Eutanasia: Genocidio plafinicado

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El Gobierno tiene como objetivo que la eutanasia y el suicido asistido en nuestro país sean un derecho al que puedan acceder todos los ciudadanos prácticamente sin ningún control.

Para conseguirlo proponen en la nueva ley, que tanto la eutanasia como el suicidio asistido, puedan aplicarse, no solamente a enfermos terminales que padezcan dolores insufribles, sino también a cualquier paciente que padezca una enfermedad crónica.

Una ley de eutanasia, que, de aprobarse, va a ser la menos restrictiva de todas las que existen en los siete países que actualmente tienen legalizadas estas prácticas.

La legalización de la eutanasia es un paso más de la estrategia neocapitalista de control totalitario de todas las facetas de la existencia humana.

No es cierto que haya vidas que no merezcan la pena ser vividas. La respuesta ante el dolor o el sufrimiento no es acabar con la vida del que sufre.

No es cierto que exista una demanda natural de la eutanasia en la sociedad. Esta ley es un “producto” ofertado por el sistema capitalista que genera una demanda social inducida por el propio sistema mediante la imposición de unas condiciones sociales y culturales radicalmente inhumanas.

La eutanasia, no es una expresión de libertad individual, ni de dignificación del proceso de morir. Es una expresión de poder, una manifestación de como impera en nuestra sociedad la ley del más fuerte, donde los que tienen el poder imponen su ley sobre los más débiles, los más frágiles, los enfermos, los que tienen dependencia….

Decía Cristine Lagarde (ex-presidenta del FMI) en un informe del año 2012, que “la longevidad es un riesgo para los mercados financieros”. La longevidad es un riesgo para la estabilidad presupuestaria, con lo cual la respuesta es clara, así lo manifestó el presidente de Finanzas japonés hace un par de años (Taro Aso) cuando les dijo a los ancianos de su país que se dieran prisa en morir ya que suponían un elevado coste para el estado.

En la lógica capitalista, las personas que no son rentables pueden y deben ser eliminadas porque son una carga para ellas mismas, para sus familias, para la sociedad y sobre todo para la economía y para el poder.

Por otro lado, la estrategia de proponer cuidados paliativos sin modificar en un ápice las condiciones sociales del hipercapitalismo es una falacia política. Los cuidados paliativos universalmente establecidos son una exigencia moral pero no son suficientes por sí mismos contra la mentalidad eutanásica si las condiciones sociales y culturales impuestas por el capital no cambian radicalmente.

Una postura honrada ante esta injusticia exige en primer lugar denunciar y combatir el propio sistema que lo provoca.

Eutanasia y Capitalismo. Una intrínseca vinculación

Si analizamos brevemente los inicios del capitalismo vemos como lo primero que se produjo fue la acumulación a través del expolio de la riqueza y el sometimiento de los pueblos de todo el mundo al poder de las metrópolis imperiales europeas, siguiendo la estrategia de todos los imperios. Pudo ser a gran escala por las posibilidades de navegación que ya se daban en el siglo XVI.

Posteriormente, la Revolución Industrial propició nuevas formas de explotación de los propios habitantes de las metrópolis provocando inmigración interna del campo a la ciudad y desarraigo. Todo ello al servicio del progreso y el crecimiento del dinero: el capital acumulado tenía que ser invertido y asegurar su crecimiento.

En el siglo XX, como respuesta a la capacidad de rebeldía de los trabajadores explotados gracias a la asociación, el capitalismo diseñó una doble estrategia: control de población en el Tercer Mundo, y complicidad de los trabajadores del Primer Mundo en la explotación de los empobrecidos, rompiendo definitivamente la solidaridad obrera, ruptura ya iniciada en la I Guerra Mundial.

El capitalismo en su versión socialdemócrata, el Estado del Bienestar, aceptó las reivindicaciones obreras, incluso se permitió a la clase obrera ascender al estatus de pequeña clase media, al precio de hacerla cómplice del robo al Sur, al Tercer Mundo. De alguna nueva forma de explotación tenía que salir el dinero necesario; no, desde luego, de los beneficios, ya que las leyes de la economía obligan a que estos sean nuevamente invertidos para garantizar crecimiento. Si falla el crecimiento se hunde el sistema económico. La teoría del reparto, la redistribución, que tan bien sonaba a los oídos de los interesados, a la larga resultó no ser tan cierta.

