El Gobierno ingresa en centros bajo custodia militar a los indocumentados.
El Tribunal de Estrasburgo califica la detención de “injusta y arbitraria” Es el país más pequeño y con mayor densidad de población de Europa
“Es como si de golpe llegaran a Alemania 400.000 irregulares”, alega el Ejecutivo “Nadie les ha invitado”, rezan los carteles contra la presencia foránea.
El mapa de cicatrices y huesos rotos en la espalda y los pies de Michael Wubseth no invita a averiguar más detalles sobre los motivos que le llevaron a huir de Etiopía. Este opositor de 29 años agarró un día a su mujer y, tras una odisea de 14 meses por el desierto —“a pie, o en la caja de una camioneta con 50 personas más”—, se embarcó en Libia con destino a la Europa continental. Pero su viaje, como el de otros miles de boat people, se frustró en las costas de Malta, donde la pareja vive ahora con su bebé de tres meses en un “centro abierto” para extranjeros, el segundo paso en la política de detención del Gobierno maltés hacia todo indocumentado que llega al país.
El primero es más duro: uno de los dos centros de detención con alambradas de espino y custodia policial y militar donde son internados durante meses los irregulares. “Un máximo de 12 meses los peticionarios de asilo, 18 en el caso de los inmigrantes económicos. Pero ninguno llega a cumplir el límite”, explica Joseph Saint-John, director general de Desarrollo y Políticas del Ministerio del Interior.
Michael y su esposa, eritrea, han logrado el estatus de refugiados, por lo que reciben 32 euros por cabeza a la semana, pero no pueden hacer vida normal, “ni alquilar una casa, ni trabajar, no hay ofertas”, cuenta ante la oficina del Servicio Jesuita a los Refugiados, una de las ONG más activas en la denuncia de las condiciones de vida de los recién llegados. Como estas: “En el centro hace mucho frío. En el cuarto no hay cocina, ni lavabo ni sitio para cambiar al bebé. En una habitación vivimos dos parejas con cuatro niños”, denuncia. “Lo único que pretendemos es salir de ahí y alquilar un piso con otros refugiados, pero ningún casero nos quiere”.
La trayectoria de Michael o Ahmed ilustra a la perfección las características que reviste el fenómeno de la inmigración en Malta.
La política de detención sistemática de los indocumentados es blanco de las críticas de organizaciones de derechos humanos. “Pasan directamente de manos de la policía al centro de detención..
El Tribunal europeo de DD HH ha dictado varias sentencias contra Malta por las condiciones inhumanas o degradantes de la detención, y Acnur la ha calificado de “ilegal y arbitraria”. El Gobierno maltés ha recurrido dos de ellas.
Arracimados en torno a los centros abiertos y en las rotondas de acceso a la capital, a la espera de un capataz que les ofrezca un jornal; a la puerta de locutorios y peluquerías, los africanos —casi siempre en pequeños grupos que se mueven como bandadas de pájaros—, son una presencia aún extraña en la blanca Malta.
Autor: M. A. Sánchez-Vallejo ( * Extracto)