El ministro del Interior italiano, Matteo Salvini, ha confirmado este domingo el cierre de los puertos italianos al barco de rescate de personas en el Mediterráneo ‘Aquarius’, con 629 personas a bordo, argumentando que está siguiendo el ejemplo de otros países europeos, España entre ellos, para combatir «el tráfico humano».
«Francia está devolviendo a la gente en la frontera, España defiende con armas su frontera, Malta no acepta a nadie. Desde hoy, Italia también va a empezar a decir ‘no’ al tráfico de personas, y ‘no’ a la inmigración ilegal», ha escrito en Facebook.
Salvini también ha usado Twitter para argumentar su postura. «Mi objetivo es el de garantizar una vida pacífica a los jóvenes de África y a los niños de Italia», ha escrito, antes de emplear la etiqueta «Cerraremos los puertos».
Las olas de populismo y nacionalismo, se extienden como una mancha de aceite en Europa, respondiendo equívocamente (o mediante el engaño a sus electores) a un problema global, como es el de la injusticia de una economía y de una política al servicio de unos pocos.
Se ha separado interesadamente la situación de los «autónomos» de la nueva economía precarizante en Europa, el escándalo de los descartados del paro de larga duración, de la situación de millones de personas que viven en medio del hambre y de la guerra.
El pensar que la raquítica política europea del consenso de «cooperativa de egoísmos» puede solucionar, o contribuir a resolver los problemas de la humanidad, es de locos.
El pensar que la raquítica política europea del consenso de «cooperativa de egoísmos» puede solucionar, o contribuir a resolver los problemas de la humanidad, es de locos.
No se puede pensar en la sociedad que globlaliza el descarte y la injusticia, que los problemas de mi páis están por delante del resto de la humanidad; es un error en si mismo. Hoy la política es global y convenir que mis problemas los soluciono cerrando las puertas de mi casa, es hacer política contra toda la humanidad.
Sembremos pues cultura solidaria sin descanso, sin esperar a que la vergüenza que hemos de sentir por estas situaciones, crezca hasta niveles que ni nosotros mismos nos reconoceremos en el espejo.
¿Habrá algo de dignidad ahí afuera?
Mientras tanto decenas de niños se hacinan en la bodega del barco, bodega con olor a vómito, a suciedad y combustible. Donde algunas de las mujeres que han sido esclavas sexuales acogen a sus bebés en brazos, con la mirada perdida en la oscuridad de la escalinata que lleva a cubierta. ¿Habrá algo de dignidad ahí afuera?
Redacción Solidaridad.net