X aniversario del asesinato de Iqbal Masih

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La lucha contra la esclavitud infantil fue una prioridad en las reivindicaciones del movimiento obrero. La diferencia sustancial con la realidad actual de los países enriquecidos fue la VIDA SOLIDARIA. Había militancia, había mentalidad revolucionaria…. personas dispuestas a dar la vida, por que había VIDA SOLIDARIA…


Revista Id y Evangeizad
marzo-abril 2005

La lucha contra la esclavitud infantil fue una prioridad en las reivindicaciones del movimiento obrero. La diferencia sustancial con la realidad actual de los países enriquecidos fue la VIDA SOLIDARIA. Había militancia, había mentalidad revolucionaria…. personas dispuestas a dar la vida, por que había VIDA SOLIDARIA. Dice Juan Pablo II en la encíclica Laborem Exercens: La cuestión obrera hizo surgir y casi irrumpir un gran impulso de solidaridad entre los hombres del trabajo. (…) Semejante reacción reunió al mundo obrero en una comunidad caracterizada por una gran solidaridad. Posteriormente en su encíclica Sollicitudo rei Socialis, definió la Solidaridad como compartir hasta lo necesario para vivir, reconociéndole a la Solidaridad ser la fuerza de los pobres.
Los que tenemos más de lo que necesitamos para vivir, tenemos que plantearnos crecer en pobreza y libertad, si no, difícilmente podemos ser solidarios. Cuando el movimiento obrero europeo era pobre, había SOLIDARIDAD. Esa Solidaridad se hace presente, se hace carne, entre los últimos de la Tierra, y por supuesto también entre los niños esclavos.
En el Sudeste asiático y en todo el mundo, un número creciente de niños esclavos se está organizando. Su influencia crece a medida que exigen que se escuche su opinión en la lucha en torno a la esclavitud infantil. En Tailandia niños de 16 años, explotados desde los 10 en el puerto de Bangkok han fundado escuelas para niños esclavos. En la India abundan testimonios como el del niño Praveen Kumar, que trabaja de sol a sol en un taller de reparación y es uno de los responsables de un sindicato de niños esclavos. Su labor es formar nuevos militantes, celebrar reuniones y representar al grupo en conferencias internacionales. Kumar acaba de cumplir 18 años y ahora debe dejar su puesto porque se ha hecho demasiado viejo: ninguno de los 14.000 miembros de su sindicato tiene más de 17 años y algunos no pasan de los 7.

El niño cristiano paquistaní Iqbal Masih, militante de la sección infantil del Frente de Liberación del Trabajo Forzado de Pakistán, fue asesinado el 16 de abril de 1995 a la edad de 12 años por la mafia de la tapicería, después de múltiples amenazas, por cerrar empresas en las que todos los trabajadores eran niños esclavos. Su ejemplo trascendió internacionalmente, siendo premiado en Estocolmo y Boston y dedicando el premio para abrir una escuela, manifestando en la colocación de la primera piedra su intención de hacerse abogado para continuar la lucha contra la esclavitud infantil. En memoria de Iqbal, símbolo de los más de 400 millones de niños esclavos, en la actualidad se reivindica el 16 de abril como Día Internacional contra la Esclavitud Infantil.

El filósofo Kierkegaard afirmaba: El hombre es porque sufre; dicho al revés: Sufro, luego existo. Y la medida del sufrimiento es la urgencia que ponemos en acabar con él. La medida que nos hará saber cuanto nos importa el sufrimiento de los hermanos, la humanidad sufriente, es la urgencia que ponemos en acabar con él. La urgencia que ponemos en luchar contra estos males.

¡Qué le importa a los partidos y a los sindicatos la esclavitud infantil! Hacen falta, hoy más que nunca, militantes, hombres libres, responsables de la humanidad entera. En palabras del autor de El Principito, Antoine de Saint Exupéry: Ser hombre significa precisamente ser responsable. Supone conocer la vergüenza frente a una calamidad que no parecía depender de uno. Supone sentirse orgulloso de una victoria que los compañeros han conseguido. Supone sentir, al colocar su grano de arena, que se contribuye a construir el mundo. Hacen falta, hoy más que nunca, militantes con CONCIENCIA, URGENCIA y ESPERANZA, que sean capaces de afirmar aquello que se encontró bordado en la camisa de algunos pobres durante la dramática Guerra Civil española: Ningún dolor me es ajeno.