En la estrategia de control poblacional del capitalismo, al no bastar ya los métodos tradicionales de guerras y hambrunas, se introdujo la anticoncepción como arma política de control. Siguió el aborto. Primero, sólo eugenésico, pues quería aparecer teñido de compasión ante la enfermedad y el sufrimiento, lo que en realidad respondía a otros objetivos, en este caso también puestos de manifiesto con el paso del tiempo: la vida humana debía perder su carácter de inviolabilidad. Una vez aceptado…, ya pasa a ser expresión del derecho de apropiación de la vida de otros, de la vida de los débiles por el poder de los fuertes que imponen sus intereses. Hoy es ya aceptado como parte de un supuesto “derecho a decidir” de la mujer sobre la vida de otro ser humano, en este caso su hijo. Así todos cómplices, el principio de que “los poderosos, los fuertes tienen derecho a decidir sobre la vida de los débiles” pasa a formar parte del “sentido común”. Ya es incluso aceptado como parte de la estrategia anticonceptiva.

En este nuevo contexto, el sexo desplazó su evidente y principal función procreadora, solidaria y comunitaria, hacía su dimensión hedonista. La escala para valorar la importancia y validez de las formas de sexualidad queda establecida por su capacidad de generar placer: el género como ideología (generismo, ideología de género) de transición hacia el transhumanismo. Se rompe así la estructura solidaria básica que es la familia como arma de lucha contra la opresión, tan valorada en los albores del movimiento obrero (aquellos tiempos de la Asociación Internacional de Trabajadores). La consecuencia es que el ser humano queda aislado y fragmentado, centrado en sí mismo e incapaz de asociarse para construir un mundo más justo. Un individuo alienado, sometido a los vaivenes de intereses ajenos.

En estos momentos nos encontramos en una transición hacia el absoluto control de la vida humana, que ya no es un don a custodiar, sino una construcción del propio hombre, cuyo diseño de mejora irá dirigido por la voluntad de poder… de los poderosos, por supuesto.

En la combinación de inteligencia artificial, trans-humanismo y post-humanismo, la biopolítica rediseñará en el futuro, cualitativa y cuantitativamente, una nueva estructura social y sus normas de funcionamiento. Un nuevo pacto social. Posiblemente se tenderá a sustituir, siempre que resulte posible, el trabajador humano por la máquina inteligente, lo que reducirá los conflictos provenientes de la conciencia de la dignidad humillada, la permanente lucha de intereses entre los que miran beneficios y los que exigen derechos. También será posible reducir el ejército de esclavos, solo los que los poderosos necesiten para poder disfrutar de un planeta “habitado”. Para evitar conflictos el capitalismo debe lograr al esclavo con mentalidad de esclavo, tarea esta ardua y difícil ya que la conciencia humana siempre ha reaparecido a lo largo de la historia.

Pero mientras todo esto acontece ha habido una consecuencia, un “efecto colateral” (quizás no previsto) que consiste en el cambio cuantitativo y cualitativo en la estructura de la población: un espectacular aumento de población y posterior envejecimiento, sobre todo en las sociedades occidentales, cuya evolución generará una implosión demográfica también espectacular.

Primero se logró la reducción de la mortalidad, sobre todo infantil, aumentando mucho la esperanza de vida en todos los países enriquecidos.

Después se redujo la fecundidad, pasando así de una población con muchos nacimientos y una tasa alta de mortalidad joven, a una población donde los que nacen viven una larga vida.

Nos encontramos ahora con una población con altísimo índice de dependencia, índice que aumentaría aún más si se lograra un, hipotético y utópico, aumento de la natalidad.

Queramos o no, el envejecimiento genera dependencias, para el año 2050 se estiman más de 130 millones de demencias. Tampoco el aborto eugenésico ha logrado acabar con la discapacidad, ya que los accidentes y enfermedades a lo largo de la vida siguen recordándonos la debilidad humana. En una cultura occidental de ocio y placer, estas situaciones tienen que ser eliminadas, sobre todo por el coste económico que supone tratarlas dignamente.

Definitivamente la eutanasia es un nuevo componente contra la vida, acorde con la evolución del capitalismo que decidió anteponer el capital al trabajo, lo material frente a lo humano, el medio por encima del fin que debiera ser el Bien Común.

