Más de 120 quemados en una fábrica de Bangladesh. No es la primera ni será la última tragedia que tiene lugar en los “talleres” de esclavos que recorren la geografía de la explotación en el mundo ofreciéndonos una idea clara de en qué condiciones se está “trabajando”.
Además, en los últimos meses, la opinión pública ha tenido entre sus manos numerosos informes que hacían imposible negar que en miles de productos de nuestro consumo diario estamos comprando "la sangre de los niños". En la trastienda de los ipad, los iphone… de Apple, están los niños esclavos. En la de Zara (Inditex), en la de El Corte Inglés, en la de miles de productos industriales… hay niños esclavos. Detrás del chocolate de Nestlé, de los perfumes y los pintalabios, de miles de plantaciones con las que se especula, hay niños esclavos. Detrás de la miseria a la que se condena a millones de adultos que transitan entre el paro y explotación, hay niños esclavos: niños a merced de las bandas del narcotráfico, de los ejércitos y las guerras, de todo tipo de mafias… No son "efectos colaterales", son parte integrante de este sistema capitalista criminal.
Quienes miramos para otro lado ante el drama mundial de la esclavitud infantil, gobiernos y "sociedades del bienestar" incluidos, hoy vemos eliminarse los privilegios, los puestos de trabajo, y cómo las personas nos convertimos en auténtica mercancía barata a merced de la competitividad. Y quienes renuncian a su erradicación, como los sindicatos oficiales, en aras del trozo del pastel que reciben de su traición internacionalista, también deben aparecer entre los cómplices activos de este crimen contra la infancia.
La conciencia histórica colectiva, plasmada en declaraciones, parece no admitir dudas en relación a la ilegalidad y la salvaje inmoralidad que implica la eliminación, la explotación y la esclavitud de los niños. No sabemos qué más "legalidad" hace falta para que se cierren todas las empresas que trafiquen con el sudor y la sangre de los niños, para que se boicoteen todos los productos manchados con esta ignominia, para que se condene a la cárcel a todos los explotadores y esclavistas.
No sabemos para qué sirven la Organización Internacional del Trabajo, la UNICEF, o el Tribunal Penal Internacional si son incapaces de combatir eficazmente uno de los mayores atentados perpetrados contra el mundo del trabajo y la infancia. Si no valen para esto, mejor que desaparezcan cuanto antes.
Numerosas organizaciones y países de todo el mundo vienen celebrando ya el 16 de Abril como el Día internacional contra la Esclavitud Infantil. Numerosos medios de comunicación lo mencionan, aunque callando sus causas. El 16 de Abril de 1995 la mafia tapicera de Pakistán asesinaba a Iqbal Masih, niño de 12 años, esclavo del trabajo tapicero, y católico. Él gritó muy alto y claro: ¡No compréis la sangre de los niños! Y lo pagó con su vida. Su testimonio y el de miles, manifiesta a las claras que la Esclavitud Infantil puede y debe desaparecer ya. ¿A qué esperamos?.