vertical, o sea, en orden a Dios, y así es el reconocimiento de su verdad en uno mismo y en todo lo demás. Y otra dimensión horizontal, o sea, en orden a los hombres, y en este sentido es un afán de comprensión, de aceptación y de servicio por Cristo. Es la alteridad, otra forma muy delicada de comunión.
  3. El Sacrificio, la renuncia al propio gusto, a la comodidad, sin el cual es imposible esa otra forma de comunión que es la colaboración, la comunicación de esfuerzos y de voluntades, es otra virtud especialmente cristiana.

La revalorización de estos conceptos y de las realidades que expresan, como modos de ser y de obrar de los militantes cristianos, ha sido uno de los esfuerzos permanentes de la HOAC.
Después de esto, y referido a todo esto, la Gracia y los Sacramentos, la piedad y la Liturgia, cobran su real valor de «medios» y adquieren una importancia excepcional en la vida del militante.

En el cristianismo, que se presenta corrientemente, se pretende que la religión ocupe algún lugar en la vida del creyente, considerándose esto como algo muy meritorio que Dios lo tiene que premiar con la vida eterna. Para el militante de la HOAC la religión no es algo, sino que lo invade todo, y ningún aspecto de la vida puede sustraerse a su influencia; y la atención ya no se complace en los aspectos que conducen a la oración del Fariseo, sino que entra de lleno en la del Publicano.

Para el militante de la HOAC la formación religiosa no es solamente una función del entendimiento (saber), sino que se está seguro de que esto sólo conduce necesariamente al fariseísmo si no va acompañado de una voluntad decidida que se manifiesta (ha de manifestarse) en todos los actos de la vida, aun en los más banales, y poniendo una atención especial en los más banales.

Los que abandonaron la Iglesia porque creyeron (por lo que veían en ciertos católicos) que ésta se desentendía de los problemas que afectan a la dignidad, la libertad y la responsabilidad de la persona humana y se fueron a ciertas ideologías que les ofrecían estas cosas, pero que no se las podían dar, encuentran su plenitud cuando se dan cuenta de que la esencia del cristianismo radica en revalorizar hasta lo inconcebible precisamente la dignidad, la libertad y la responsabilidad del ser humano, de cualquier ser humano, pero de manera especial los más aplastados por «el mundo». Y aparecen las «conversiones» de los que estaban contra la Iglesia y se deciden con ardor (a veces excesivo, ¡gracias a Dios!) a luchar por Cristo pobre, humilde y sacrificado. No hay duda de que esto está en la base de las burlas y sarcasmos con que se trata a los militantes de la HOAC por los de fuera de la Iglesia, y de las incomprensiones (y a veces de las iras) de los que están «bien situados». Esto, sin embargo, no es motivo de desaliento, ya que hace unos dos mil años fue predicho por el Fundador.

El sentido jerárquico es otro de los puntos clave de esta mística, y se le considera como la prueba de la fe del militante. Muchas veces el militante no encuentra la comprensión que esperaba encontrar, viendo en cambio que todo son recelos, suspicacias y temores de intenciones torcidas. La reacción natural sería evidentemente la de mandarlo todo a rodar; pero es aquí donde sabe que ha de poner el Acto de Fe Sobrenatural y de confianza en Jesús, que prueba precisamente así al militante, siguiéndole a El en el camino del calvario. Tanto la comprensión como la incomprensión se toman siempre como un don de Dios para purificar la fe, sabiendo que no es nunca tolerable la insubordinación. La sumisión a la voluntad superior podrá ser muy dolorosa en ciertos casos (como lo es cualquier Calvario), pero lleva consigo siempre, más tarde o más temprano, la gloria de una resurrección.

Las circunstancias externas determinarán que se actúe más o menos, pero no podrán determinar que se deje de actuar en cristiano para actuar en pagano, por muchas y grandes que sean las razones de oportunismo, de conveniencia, de éxito, de eficacia, etc. Cualesquiera que sean las apariencias a plazo corto, el verdadero éxito y la verdadera eficacia de la acción del militante no pueden tener otra base que su fidelidad a la Iglesia Jerárquica y la Cruz de Cristo.
Estos son, a grandes rasgos, los puntos fundamentales de lo que se llama mística de la HOAC, que si bien se observa se ve en seguida que no tienen otra novedad que la de hacer actual lo que es de siempre en la Iglesia Santa, que es la Iglesia de los Santos.

Métodos de la HOAC.- En lo que se ha llamado Mística de la HOAC sería peligrosísimo el introducir cualquiera novedad, ya que sería un camino seguro para la herejía. Pero ocurre todo lo contrario en lo tocante a los métodos, ya que éstos han de estar proporcionados a los tiempos, los lugares y las personas, que son mudables por esencia. Aquí entra en juego el Hacerse todo a todos de San Pablo.
Los métodos actuales de la HOAC (que no podrán ser nunca definitivos) son la consecuencia y el fruto de las enseñanzas captadas en sus dos primeras etapas: la la consecuencia y el fruto de las enseñanzas captadas en sus dos primeras etapas: la del ¡Tú! y la preparatoria del Plan Cíclico.

Los métodos para la formación de los militantes que se siguen en la HOAC se proponen:

  1. Desarrollar hasta el máximo el sentido de dignidad, de libertad y de responsabilidad de cada militante.
  2. Adquirir aquella «Mística» antes descrita, partiendo del descubrimiento personal y de la tarea que éste nos pide realizar y del modo como el militante debe ser, todo ello a la luz de la Revelación y de la realidad.
  3. Continuar la formación empezada y ejercitar la propia iniciativa, coordinándola con la de los otros en Equipo.

Para conseguir lo indicado en primer lugar, el Método de Encuesta (Ver, Juzgar, Actuar) da resultados espléndidos, haciendo que la rutina vaya cediendo el paso a la reflexión, y así el militante va haciéndose consciente de su propia realidad como persona humana y como redimido por Cristo. Se empieza por ser el jefe de su propia vida; de éstos (y no de otros) van saliendo los jefes que la Obra necesita.

Lo segundo se logra con el conjunto de los tres años del Plan Cíclico (cuyo primer paso debe ser un Cursillo Apostólico). En el primer año se trata de dar sentido a la realidad en que vive el militante a la luz del Mensaje Evangélico; en el segundo año se trata de conjugar esta realidad con la doctrina de la Iglesia Militante, y en el tercer año se abre cauce a la propia vocación apostólica en Equipo.

Para lo tercero se cuenta con el Método de Revisión de Vida, por el que se descubre el sentido de los acontecimientos concretos de la vida, tratando de referirlos al plan de Dios sobre el hombre y la humanidad, y tomando partido a favor o en contra, según sea su signo.
Estos tres aspectos no van separados cada uno por su cuenta, sino que son simultáneos y cada uno de ellos sirve de sostén y ayuda a los otros.

Se huye siempre del memorismo y de la pura especulación teórica, buscando que en cada acción aparezca la teoría y refiriendo siempre la teoría a los hechos.
Hubo un tiempo en que podía opinarse sobre si estos métodos darían o no resultado, alegándose la incultura y la poca preparación de los obreros, etc. Actualmente los hechos están ahí, y el que se interese por estas cosas ya no es menester que haga funcionar su potencia deductiva para llegar a una convicción; le será mucho más fácil y decisivo el asomarse a la HOAC y ver no lo que puede haber, sino lo que hay. Teniendo en cuenta que estamos todavía en los primeros años y experiencias.