Estados Unidos, bilingüe

2013

Carod Rovira está consternado. A pesar de sus denodados esfuerzos para borrar el abominable idioma castellano de la faz del orbe, parece que su cruzada se estrella contra la realidad de los que tienen la desfachatez de no pensar como él.

El catalán es un bellísimo idioma español hablado por 3 millones de personas. El castellano es otro bellísimo idioma español hablado por 450 millones en todo el mundo, entre las cuales están los 7 millones que viven en Cataluña.

Desde Suecia a Japón, desde Alemania a Corea, el español es, tras el inglés, la lengua extranjera elegida por los estudiantes. Ya en 1999, el idioma de Cervantes superó al inglés como lengua nativa: 332 millones contra 322. Nueve años después, la diferencia se ha acentuado. Y si bien conviene reconocer que, como idioma internacional, el inglés representa hoy el 70%, el español supone el 10% y el resto de los idiomas el 20%, entre otras razones porque el chino se mueve en una selva dialectal y además no es una lengua internacional. Las predicciones de Ángel López García en su revelador libro El boom de la lengua española se están haciendo clamorosa realidad y en el país más poblado de Iberoamérica, Brasil, el estudio del español es ya oficial, mientras Carod Rovira lo extirpa, con grave perjuicio para los catalanes, de las escuelas y colegios de Cataluña. El aldeanismo decimonónico de algunos nacionalistas no conoce límites y raya en el esperpento.

Desde un punto de vista puramente científico, se puede afirmar que los Estados Unidos de América, primera potencia del mundo, se está convirtiendo en una nación bilingüe. Eduardo Lago patrocina un libro, que yo dedicaría a Carod Rovira y a sus cómplices, del que se pueden extraer algunas conclusiones reveladoras. Estados Unidos es ya la segunda nación hispanohablante del mundo, después de México y por delante de España. Le queda poco para alcanzar los 50 millones de personas con el español como idioma nativo. Más de seis millones de estudiantes están matriculados en español en los diversos niveles de la enseñanza pública. La suma de todas las demás lenguas -francés, alemán, italiano, portugués, ruso, japonés, chino, etc.- es inferior a la demanda de los estudiantes en español. Sólo los universitarios han superado ya el millón de los que aprenden el idioma de Neruda y Lorca. El Nobel García Márquez considera inevitable la coexistencia lingüística en Estados Unidos. Las cadenas de televisión en español garantizan que nuestro idioma no se perderá en terceras o cuartas generaciones, como ha ocurrido hasta ahora. Por otra parte, las minorías hispanas en EE. UU. ya no ocultan su origen. Se sienten orgullosas del idioma que reafirma su identidad cultural.

Mientras diminutas minorías de políticos tuertos persiguen el castellano en Cataluña, Vascongadas y Galicia, la primera potencia del mundo se está haciendo bilingüe y el español, tras el inglés, es el idioma elegido en todo el mundo por los estudiantes. Claro es que Carod Rovira seguirá multando a los comercios catalanes que rotulen en castellano, continuará sancionando a los niños que se expresen en la lengua cervantina en el recreo de los colegios, y financiará todo lo que pueda oscurecer el idioma de Marsé y Boadella. Está haciendo con el castellano lo mismo que hizo el dictador Franco con el catalán y que provocó el que muchos firmáramos un manifiesto a favor del idioma de Pla, tras la publicación del memorable artículo El catalán, un vaso de agua clara, escrito por un autor andaluz.

Pere Gimferrer, de la Real Academia Española, el mejor poeta actual, que ganará para España el Nobel de Literatura por su obra en catalán, podría explicar a algunos obtusos nacionalistas de su tierra el error inmenso que están cometiendo y el daño que hacen a las nuevas generaciones de Cataluña. Explicar todo esto a los nacionalistas cerriles es como echar agua en el mar, al decir de Cervantes. «La estupidez -escribió Unamuno refiriéndose a su patria chica- no será nunca ajena a los políticos de campanario».


Luis Mª Ansón,
de la Real Academia Española