¿Qué es la eutanasia?. Conceptos básicos

Uno de los grandes problemas que hay alrededor de la eutanasia es la gran confusión y ambigüedad en los términos que se utilizan. Con frecuencia vemos como en vez de utilizar el término eutanasia se refieren a ésta como muerte digna, derecho a morir, opción al final de la vida, muerte piadosa, muerte por compasión o morir con dignidad. El objetivo es presentar a la opinión pública la realidad de la eutanasia como algo inocuo y compasivo generando así una valoración amable sobre el tema.

Aunque la palabra eutanasia significa buena muerte o bien morir, sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) define la eutanasia como aquella “acción del médico que provoca deliberadamente la muerte del paciente”. Supone procurar la muerte de otro por piedad o compasión ante su sufrimiento o atendiendo a su deseo de morir por las razones que fuere (dolor insoportable físico o psicológico, por sentirse deprimida o con un hastío existencial, por perdida de autonomía, sentirse como una carga o depender de otras personas para cubrir sus necesidades básicas).

El hecho central es que un ser humano da muerte a otro, consciente y deliberadamente, con la voluntad expresa de la persona en base a un poder/autoridad delegada en un médico por el estado.

En la misma línea iría el suicidio medicamente asistido en la que el médico no procura la muerte directamente, sino que facilita los medios para que la persona lo pueda realizar por ella misma.

Otro término que cada vez se utiliza en menor medida es el de eutanasia no voluntaria, ya que en si mismo es un homicidio, ya que se procura la muerte sin constar el consentimiento del paciente, que no puede manifestar ningún deseo, como sucede en casos de niños y pacientes ancianos con enfermedades degenerativas que no han expresado directamente su consentimiento informado.

Después tenemos el concepto de eutanasia pasiva que supone dejar morir intencionadamente al paciente por omisión de cuidados o tratamientos que están bien indicados y son proporcionados. La expresión eutanasia pasiva, se utiliza en ocasiones indebidamente, para referirse a una práctica médica correcta, de omisión de tratamientos desproporcionados o fútiles respecto al resultado que se va a obtener. En este caso no estaríamos ante una eutanasia pasiva sino ante la correcta limitación o adecuación del esfuerzo terapéutico, que es conforme con la bioética y respeta el derecho del paciente a la autonomía para decidir y a la renuncia al tratamiento.

Otro concepto que está en contra de la ética es el encarnizamiento terapéutico (también llamado distanasia, obstinación o ensañamiento terapéutico) que consiste en retrasar la muerte todo lo posible, por todos los medios proporcionados o no, aunque no haya esperanza alguna de curación y aunque esto signifique infligir al moribundo unos sufrimientos añadidos a los que ya padece.

Con cuidado paliativos entendemos la atención a los aspectos físicos, psíquicos, sociales y espirituales de las personas en situación terminal, siendo los objetivos principales el bienestar y la promoción de la dignidad y autonomía de los enfermos y de su familia. Estos cuidados pueden realizarse en unidades hospitalarias o en unidades de atención domiciliaria, Y requieren normalmente el concurso de equipos multidisciplinares, que pueden incluir profesionales sanitarios (médicos, enfermeras, asistentes sociales, terapeutas ocupacionales, auxiliares de enfermería, psicólogos), expertos en ética, asesores espirituales, abogados y voluntarios. Los cuidados paliativos no ayudan a morir a las personas, sino que ayudan a vivir al paciente hasta el último instante de su existencia con el menor sufrimiento posible. Los cuidados paliativos no son la alternativa a la eutanasia sino a la obstinación terapéutica. La alternativa a la eutanasia es la promoción de una cultura del cuidado por la vida.

Un término que genera con frecuencia confusión es la sedación, que consiste en aliviar las causas que producen el sufrimiento del paciente, ya que en ocasiones al hacerlo se acorta la vida del paciente. La clave está en el objetivo que se busca: aliviar las causas que le producen sufrimiento al paciente o acabar con la vida del paciente para acabar con su sufrimiento. En ocasiones es una línea delgada pero es una línea nítida. Podemos así decir que existe la sedación paliativaque supone disminuir el nivel de conciencia para aliviar los síntomas de un paciente moribundo, aunque no causa la muerte intencionalmente. Y por otro lado tenemos la sedación terminal que es una eutanasia a cámara lenta en la que los pacientes que no se encuentran en la etapa activa de morir son sometidos a comas artificiales y se les niega todo el sustento hasta que se deshidratan y mueren.

