Zakaria, una patria de mentira

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El Defensor del Pueblo investiga si España paga a Nigeria para que asuma como propios 'sin papeles' africanos.

Se llama Zakaria, es subsahariano, tiene 26 años y estaba en España en situación irregular hasta que la Policía sacó los cubiletes y la bolita roja y le embarcó en una jugada maestra de trilero. En varios movimientos y sin público frente al tapete.

  1. Cuando la ONG Movimiento por la Paz fue a preguntar por él al Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Valencia, les dijeron que le habían dejado en libertad. En realidad le habían mandado al CIE de Madrid.

  2. Cuando la ONG jesuita Pueblos Unidos acudió entonces a interesarse por él al CIE de Madrid, les contaron que le habían puesto en la calle. En realidad le habían devuelto a África.

  3. Cuando Zakaria pensaba que le iban a devolver a su país, Ghana, las autoridades lo desembarcaron en un destino insólito: Nigeria.

La escondo-la pongo-la quito-la vuelvo a esconder. ¿Dónde está ahora la bolita roja llamada Zakaria? Las últimas señales de vida que ha dado el ghanés telefónicamente son del 15-N. «No conoce a nadie en Nigeria. Dice que no tiene dinero ni para sobrevivir. Está muy angustiado. Cuenta que quiere recuperar su pasaporte, dejar Nigeria cuanto antes y encaminarse a Ghana».

El dislate policial ha dado lugar a una denuncia ante el Defensor del Pueblo, que ya investiga «la aparente connivencia de la Embajada de Nigeria con el Ministerio del Interior español para facilitar las expulsiones de ciudadanos africanos, reconociendo como nacionales a personas que sabe que no son nigerianas». Pero Zakaria no está solo. «En Lagos hay otros ghaneses», dijo por teléfono, «uno de ellos también ha sido expulsado desde un CIE de España».

 En este embrollo cabe media África. A comienzos de 2011, Interior trató de colocar en Marruecos al congoleño Come Gnoundou, un intento de repatriación ilegal que motivó la apertura de un expediente en la oficina del Defensor y que acabó en la Fiscalía. A mediados de agosto, el Ministerio hizo más: envió a Nigeria a unos 40 subsaharianos de distintos países en un vuelo no comercial.

Todos salieron del CIE de Madrid. En aquel aparato iban pasajeros de Chad, de Costa de Marfil, de Mali, de Cabo Verde… Los deportados llegaron a un aeropuerto nigeriano, donde se negaron a desembarcar alegando que no eran naturales de allí. A continuación fueron trasladados al Congo, donde sucedió lo mismo. El avión acabó regresando a Madrid.

Viendo lo visto, la denuncia de la ONG jesuita Pueblos Unidos por el caso último de Zakaria -con fecha del 17 de noviembre- pide al Defensor que «investigue si la Embajada de Nigeria recibe algún tipo de contraprestación por el reconocimiento de personas para su expulsión de España». O sea, que si España paga para que Nigeria apechugue con los que no son suyos…

El periplo migratorio de Zakaria comenzó hace cinco años en Accra, la capital de Ghana. Cuando lo detuvieron, hacía dos y medio que estaba en España. Llevaba encima una copia del pasaporte que acreditaba su nacionalidad. La deportación a Nigeria fue el 27 de octubre. «En el CIE le dijeron que lo llevaban a África», explica la abogada Cristina Manzanedo. «Él dijo que dónde en África, que África es muy grande y tiene muchos países. No le respondieron». Ya estaba de camino. Llevaba encima una copia del pasaporte que acreditaba su nacionalidad.  

La ONG se puso en contacto con la Comisaría General de Extranjería y Fronteras que, siempre según Pueblos Unidos, reconoció su «error». El joven era ghanés y lo habían mandado a Nigeria. La solución que ofreció la Policía: enviar su pasaporte original (en posesión de Movimiento por la Paz de Valencia) al consulado español en Lagos; y comunicar con Zakaria para que fuese hasta allí a recogerlo desde la ciudad donde se encontraba, Port Harcourt (al sur del país), y así poder gestionar el regreso a Ghana.

«Movimiento por la Paz le envió 80 euros para cubrir los gastos del viaje. Cuando llegó por fin a Lagos, no le dejaron entrar en la Embajada de España», comenta la abogada Maribel Pérez. «Después de insistir e insistir, le dijeron que no sabían nada de su tema». Era porque había sucedido otro error. No era esa la ciudad, vaya. Zakaria tenía que desplazarse ahora hasta la embajada española en Abuya, la capital. Donde le darían su pasaporte. A 540 kilómetros de allí.