Ahmedou Ould Beyih y Abdou Karim Sall han pasado su vida en mar. Desde que nacieron, su destino ha estado ligado a las redes que utilizan para obtener su subsidio y el de su familia. Ahora, Ahmedou y Karim luchan porque su modo de vida no desaparezca y por el derecho a disponer de sus recursos. Ellos han sido testigos de cómo las flotas europeas están esquilmando sus mares y están en España para contarlo, alto y claro, a aquellos que quieran oírles.
Cuando Ahmedou empezó a pescar todo era muy distinto a como es ahora. Comenta, con un deje irónico en su voz, que incluso decían que se podía pescar en el desierto. Todo esto se acabó cuando empezaron a llegar los grandes buques extranjeros, con sus devastadoras redes que convierten en terreno muerto aquello donde antes había una enorme riqueza. De todos explica, los “campeones” son los españoles. Y es que la española es la flota comunitaria más numerosa fuera de las aguas europeas (con el 67% del número de embarcaciones y el 51% de la capacidad).
“¿Dónde está el pescado europeo?” pregunta. “Tienen que hacernos caso para que no pase lo mismo ahora aquí. En África, si seguimos así, en 10-15 años no tendremos más pesca. ¿Qué vamos a comer después?”
No puede ocultar su preocupación cuando relata que actualmente los pescadores no tienen ni para alimentar a su familia. Sale cada mañana, pero muchas veces no tiene nada que dar a sus ocho hijos. “No sólo se llevan los peces. Destruyen todo”, denuncia.
La historia de Karim es muy parecida. Nació siendo pescador y el mar es lo único que conoce. Pertenece a los más de 60.000 pescadores que hay en Senegal (de los cuales dependen más de medio millón de personas). Como en el caso de Ahmedou, antes de que los enormes barcos extranjeros llegasen a sus aguas: “Salíamos, pescábamos y lo cocinábamos. No teníamos que comprar pescado. No teníamos que irnos muy lejos de la costa. Ahora, cada vez tenemos que adentrarnos más”.
Karim explica que tienen que pedir créditos para comprar las redes que utilizan y que los barcos industriales se las destruyen. Esto les hace entrar en un bucle de deudas que aumentan, cada vez más, al ritmo que las capturas disminuyen y los precios se abaratan. Muchos, arruinados, tienen que abandonar sus hogares y emigrar.
Ambos están ahora en España para pedir a los responsables de la política pesquera que dejen de saquear sus aguas, que nos les priven del derecho a ganarse la vida como han hecho durante generaciones, que no les obliguen a abandonar sus hogares porque ya no tienen cómo alimentar a sus familias. Ellos forman parte de las VOCES DE ÁFRICA que Greenpeace ha recogido en varios países africanos y que durante estas semanas se oirán en distintos países de Europa.
“Agradezco mucho tener la oportunidad de venir aquí a defender nuestros recursos. La pesca es parte de nuestra vida. Del futuro de nuestros hijos”, concluye.