Y por último tendríamos el término ortotanasia (muerte recta o buena muerte) que es la aceptación de la muerte a su debido tiempo sin acortamientos ni prolongaciones de la vida.

Ecosistema pro-eutanásico

Es evidente que en España se está generando una campaña bien orquestada para lograr su aprobación legislativa y que sea un punto de no retorno. Para conseguir ese objetivo es necesario crear un ambiente pro-eutanásico que facilite la aceptación social sobre el mismo.

¿Como se manifiesta este activismo pro-eutanásico en los ambientes?. A través de unos falsos eslóganes repetidos de manera continua:

  • Se presenta el respeto a la libertad individual como: “Cada uno es libre de vivir y morir como quiera
  • O el respeto a la autonomía del paciente: “Cada enfermo debe tener la libertad para elegir que tratamiento se le administran y cuales no”.
  • Se justifica la calidad de vida por encima de la propia vida: “Existen sufrimientos tan insoportables que hacen que haya vidas que no merezcan la pena ser vividas”.
  • O se plantea la necesidad de unos profesionales que se encarguen del problema para evitar la clandestinidad: “Si siempre va a haber es mejor que haya una ley y que lo haga un profesional

Por un lado se nos quiere convencer de la gran preocupación que existe en la sociedad sobre la eutanasia y por otro lado que ya existe una conciencia social favorable a la legalización tanto de la eutanasia como del suicidio asistido.

Pero la realidad es que no es verdad que hay una gran preocupación social sobre el tema ni una gran demanda. Si uno va al Centro de Investigaciones Sociológicas, y observa los problemas principales que preocupan actualmente a los españoles, la eutanasia no aparece en la amplia lista de problemas (37 ítems).

Y tampoco es verdad que hay ya una gran aceptación sobre el tema de la eutanasia, se nos dice que el 84% de la población está a favor de ella. Pero sin analizas las encuestas, estas están planteadas con preguntas muy dirigidas donde plantean una dicotomía: o muerte plácida con eutanasia o muerte con dolor y sufrimiento sin eutanasia.

Pero si vas al estudio del CIS del año 2009, que es el más serio realizado en España hasta la fecha, encuentras unos datos diferentes. La aceptación de la eutanasia baja al 54%, con un perfil de hombre joven con estudios superiores, no religioso, de clase media, que vive en grandes ciudades.

Los ancianos, los pobres, la gente sencilla, no quieren la eutanasia (entre los mayores de 65 años sólo el 37% está a favor de la eutanasia, los que no tiene estudios sólo un 31%, los pensionistas solo un 27%, obreros no cualificados un 48%, los viudos un 36%, los que viven en ciudades <2000 habitantes /pueblos un 44%).

Son los sanos, los jóvenes de clase media los que quieren la eutanasia, para los enfermos, viejos y pobres.

La eutanasia, volvemos a la idea del inicio, es una imposición del fuerte sobre el débil.

El objetivo de esta campaña proeutanasica es blanquear el concepto de eutanasia para que no se vea que lo que hay detrás de ella es ante todo un homicidio. Por un lado es necesario darle un carácter legal, convertirlo en un derecho. La eutanasia sería una forma más de expresión de “tu derecho a decidir sobre tu propia vida”, sería un paso más en el crecimiento de la autonomía personal. También es necesario darle un carácter científico donde los médicos desde su profesionalidad y asepsia usan la confianza en la relación médico-paciente como argumentos para su aceptación. Y finalmente, es necesario el sentimentalismo, y para ello es necesario exponer a la opinión pública de manera frecuente casos extremos que saquen a la luz la emotividad para acelerar el proceso y lograr solución legislativa en el menor tiempo posible al precio de crear una mentalidad que trivializa la eutanasia convirtiéndola en un hecho socialmente admisible.

Se crea así una presión que provoca que los enfermos y ancianos se sientan obligados a pedir su eliminación para no ser una carga insoportable para los demás.

Cuando la sensibilidad personal o los sentimientos subjetivos los convertimos en fuente de moralidad para justificar nuestros actos podemos llegar a conclusiones objetivamente erróneas. Hay actos subjetivamente bondadosos pero que son objetivamente inhumanos.

