La información de la agencia de noticias rusa Sputnik causó consternación e inquietud en la región centroamericana. Con fecha 25 de abril, una fuente del Centro de Análisis del Comercio Mundial de Armas confirmó que Rusia enviaría los primeros 20 carros de combate modernizados T-72B1 a Nicaragua, de un lote total de 50, valorados en unos 80 millones de dólares
«Rusia empieza a cumplir el contrato de suministro a Nicaragua de 50 tanques modernizados T-72B1 en el marco de la cooperación técnica-militar bilateral, el primer lote de 20 máquinas ya está preparado para el envío», dijo la fuente no identificada, quien agregó que el resto de vehículos de combate llegarían a más tardar en 2017.
El mismo despacho de noticias agregó que las fuerzas armadas nicaragüenses también encargaron a la parte rusa, 4 lanchas patrulleras del proyecto 14310 Mirazh, 2 lanchas coheteras del proyecto 1241.8 Molnia y un número no determinado de aviones escuela Yak-130.
Roberto Cajina, experto nicaragüense en temas de Defensa y Seguridad y ex asesor del Ejército de Nicaragua, estimó que ese paquete de ayuda militar podría rondar los 350 millones, ya que calcula que cada lancha patrullera cuesta unos 45 millones de dólares, las patrulleras Mirazh alrededor de 24 millones de dólares cada una y cada avión Yak-130 unos 16 millones de dólares.
«No tiene ningún sentido comprar 50 tanques T-72B1, hay una cantidad de problemas sociales a los cuales hay que darles prioridad en Nicaragua. Aquí no hay una hipótesis de conflicto, ni amenaza presente. Apunta al inicio peligroso de una insensata carrera armamentista, que lógicamente va a provocar suspicacias entre los países vecinos», afirmó Cajina.
Estudios de opinión pública de CID-Gallup Latinoamérica le dan la razón a Cajina. De acuerdo a Carlos Denton, director ejecutivo de esa firma encuestadora, el 73% de los costarricenses opina de forma desfavorable sobre la compra de tanques rusos por parte del gobierno nicaragüense. Y 46% está convencido de que si Nicaragua llegara a utilizarlos, sería en contra del vecino país del sur.
Mientras tanto, 62% de los hondureños consultados por CID-Gallup también ve desfavorablemente la compra de los tanques rusos T-72B1 por parte de Nicaragua. Al consultarles sobre contra cuál país podría utilizarlos, 49% dijo no saber, 27% apuntó hacia Honduras y 11% opinó que contra El Salvador.
En Nicaragua, un país donde estudios recientes han confirmado que casi 40% de la población vive en condiciones de pobreza, el 53% de la población consultada por CID-Gallup opinó en forma desfavorable sobre la adquisición de los equipos bélicos, mientras apenas 23% lo hizo a favor.
Lina Barrantes, directora ejecutiva de la Fundación Arias -organización fundada por el ex presidente de Costa Rica y Premio Nobel de la Paz, Oscar Arias Sánchez- lamentó la compra de tanques rusos. «Una vez que un Estado entra en conciencia que los estados vecinos están adquiriendo armamento y equipo militar, se genera un sentimiento de alarma y desconfianza. Tal es el caso actual de Nicaragua, que está ampliando su capacidad armamentista», afirmó a E&N.
Barrantes añadió que Centroamérica se encuentra retomando la carrera armamentista, bajo la premisa de la lucha contra el crimen organizado trasnacional, especialmente el narcotráfico, en países como Nicaragua, El Salvados, Honduras y Guatemala. Para ello están adquiriendo equipo cada vez más sofisticado y poderoso.
Señaló que prueba de ello son las compras de armamento y las donaciones militares que están recibiendo de países como Rusia, Estados Unidos, Chile, Taiwán, Brasil, Holanda y la República Checa. Al respecto, aseguró que el gasto militar de estos cuatro países centroamericanos aumentó alrededor de 100 millones de dólares en la última década, ya que pasó de 711,6 millones de dólares en 2003 a 891 millones en 2015.
