No quieren que sean regulados, que lleven etiquetas diferenciativas, pero siguen siendo organismos modificados genéticamente (GMOs). Multinacionales de distintos sectores llevan cerca de ocho años presionando a la Comisión Europea para que las nuevas técnicas de modificación genética escapen a la regulación, lo que les permitiría seguir criando y comercializando animales y plantas a los que se hayan aplicado estas técnicas sin que sean identificados como GMOs.
«Están presionando para que las nuevas técnicas queden fuera de regulación».»Quieren que estos productos ni siquiera sean marcados y detectados», explica a este diario Nina Holland, investigadora del Observatorio Corporativo Europeo (CEO) y autora de su último informe. Público avanza este martes el nuevo estudio del CEO -Lobbies de la biotecnología presionan para que los GMOs escapen a la regulación-, que documenta los intentos de los lobbies empresariales para influir sobre la Comisión, y que sale a la luz poco antes de que Bruselas dé nuevos pasos en este sentido.
El estudio afirma que la Comisión pondrá nuevas cartas sobre la mesa en febrero de 2016, pero Holland afirma que finalmente se retrasará hasta marzo. La investigadora explica que Bruselas no lanzará otra normativa, sino una nueva interpretación legal de la que ya existe, que data de 2001. Por su parte, la Comisión Europea no ha atendido la solicitud de información cursada por este diario, ni ha aclarado en qué plazo dará nuevos pasos en este sentido.
El vehículo para estas acciones de presión es la Plataforma de Nuevas Técnicas de Crecimiento, que cuenta con los servicios de la firma de relaciones públicas y lobby Schuttelaar & Partners, que gestiona acciones de presión «a la sombra» y ha tenido entre otros clientes a la multinacional Monsanto. Se financia con las aportaciones de sus integrantes -fundamentalmente grandes empresas-, entre las que se encuentra la española Semillas Sitó, con sede en Barcelona. Mientras tanto, otras empresas han presionado directamente a varios estados miembro, logrando que “algunos gobiernos hayan estado abogando activamente por la desregulación de las nuevas técnicas de modificación genética a nivel europeo», según el texto.
En su informe, el CEO explica que la estrategia de estas empresas para lograr su objetivo arranca con el uso de una terminología engañosa -hablan de Nuevas Técnicas de Crecimiento obviando que estas se basan en la modificación genética-, y detalla algunos de los argumentos que enarbolan estas empresas, a los que también da réplica. «Lo llaman crecimiento cuando es una modificación del genoma, pero estas técnicas son nuevas, no tienen un historial de uso seguro y tienen que ser reguladas», afirma Holland.
El documento explica también cómo las multinacionales defienden que estos procedimientos no necesariamente implican la introducción de fragmentos del genoma de otros organismos -transgénesis- algo que a juicio del CEO también entraña riesgos para la salud y el medio ambiente. «No está probado que sean técnicas seguras, pueden tener efectos adversos, como señalan varios estudios». «Y es totalmente irrelevante de dónde venga el genoma, la ley no dice que sea determinante», sostiene la investigadora.
Su informe presenta también dos casos concretos para ilustrar esta realidad, y alerta de los riesgos de que la Comisión finalmente adopte los postulados de los lobbies en esta materia, y de que por tanto deje a un lado el principio de precaución que teóricamente debe prevalecer. Para el CEO y varias organizaciones ecologistas, estas técnicas deben ser controladas y reguladas, pero es la Comisión quien tendrá la última palabra al respecto.
TTIP, aliado de las corporaciones.
La Comisión Europea ha insistido en que los organismos genéticamente modificados quedarán fuera del TTIP, el tratado de libre comercio que Washington y Bruselas negocian con sigilo. Sin embargo, uno de los argumentos de la Plataforma es que una mayor regulación en la materia crearía barreras al comercio, lo que en palabras de Holland “encaja con lo que el TTIP quiere hacer”.
Además, varios correos electrónicos de la Comisión prueban que la regulación de nuevas técnicas de modificación genética estuvo sobre la mesa de debate en la ronda de negociaciones del Transatlantic Trade and Investment Partnership de marzo de 2014, en Washington. El enfoque de estas conversaciones y las comunicaciones entre los lobbies empresariales y Bruselas sigue también la línea de pedir un menor control normativo, siempre según el estudio. “La regulación de las técnicas de modificación genética sería otro de los obstáculos para el TTIP”, apostilla la investigadora del CEO.
Otro estudio del grupo de Los Verdes en el Bundestag alemán-Libre comercio: abriendo las puertas a la ingeniería genética en agricultura- ya alertaba hace meses de los peligros que encierran las alianzas comerciales como el TTIP o el CETA (UE-Canadá) en esta materia. Mientras tanto, Bruselas insista hasta la saciedad en vender las bondades de este tipo de acuerdos, negando incluso el oscurantismo con el que están siendo negociados, y descartando que entrañen riesgos.
Fuente: Público