Además del ambiente pro-eutanasico existe un sustrato de realidad social donde la eutanasia puede coger argumentos para su aceptación:

Envejecimiento de la población:

Algunos países están considerando la eutanasia como forma para reducir gastos sanitarios y ahorro en las pensiones.

En Canadá la oficina parlamentaria de presupuestos ha cuantificado en 66 millones de dólares, el ahorro derivado de las eutanasias que se han realizado desde junio de 2016 en es país.

Hay que tener en cuenta que:

  • En el año 2030, 1 de cada 4 españoles tendrá más de 65 años.
  • Para el año 2050, 60 millones de europeos tendrán algún tipo de demencia.
  • El 75% del gasto sanitario de una persona se produce en el último año de su vida, y especialmente en el último mes.
  • El gasto sanitario previsto crece cada año. El último ha sido 3.500 millones mayor que el previo.
  • La pensión media que percibe una persona jubilada en España es de sólo 788,9 euros al mes.

Debilidad de la red de cuidados de los ancianos y enfermos crónicos:

  • El 10 % de nuestros mayores necesitan ayudas especiales.
  • Unas 250.000 personas en España están a la espera de recibir alguna prestación por dependencia.
  • 80 personas se mueren al día (30.000 al año) sin llegar a percibir la prestación por la dependencia.

Insuficiente dotación de residencias de ancianos y hospitales para enfermos crónicos.

  • El 5% de los mayores de 65 años necesitan cuidados especializados para sus enfermedades crónicas y degenerativas. En España faltan 90.000 plazas de residencias.
  • El sector privado está acaparando el mercado de residencias. En Madrid de las 473 residencias el 70% está gestionadas por organizaciones privadas.

Insuficiencia de unidades de cuidados paliativos.

  • En España no se garantiza el acceso universal a las unidades de cuidados paliativos.
  • La creación de unidades de cuidados paliativos está estancada.
  • No hay una ley que regule los cuidados paliativos en España.
  • 80.000 personas mueren sin tener acceso a cuidados paliativos especializados cada año.

Debilidad creciente de la red familiar-comunitaria para el cuidado de enfermos y ancianos

  • Más de 850.000 personas mayores de 80 años viven solas en España.
  • El aumento del maltrato a ancianos dentro del ámbito familiar ha crecido en un 45% en los últimos cinco años. Así tenemos que 60.000 ancianos sufren maltrato cada año.

Estas condiciones socio-económicas empujan con fuerza a la población a aceptar necesariamente la eutanasia, de tal forma que la “oferta” de la eutanasia por parte del poder, genera la propia “demanda” de la misma. Demanda que no existiría si la cultura y las condiciones sociales fueran diferentes. Familias desestructuradas, precariedad laboral, fracaso escolar, narcisismo patológico, soledad y aislamiento, insolidaridad y desvertebración social, etc… forman un ecosistema propicio para que los más débiles de la sociedad sean suprimidos incluso con su solicitud y consentimiento, y el de sus familias.

El capitalismo actualmente hegemónico ha conseguido generar una atmósfera social que convierte, objetivamente, a la legalización de la eutanasia en un genocidio planificado de ancianos, enfermos crónicos, personas sin sentido vital, etc. Son personas que ya no son útiles o no se sienten útiles; que consumen muchos recursos de forma “no sostenible” y suponen una gran carga física, psíquica y moral.

Es evidente, por tanto, que la mentalidad eutanásica ya ha sido sembrada en silencio desde hace mucho tiempo en la conciencia del pueblo. Ahora queda el paso, no menos importante de legalizarla. La legalización, no es un mero formalismo ya que tiene un gran poder conformador de la conciencia moral de la sociedad, especialmente de los más jóvenes.

La ecuación es muy sencilla y potente: si algo es legal será porque es bueno. A partir de ese momento va desapareciendo el debate social.

La legalización de la eutanasia y del suicidio medicamente asistido en España

Está encima de la mesa legislativa la proposición de ley orgánica de regulación de la eutanasia redactada por el grupo parlamentario socialista. En este momento, ya se han presentado las enmiendas de los grupos parlamentarios y ya se tiene el dictamen favorable de la comisión de justicia. El último paso que queda es su aprobación en el congreso y senado.