«En principio cada Estado tiene la soberanía de decidir cómo manejar sus recursos,mientras no pongan en peligro a otros Estados, pero existen acuerdos en la región centroamericana firmados para mantener el equilibrio militar de las Fuerzas Armadas, como por ejemplo el Tratado Marco de Seguridad Democrática en Centroamérica, que pueden llegar a incumplirse si los países deciden comprar desmedidamente equipo bélico», añadió Barrantes, directora ejecutiva de la Fundación Arias.
Desde Estocolmo, la capital de Suecia, el Doctor Sam Perlo-Freeman, coordinador del proyecto Gastos Militares del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI por sus siglas en inglés), lleva el pulso del gasto militar a nivel global y confirma que la región no escapa a la tendencia de una escalada armamentista, aunque con características que la diferencian de otras áreas.
«El gasto militar en Centroamérica está incrementándose, pero esta no es una carrera armamentista en el sentido tradicional, dado que ese incremento no tiene nada que ver con rivalidades entre estados, o con un país respondiendo al incremento entre sus vecinos. Estos están respondiendo a problemas internos de seguridad, denominados la guerra contra los carteles de la droga y otras bandas criminales», dijo Perlo-Freeman a E&N.
El investigador del prestigioso centro de estudios SIPRI confirmó que los gastos militares en la región de Centroamérica y el Caribe, que incluye a México, se incrementaron 3,7% en términos reales en 2015 (eso es ajustando la inflación), y se incrementaron en 84% en términos reales entre 2006 y 2015. La suma total corresponde a 9.500 millones, de los cuales 7.700 millones corresponden a México. Le siguen en orden descendente República Dominicana (443 millones) y Honduras (324 millones).
En el periodo 2006-2015, de acuerdo a las cifras en poder de SIPRI, el gasto militar se incrementó en 186% en Honduras, en 48% en Nicaragua, en 37% en Guatemala y; en 28% en El Salvador. En México correspondió a 92%.
El Dr. Perlo-Freeman estimó que el gasto militar en Centroamérica y el Caribe en 2015 corresponde a alrededor 0,6% del Producto Interno Bruto (PIB) regional y ha sido constante en los últimos años. A su juicio, es uno de los más bajos en una región o subregión.
No obstante, por país, el gasto militar en 2015 corresponde al 1,6% del PIB de Honduras, 0,9% de El Salvador, 0,6% de Nicaragua y 0,4% del PIB de Guatemala, de acuerdo a las investigaciones de SIPRI.
Los casos de Costa Rica y Panama
En el Atlas Comparativo de la Defensa en América Latina y Caribe, edición 2014, producido por expertos de la Red de Defensa y Seguridad de América Latina (Resdal), se abordan los casos de Costa Rica, Haití y Panamá, países que no tienen fuerzas armadas, sino cuerpos de seguridad pública.
En el caso de Costa Rica, de acuerdo a información oficial proporcionada por Resdal y que está incluida en el Atlas, este país disponía de un total de 14.201 efectivos de las fuerzas de policiales y de seguridad en 2014, subordinados al Ministerio de Seguridad Pública desde 1994.
Por otra parte, el presupuesto de seguridad se estimaba en 963.0 millones de dólares, cifra que se ha elevado considerablemente ya que una década atrás sumaba 200 millones. Al respecto, Resdal estima que de 2008 a 2014 dicho presupuesto se elevó en 105%.
Mientras en el caso de Panamá, país que abolió las fuerzas de defensa tras la invasión militar de Estados Unidos en 1989, dispone ahora de 23.105 efectivos de fuerzas de seguridad y policiales, subordinados al Ministerio de Seguridad Pública.
Por otra parte, Resdal estima que su presupuesto de seguridad alcanza los 1.198 millones al año 2014, cifra que en 2005 correspondía a US$300 millones. Al respecto, el Atlas Comparativo de la Defensa en América Latina y Caribe, refiere que entre 2008-2014, dicho presupuesto aumentó en 215%.
Fuente: estrategiaynegocios.net