Comentarios tras la presentación del partido SAIn en Alcalá de Henares.
Un amigo me dio una invitación para el acto. Me explicó que se trataba de la presentación a las próximas municipales del candidato –Carlos Llarandi- a la alcaldía de Alcalá por el partido «Solidaridad y Autogestión Internacionalista» (SAIn). Y allí me presenté.
Durante los años de lucha antifranquista soñé con el día en que el socialismo gobernara España. Confieso no haber llevado en la vida mayor desilusión.
El PSOE ni es socialista, ni obrero, ni español. Es partido, eso sí.
Aunque… en conciencia, le quedó sólo la P de pirata, no de partido. Se podría decir que se ha convertido en un hatajo de burócratas que defienden sus mayúsculos sueldos y privilegios sin vergüenza ninguna, aliados con todo tipo de escoria, siempre y cuando tenga poder y les garantice poder. La gente corriente, esa que pasa más de cuatro horas diarias ante la televisión de Polanco, la radio de Polanco, los periódicos de Polanco y las revistas de Polanco –que son la inmensa mayoría-, le dan sus incautos votos porque sí. No importa que se cuelgue del brazo de ETA, que se solace con Botín, que dependa del dinero que recibe de toda la banca para que ésta pueda seguir acumulando ganancias desorbitadas, ni que durante los gobiernos socialistas se hayan promulgado las leyes más antisociales del estado español. Poco importa que haya dejado atrás a la derecha en usura y rapiña y que haya convertido el panorama cultural en una torre de babel inexpugnable: al contubernio con el terrorismo le llama paz y a las pacíficas víctimas del terrorismo, guerreras, desestabilizadoras, crispantes. A la desvergonzada malversación de la Ley y los tribunales le llama interpretación correcta de la Ley. Poco importa que esté dispuesto a subdividir España en independencias de primera de segunda y de tercera. Importa menos aún que su afán destructivo hacia la Iglesia Católica campe por doquier, luchando contra los valores fundamentales que la Iglesia inspira, de solidaridad, respeto a la vida, acogida de los más pobres, justicia, libertad y familia. Sus amigos han pasado a ser los rapiñeros e insolidarios nacionalistas y sus ideales han quedado en reinar sobre el poder aunque ello suponga destruir toda dignidad socialista.
¡Qué gran desilusión. Qué gran fraude!
Quizá por todo esto fui al acto que se celebró el sábado 10 de febrero en el Centro Municipal de Salud. Había visto sus carteles por las paredes. Me había llamado la atención ese «Dña. Impunidad de la corrupción política falleció en España…» Su propuesta no podía ser más ideal. Pero la imagen que aparecía al pie del cartel revelaba a las claras el esfuerzo terrible –quizá el más heroico de todos- que supondría llevarla a cabo.
Y el acto no me defraudó. Por fin aparecía ante mí una propuesta política radicalmente distinta, que llegaba desde lo más profundo y más digno del ser humano. El entusiasmo de sus líderes no era teatro, ni la sencillez del acto, ausencia de grandeza. Allí se estaba rompiendo esa lógica electoralista, financiada por bancos y empresarios, cuajada de recursos y basada en cantos de sirena, venteada por las TV, cuyos contenidos exclusivos son la propaganda. Allí se pedía al aforo sacrificio para llevar adelante el proyecto SAIn sin financiación de nadie; financiado sólo por sus militantes. No habría liberados, porque su método de acción era la solidaridad; su mapa genético, la corriente limpia de solidaridad recibida de la clase obrera con conciencia y los desfavorecidos de la tierra. Algo así había vivido yo en los duros tiempos de la represión franquista.
Sin duda, aquello no se oía en ningún mitin al uso. No ocultaban que la lucha sería dura. Sus objetivos prioritarios no son desde luego a corto plazo. Acabar con el hambre, con el paro y con la esclavitud infantil, no son tarea baladí. En cambio los principios en que asientan su posición política pueden vivirse desde ya: Justicia, Solidaridad y Autogestión. De hecho sus militantes testimonian una larga experiencia vivida en este caldo de cultivo.
Hoy, el 80% de la población mundial se muere de hambre, mientras el 20% restante despilfarramos sin sonrojo. La culpa de esto la tiene la organización política de la sociedad. Ante semejante locura ningún partido levanta la voz. Al contrario. Todos favorecen su desarrollo. ¡Y es posible cambiar radicalmente este indicador!
Por fin un partido con conciencia profundamente humana y por tal, solidaria y por tal, justa y autogestionaria, propone una acción política lejos del relativismo cultural que está bloqueando nuestra sociedad; lejos del egoísmo eutanásico que se nos propone desde la política oficial. Lejos de la banca usurera y corruptora. Lejos de los nacionalismos, siempre generadores de insolidaridad, división y destrucción. Lejos de gobernantes cuyo fin exclusivo es el poder. Lejos del terrorismo. Lejos de la perversidad del lenguaje. Lejos de los abultados sueldazos con que sueñan quienes hacen de la política una profesión. Lejos de la equidistancia con los más pobres. Y cerca de todo aquel que busque desde lo más profundo de su corazón promocionar al hombre en su verdadera y amplia dimensión. Este hombre es social y por tanto debe ser autogestionario para que no sean otros quienes deciden por él. Lo que no se decide conmigo, se decide contra mí. Este hombre debe basar la justicia en que todos estemos medidos por el mismo rasero, sin que haya quienes lo tienen todo y quienes no tienen nada. Este hombre será un entusiasta, viéndose solidario en una tarea de apoyo mutuo, ejecutada desde las expresiones más humildes, pero sin renunciar a las más trascendentales.
Tras departir con sus militantes una vez finalizado el acto volví a casa diciéndome: «Has venido, has visto y has sentido. No todos los políticos son iguales. Algunos son radicalmente diferentes. ¡Enhorabuena SAIn!«