Los motivos expuestos por los que se presenta esta proposición de ley son tres:

1) Porque la sociedad lo demanda. Ya hemos visto que no es real, y más que responder a una demanda social, lo que esta ley pretende, es promoverla.

2) Porque en otros países de nuestro entorno está legalizada. No es real, solo 4 países de Europa la tienen legalizada.

3) Y por transformar la eutanasia en un derecho. Es probablemente la justificación real. La exaltación de la autonomía del paciente a decidir libre y conscientemente sobre su vida, por encima del derecho a la vida. (la ley plantea como un axioma que el bien de la vida “puede decaer en favor de los demás bienes”). Es la exaltación del Derecho a decidir.

¿A quién va dirigida la ley?

Se busca legislar para poner fin a la vida de quien está en una situación de enfermedad grave e incurable, o de discapacidad grave y crónica, padeciendo un sufrimiento (físico o psicológico) insoportable que no puede ser aliviado.

Los discapacitados. Parece que con el afán de ser los más progresistas de Europa, se quiere incluso aventajar ya de salida a Holanda, que ha tardado 15 años en aplicarla a los discapacitados. Los pacientes con discapacidad, grave y crónica, como un motivo para acabar con la vida (son la diana de la ley), lo que no se sostiene desde cualquier perspectiva bioética ya que deja a los pies de los caballos a un 5 por ciento de la población española. Se está mandando un mensaje: «están aceptando que hay un porcentaje de la población cuya vida no merece ser protegida como la de los demás».

No es delito la eutanasia pasiva. No considera como eutanasia la interrupción de medios ordinarios para mantener la vida y el bienestar del paciente, o la no adopción de los mismos.

Todo con prisas. Es significativo el poco espacio de tiempo que va desde que se pide la eutanasia hasta que se pueda aplicar. Con la ley del PSOE, la eutanasia se aplicará con un tiempo máximo de 32 días. Ojalá se dieran la misma prisa para dar a los enfermos la ayuda a la que tienen derecho por su dependencia.

Además sabemos que hay unas fases o reacciones del ser humano ante las enfermedades graves, que van desde la negación inicial, la ira, una fase de depresión y finalmente una fase de aceptación. En la fase de depresión uno de los síntomas es el deseo de adelantar la muerte (es un respuesta lógica). ¿Hasta qué punto con estos plazos tan cortos se va a practicar la eutanasia sobre personas que están en una fase depresiva, lógica dentro de una enfermedad grave?

El negocio. Se permite la aplicación estas prácticas a centros privados, con lo cual se abra un nuevo y lucrativo mercado sanitario con la eutanasia.

El control de la disidencia. Va a existir un registro de profesionales sanitarios objetores de conciencia. Se promueve crear una “lista negra” de facultativos no favorables a la eutanasia, que, sin duda, puede ser utilizada posteriormente para la adjudicación de puestos de trabajo o progresión profesional en cualquier sentido.

Es una ley que está hecha desde una posición de fuerza, donde los que tienen el poder político imponen su ley sobre un 5% de la población española: los enfermos graves e incurables, y los que padecen una discapacidad grave y crónica… esos son la diana.

Situación actual de la eutanasia

Actualmente, solo 7 países del mundo tienen leyes que legalizan la eutanasia o el suicidio asistido.

La eutanasia y/o el suicidio médico asistido son prácticas legales en países como Bélgica, Canadá, Colombia, Luxemburgo, Holanda, Suiza, en siete estados de los Estados Unidos y un estado en Australia. Esto representa menos del 2% de la población mundial.

En Holanda la eutanasia se legalizó hace 17 años. El número de holandeses a los que se les ha aplicado la eutanasia ha aumentado en un más de un 300% . 15 años después de que se despenalizara la eutanasia y el suicidio asistido por un médico, más del 25% de todas las muertes son provocadas. En 2017, 6.600 casos de eutanasia; 1900 de suicidios y unas 32.000 personas eliminadas por la llamada sedación paliativa (una eutanasia a cámara lenta: coma inducido y luego se les retira el soporte vital hasta que se deshidratan). La llamada clínica del final de la vida realizó 750 eutanasias en 2017. Además, la ley holandesa permite la extracción de órganos lo cual hace de esta práctica un negocio potencialmente muy lucrativo.

