Libre comercio a sangre y fuego (extracto)

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Las principales beneficiarias de estos acuerdos de libre comercio serán las grandes empresas transnacionales de origen europeo.

La UE insiste en concretar un TLC (Tratado de Libre Comercio) con Perú y Colombia en el marco de la Comunidad Andina de Naciones a pesar de la oposición de Bolivia y Ecuador.


Bruselas no descansa… o como reza un viejo adaggio de la era soviética «Bruselas no cree en lágrimas». Es que el bloque europeo ha reanudado su campaña para rubricar un Acuerdo Global o Tratado de Libre Comercio con Perú y Colombia, a pesar que las negociaciones en ese sentido han significado un quiebre en el marco de la Comunidad Andina de Naciones (CAN).


«Las negociaciones tenían que seguir adelante con los países que estaban listos para avanzar», expresó Pozzo di Borgo  en referencia a Perú y Colombia.
La Unión Europea (UE) pretende el Tratado de Libre Comercio con Perú y Colombia dentro de las negociaciones para un acuerdo de asociación estratégica con la Comunidad Andina de Naciones, aunque en noviembre pasado Bolivia y Ecuador dejaron claro que la «propuesta» europea resulta inaceptable para sus proyectos de desarrollo nacional.


Europa cuenta con un documento clave en materia de política comercial: «Europa Global». En dicho texto se establece la necesidad para la generación de empleo dentro de los límites de la UE de favorecer la expansión de las corporaciones europeas a través de tratados librecomerciales específicos con el sur.


Aunque ni La Paz ni Quito han rehusado el diálogo político y el afianzamiento de la cooperación, han manifestado la inviabilidad de establecer compromisos de libre comercio que allanen el camino a las corporaciones europeas en la región latinoamericana. También han rechazado los contenidos de propiedad intelectual y biodiversidad incluidos en la matriz de «Europa Global».






Las principales beneficiarias de estos acuerdos de libre comercio serán las grandes empresas transnacionales de origen europeo.


Los acuerdos de libre comercio que promueve la UE en sus negociaciones con los países latinoamericanos desde el 2007 son promocionados como instrumentos para hacer posible el crecimiento económico, la lucha contra la pobreza, el cuidado del medio ambiente y las instituciones democráticas. Sin embargo, a más de un año de iniciadas las negociaciones, las evidencias están señalando cada vez con más nitidez que, por un lado, las principales beneficiarias de estos acuerdos de libre comercio serán las grandes empresas transnacionales de origen europeo que operan en los sectores de la energía, los servicios públicos, las grandes empresas de la agroindustria, químicas, farmacéuticas y de la biotecnología, así como las cada vez más poderosas empresas de la industria de la celulosa y el papel. Y por otro las grandes poblaciones de campesinos, el medioambiente, la seguridad alimentaria y la biodiversidad aparecen como los grandes perdedores, exactamente lo opuesto a lo que propugnan los documentos oficiales de Bruselas.


De esta manera la UE culmina un año de intensas presiones sobre Sudamérica y Centroamérica -incluyendo la cuenca Caribe- para forzar a los gobiernos a suscribir acuerdos de asociación y en ese sentido la reciente visita del presidente francés a Brasil lo dejó claro.


A nivel del Mercosur (Argentina, Brasil Uruguay, Paraguay), pieza clave en la estrategia europea en Sudamérica, países como Uruguay y Brasil se han mostrado proclives a sumarse a la lista de naciones vinculadas a Bruselas a través de Acuerdos de Asociación (Tratados de Libre Comercio).