Los nazis encerraron en el campo de Dachau a 2.500 clérigos católicos: más de mil murieron allí

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Dachau - Déportés se rendant au réfectoire avec leur gamelle

Entrevista a Guillaume Zeller periodista y redactor jefe deDirectMatin.fr. También ha sido responsable de investigación en el servicio histórico de la Armada francesa. Su nuevo libro «La Baraque des prêtres, Dachau, 1938-1945» (El barracón de los sacerdotes, Dachau, 1938-1945) acaba de ser publicado.

¿Cómo explica el número de sacerdotes, seminaristas y monjes deportados a Dachau?

De 1938 a 1945, 2.579 sacerdotes, seminaristas y monjes católicos fueron deportados por los nazis, como también 141 pastores protestantes y sacerdotes ortodoxos. En lo que respecta a los católicos, el Vaticano no consiguió impedir su deportación. Lo único que obtuvo la Santa Sede es que fueran todos agrupados en Dachau. Estos hombres de Iglesia procedían de toda Europa: Alemania, Austria, Checoslovaquia, Polonia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Francia y también de Italia.

No fueron arrestados por ser sacerdotes católicos en el sentido estricto, sino por razones varias. Los alemanes pagaron el precio de su oposición al programa de eutanasia hitleriano, el plan T4. Los sacerdotes polacos eran considerados por los nazis como élites eslavas y los incluyeron entre sus objetivos, como testifican los informes enviados por Heydrich sobre los arrestos llevados a cabo en Polonia en 1940 por los Einsatzgruppen [«grupos operativos» o «grupos de operaciones», nombre de un conjunto de escuadrones de ejecución o escuadrones de la muerte itinerantes especiales formados por miembros de las SS, SD y otros miembros de la policía secreta de la Alemania Nazi, ndt].

Por su parte, los sacerdotes franceses – había 156 en Dachau – fueron deportados por su participación activa a la resistencia interior.

¿Cómo se organizaba la resistencia moral y espiritual de los sacerdotes y seminaristas deportados en este campo?

Los religiosos de Dachau tenían los mismos sufrimientos que sus compañeros laicos. De los 2.720 religiosos, 1.034 – de los cuales 868 polacos – murieron en el campo hasta que éste fue liberado. Pero ellos consiguieron, en conjunto, conservar una increíble dignidad, ante los intentos de las SS, apoyadas por los kapos, de deshumanizar y envilecer a los prisioneros.

Primo Levi [escritor italiano de origen judío sefardí, superviviente del Holocausto, estuvo prisionero en el campo de concentración de Monowice, subalterno del de Auschwitz, ndt], aunque era ateo, relata en Si esto es un hombre la notable resistencia moral e intelectual de los rabinos deportados en Auschwitz. Si bien las circunstancias son distintas, esto mismo vale para los sacerdotes de Dachau. Estos hombres de Iglesia se esforzaron por mantener las virtudes de fe, esperanza y caridad. La oración, los sacramentos, el apoyo prestado a los enfermos y moribundos, la organización de la formación teológica o pastoral clandestina y la reconstitución de la jerarquía eclesial fueron una armadura que les permitió preservar su humanidad. También estaba presente en sus corazones y en su espíritu el precedente de las persecuciones a la Iglesia durante los primeros siglos del cristianismo.

Su libro está lleno de historias individuales increíbles…

La perversidad del campo de concentración reside particularmente en el hecho de que las SS hacían que los detenidos se pelearan entre ellos. El peor enemigo de un deportado era a menudo otro deportado. Ahora bien, en su gran mayoría, los sacerdotes de Dachau no cedieron a este mecanismo. Más bien al contrario, abundan los episodios heroicos.

En el invierno de 1944-1945, los deportados fueron diezmados por una epidemia de tifus. Mientras las SS y los kapos abandonaron los barracones infectados, diversas decenas de sacerdotes enfermaron voluntariamente, plenamente conscientes del riesgo que corrían, por ocuparse y consolar a los agonizantes. Varios de ellos murieron.

Otro episodio: la ordenación clandestina de un joven seminarista alemán in articulo mortis, Karl Leisner, por un obispo francés, monseñor Gabriel Piguet, obispo de Clermont-Ferrand, partidario del Mariscal Petain pero deportado a Dachau por su apoyo a las redes clandestinas de alojamiento y ocultación de judíos y que hoy forma parte de los Justos de Yad Vashem. La ordenación clandestina de este joven seminarista alemán agonizante, única en la historia de la Iglesia, fue celebrada en una auténtica capilla, habilitada en uno de los barracones del campo reservado a los religiosos.

Por decisión de Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, 56 eclesiásticos fallecidos en Dachau han sido beatificados tras el proceso que estableció la práctica de virtudes naturales y cristianas de manera ejemplar y heroica. En el campo de Dachau se halla el mayor cementerio de sacerdotes católicos del mundo.

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