La sonda Mars Hope (Al Amal en árabe) despegará desde el Centro Espacial Tanegashima. El objetivo no es sólo alcanzar la atmósfera del planeta rojo, sino también cincelar el nombre de Emiratos Árabes Unidos, su promotor, en los récords de la carrera espacial. Con este satélite meteorológico, EAU se convierte en el quinto país en alcanzar la órbita marciana, y el artífice de la primera exploración interplanetaria emprendida por una nación árabe, adelantando a sus rivales regionales con programas espaciales como Arabia Saudí o Catar y acelerando un poquito más la ya en pleno rendimiento carrera espacial en Oriente Medio, que también incluye a su rival Irán.
La carrera espacial ya no es solo de las grandes potencias. A Estados Unidos y Rusia se han unido China y la Unión Europea, y los acuerdos de colaboración, el abaratamiento de los costes y los avances tecnológicos han permitido que países tan pequeños como Emiratos Árabes Unidos, de apenas 10 millones de habitantes, así como otros muchos países, se hayan embarcado en la aventura espacial. Ya como un modo de desarrollar su influencia internacional, ganar peso geopolítico, prestigio o atraer inversores… Si tienen los recursos para ello.
Este verano se lanzarán cuatro misiones internacionales a Marte (EEUU, Europa, China), y la de Emiratos tiene lugar en medio de la pandemia de coronavirus, la recesión económica del país, el desplome de los precios del petróleo, una creciente controversia por su papel en guerras como la de Yemen y la situación de los derechos humanos y de las mujeres en el régimen autoritario, así como el descenso galopante del turismo. ¿Es entonces la sonda a Marte un megalómano proyecto para ganar proyección y peso internacional o parte de la estrategia de Emiratos Árabes Unidos (EAU) para modernizar su joven fuerza laboral y diversificar su economía, altamente dependiente del petróleo?
El satélite Al Amal no llegará a la atmósfera marciana hasta siete meses después de su lanzamiento, coincidiendo -oportunamente- con el 50 aniversario de la formación del país como nación independiente, en diciembre de 2021. Allí, estudiará cambios en la atmósfera del planeta rojo durante al menos dos años. Los datos que recopile el inédito proyecto serán compartidos con hasta 200 instituciones académicas de todo el mundo, aseguran desde Emiratos. El satélite, de 1.350 kg y del tamaño de un SUV pequeño, diseñado por ingenieros emiratíes en colaboración con académicos de varias universidades estadounidenses, y el programa espacial de Emiratos Árabes Unidos en general, es un ejemplo de celebración del nacionalismo del país del golfo: «El objetivo es celebrar nuestro 50 aniversario el 2 de diciembre de 2021 con un gran mensaje [al mundo] alcanzando Marte», ha afirmado Omran Sharaf, líder del proyecto.
En los últimos años, y de la mano del emir Mohamed bin Rashid Al Maktum,EAU, y muy especialmente el emirato de Dubai, han apostado por la modernización radical del reino del desierto, con proyectos futuristas, hoteles flotantes, islas artificiales y rascacielos de vértigo que lo han colocado en más de una ocasión en los rákings de países más modernos y desarrollados, pese a su pobre registro en otros aspectos.
Lucha por la imagen
No es el único país que aprovecha las bondades publicitarias de la carrera espacial para ofrecer una imagen de modernidad o de, según han denunciado activistas y analistas, de «whitewashing» (blanqueamiento). Ya en 1985, Arabia Saudí mandó al primer árabe y musulmán al espacio, como parte de la misión de lanzamiento del satélite Arabsat-1B en el trasbordador espacial de la NASA Discovery. Aunque la misión era norteamericana, como parte de los convenios propios de la época se decidió que uno de los asientos para astronautas de la misión fuera ocupado por un tercer país, en este caso la rica Arabia Saudí.
El elegido fue Sultan bin Salman bin Abdulaziz Al Saud, miembro de la realeza del reino saudí (hijo de Salman bin Abdulaziz Al Saud, entonces gobernador de Riyad y ahora rey de Arabia Saudí). Era muy joven (28 años, uno de los astronautas en el espacio más jóvenes de la historia), de aspecto agradable, con un bien pulido bigote y que trajo a la palestra pública de la atención internacional preguntas como: ¿Cómo podría rezar, mirando a la Meca, mientras estuviera en el espacio? o ¿Cómo cumplir el ayuno propio del Ramadán, mes sagrado para los musulmanes? (Ninguna cuestión que no pudiera solventarse pero que recuerda un poco, por su pertinencia y dibujo de la situación en la NASA, a la pregunta que hicieron en 1983 a la astronauta Sally Ride, la primera mujer estadounidense en el espacio, de si con 100 tampones tendría suficiente para una misión de 7 días).
Una pista de la capacidad publicitaria de la misión en la que participaba Sultan al Saud la daba su formación: no era científico, no era siquiera militar. Había estudiado medios de comunicación de masas y antes de la misión trabajaba en el Ministerio de Información de Arabia Saudí. Hoy día, tras años como director de la Comisión para Turismo y Antigüedades, es el director de la Agencia Espacial Saudí.
Arabia Saudí fue desde entonces el claro líder espacial entre los países del Golfo y la región hasta 2004, cuando Irán, su principal rival geopolítico, fundó su propia agencia espacial y aceleró con la puesta en órbita de varios satélites e incluso animales.
