El Ayuntamiento de Santander, aunque aprobó la moción contra la Esclavitud Infantil, objetivamente –con los hechos- está a favor de que se perpetúe este crimen…
El pasado mes de diciembre, cuando el Movimiento Cultural Cristiano, Camino Juvenil Solidario y el Partido Solidaridad y Autogestión Internacionalista (SAIn) llevaban a cabo los actos de la Campaña Contra las Causas del Hambre, del Paro y de la Esclavitud Infantil, y se concentraban en la Plaza del Ayuntamiento en solidaridad con los millones de hambrientos de nuestro mundo, el Ayuntamiento de Santander penalizó el acto con el inicio de un expediente sancionador de 600 euros.
A finales del mes de abril se ejecutó otra multa por el Ayuntamiento de más de 100 euros por poner un puesto con publicaciones solidarias y así sucesivamente. Estamos construyendo una sociedad en la que alzar la voz contra las injusticias y crear una conciencia solidaria con las víctimas, con los 100.000 hambrientos que mueren diariamente –la mitad, niños- es perseguido, se considera como delictivo y por tanto, penalizado. ¿Que sociedad estamos dejando a nuestros hijos?
El Ayuntamiento de Santander, aunque aprobó la moción contra la Esclavitud Infantil, objetivamente –con los hechos- está a favor de que se perpetúe este crimen. Utiliza sus poderes coercitivos para impedir el libre ejercicio de la libertad de expresión amparado por nuestra Constitución, en claro síntoma de un totalitarismo que quiere abarcar todos los planos de la vida de la sociedad.
Asistimos a una corrupción de las instituciones políticas con la complicidad de nuestro silencio. Y así la política, que es la consecución del bien común para toda la sociedad, especialmente de los más débiles y de los que más sufren, se convierte en el gobierno a favor de unos pocos privilegiados, y se oprime aún más al pobre. La vida pública se ahoga con numerosas normativas, ordenanzas, que pretenden dictar lo que debemos hacer en cada momento y que de hecho, llegan a impedir el libre ejercicio de derechos fundamentales garantizados por la Constitución.
Pero la historia nos ha demostrado que allí donde se intenta ahogar la conciencia, ésta resurge con más fuerza. Los niños esclavos, los hambrientos, las víctimas del paro y la explotación laboral, las víctimas de todo atentado a la integridad y dignidad de la vida sagrada de la persona, son nuestra conciencia. ¡No se puede ni se va a callar su sufrimiento a base de multas, señor Alcalde! Hoy es más necesario que nunca crear en nuestras calles, ambientes, e instituciones una opinión pública solidaria con los empobrecidos de la tierra.
Carta al Director publicada en el Diario Montañés