El establecimiento de la Agencia Espacial Saudí por real decreto en 2018, tras décadas de hiatus, es un ejemplo más del reforzado esfuerzo del reino del desierto en la carrera espacial, espoleado por los avances de sus vecinos, desde Emiratos Árabes Unidos a Catar o, como un rival mucho más establecido, y con años de experiencia en la materia, Irán. Una Agencia Espacial también dentro de los objetivos de la estrategia 2030 del príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman, un compendio que mezcla márketing con proyecciones estratégicas para convertir Arabia Saudí en un país moderno y puntero. Al menos a los ojos del mundo exterior; ya sea abriendo los cines (pero con las películas altamente censuradas y seleccionadas) u otorgando a las mujeres el permiso para conducir, pero luego encarcelando a las feministas locales que lucharon por ese mismo derecho.
Las proyecciones más ambiciosas del programa espacial de EAU incluyen convertirse en un ‘hub’ del turismo espacial y una colonia en Marte para 2117
Tanto Arabia Saudí como Catar o Emiratos Árabes Unidos han hecho del espacio parte de sus planes a largo alcance para modernizar y diversificar sus economías, aunque la pregunta es, para muchos, si hay una sustancia real en su impulso por el espacio si es una estrategia más para cambiar su percepción global, ya sea como un país moderno, enfocado en las ideas científicas, o como una «nación del futuro», el patente sueño del jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum, actual primer ministro y vicepresidente de Emiratos Árabes Unidos, emir de Dubai. Ya en 2017, cuando anunció la promesa de unos taxi-drones para Dubai, declaró: «Hemos pasado de ‘mirar hacia el futuro’ a ‘construir el futuro'».
Adiós al petróleo
En el caso de Emiratos Árabes Unidos, la carrera espacial tiene al menos un objetivo declarado: decir adiós a la dependencia petrolera del pequeño reino del Golfo, de unos 10 millones de habitantes y cuya economía depende del petróleo (un 30% de su PIB en 2019. En 2009, el petróleo suponía un 85% de las exportaciones del país).
«Sabemos que la demanda de petróleo caerá en los próximos años, y por tanto nosotros no queremos estar en una posición en la que, dentro de unas pocas décadas, perdamos una gran parte de nuestra economía», afirma la ministra de Ciencias Avanzadas de EAU, Sarah Al Amiri, en entrevista telefónica. «El sector espacial [en Emiratos] se ha establecido para desarrollar competencias y capacidades, y no solo por el mero desarrollo del sector espacial. Y esto es porque sabemos que para poder desarrollar nuestras economías, tenemos que estar basados en tecnología avanzada. Esta es la razón por la que Emiratos entró en el sector espacial. Porque el sector espacial acelera el proceso [de desarrollo de la economía]».
La tecnología espacial sería el billete de EAU para despedirse de su dependencia del petróleo (especialmente acusada en los otros seis emiratos que forman, junto con Dubai, el pequeño reino del golfo) y construir su posición internacional. «Es sobre el futuro de Emiratos Árabes Unidos y nuestra supervivencia», afirmaba al respecto Omran Sharaf, director de la misión emiratí a Marte en declaraciones a The Guardian.
Aunque la agencia espacial emiratí, la UAESA, no se fundó hasta el verano de 2014, apenas dos primaveras en términos de la investigación en la carrera espacial, ya en 2006 se fundó un centro espacial (con el nombre del emir Maktoum), en 2009 presentaron la instalación de DubaiSat-1, su primer satélite (aunque construido en su mayor parte por Corea del Sur) y nueve años después, en 2018, lanzaban su primer satélite construido completamente por emiratíes, el KhalifaSat. En 2019 pusieron al primer emiratí en el espacio, Hazza Al Mansouri, gracias a un acuerdo con la Agencia Espacial rusa Roscosmos, que le permitió pasar ocho días en la Estación Espacial Internacional. En directo durante su viaje, su rostro se proyectó sobre el Burj Khalifa, el icónico -y más alto del mundo- rascacielos símbolo de Dubai.
El propio proyecto de la Misión Emiratí a Marte se anunció el verano de 2014, prometiendo tener una sonda en órbita alrededor del planeta rojo para diciembre de 2021. En esa línea, y si todo sale bien con el despegue de Al Amal [aproximadamente la mitad de las misiones a Marte desarrolladas hasta la fecha han fracasado, según Sharaf], están cumpliendo con el calendario y las expectativas. Además, EAU está desarrollando un nuevo satélite, el 813, un proyecto conjunto que reúne a ingenieros de 14 naciones árabes, «un mensaje importante de colaboración y cooperación regional pacífica», explica Ahmad Belhoul, director de la Agencia Espacial emiratí y ministro de Educación. En cuanto a futuros proyectos del programa espacial, apunta: «No es un secreto que varias naciones miran a la luna como una posible plataforma de lanzamiento para futuras misiones interplanetarias y como un centro potencial para consolidar la colaboración entre las naciones que viajan al espacio, pero no haremos ningún anuncio oficial por ahora»; insinúa, en declaraciones a El Confidencial.
Está todavía por ver si cumplen con las abultadas promesas que han ido haciendo en declaraciones a la prensa varios altos cargos del programa espacial emiratí. Las proyecciones más ambiciosas del programa espacial de EAU incluyen un puerto espacial, convertir el reino en un ‘hub’ del turismo espacial y una colonia en Marte para 2117, según declaraciones de Mohammed Nasser Al Ahbabi, director general de la Agencia Espacial de EAU recogidas por la prensa en varias ocasiones. Por el momento, en diciembre de 2017 el emir Maktoum anunció en Twitter que el país comenzaba su programa propio de astronautas.