Los requisitos que se están utilizando para aplicar la eutanasia y el suicidio medicamente asistido se están ampliando continuamente. Es lo que se llama comúnmente como PENDIENTE RESBALADIZA. Si se acepta su legalización aunque sea con criterios muy restrictivos al cabo de unos años los márgenes para su aplicación se van ampliando de manera creciente. En Holanda cada vez más se aplica la eutanasia no a personas que sufren dolores físicos insoportables, sino a quienes muestran síntomas propios de una edad avanzada o que sufren enfermedades mentales (demencias) también a niños mayores de 12 años, presos, personas con sufrimiento tras cambio de sexo fallido; sordo-ciegos y está encima de la mesa la posibilidad de solicitar la eutanasia en aquellas personas que ya hayan cumplido sus objetivos vitales…. no hay límites cuando se despenaliza la eutanasia. Lo último que se está planteando es la posibilidad de dispensar libremente en las farmacias la “píldora del cansancio de la vida”, con la que une puede poner fin a su vida si tiene un sufrimiento existencial.

En Canadá, donde se aprobó la ley en 2016, ya el 1 % de las muertes son por eutanasia. En un principio estaba pensada para enfermedades graves e incurables, pero en los últimos dos años el 16% ya se ha aplicado a enfermos con problemas crónicos y un 11% a enfermos con discapacidades o enfermedades neurodegenerativas.

Hay muchísima eutanasia encubierta (un 60 %) porque se oculta o no se informa de ellas.

El caso de eutanasias no consentidas puede superar el 20%.

La optimización de recursos empuja hacia la aniquilación o exterminio sistemático y deliberado de un grupo social. ¿Qué va a hacer la UE en los próximos años con 60 millones de enfermos de Alzheimer?.

Legalizar la eutanasia en un contexto de no universalidad e igualdad en los cuidados paliativos o en el contexto de una cultura individualista, materialista y hedonista, que priva a las personas, especialmente a los más débiles, (incluidos los empobrecidos) de un auténtico sentido, es abrir la puerta a un genocidio planificado.

Sin embargo, no todo es pro-eutanasia. Hay ejemplos significativos que habría que tener muy en cuenta.

  • En Finlandia (solo 0,2% católicos), el parlamento no ha aceptado la eutanasia en 2018 y sí una mayor inversión en cuidados paliativos.
  • Por otro lado, un ejemplo paradigmático sobre las evidencias dramáticas que supone la legalización de la eutanasia es el caso de Herbert Hendin, Director Médico de la Suicide Prevention International y Catedrático de Psiquiatría del New York Medical College. Hendin realizó un estudio objetivo de la evolución del tema de la eutanasia en los países europeos donde estaba legalizada. El informe, presentado en el Congreso de Estados Unidos en el mandato de Bill Clinton, fue de tal contundencia que la iniciativa legislativa federal fue paralizada. Se puede leer dicho informe en el libro “Seducidos por la muerte”.

El principio liberal. La falsa libertad del liberalismo.

La legalización de la eutanasia es la consecuencia lógica e inevitable del derecho a la autodeterminación consagrado por el liberalismo. Para el liberalismo, la verdadera naturaleza del hombre es la “libertad de querer” (Hegel) o sea la voluntad soberana imponiéndose sobre la naturaleza de las cosas y sobre las relaciones entre personas. Si embargo, esta autonomía es una falacia porque el ser humano desde que nace hasta que muere es un ser esencialmente relacional y necesita de los demás.

Este principio de la falsa libertad liberal (Derecho a decidir) está directamente relacionado con una ética materialista y utilitarista. Así, la vida y su dignidad son reducidas bajo este concepto de autonomía (física, cognitiva, económica) de tal forma que, si no se dispone de la misma en todos los aspectos, se afirma que la vida no merece la pena ser vivida. Se impone la llamada “calidad de vida”, concepto netamente burgués de origen masónico.

Sin embargo, hay que afirmar que la vida humana tiene una dignidad intrínseca u ontológica máxima, inalienable, que debe ser respetada siempre y que no depende ni de circunstancias ni condiciones. Si no fuese así, el derecho a decidir liberal termina siempre como manifestación el derecho de los poderosos contra los débiles puesto que se desvincula de cualquier absoluto moral objetivo y prescinde de un auténtico concepto de Bien Común que armonice el bien personal y el comunitario. El Bien Común a lo sumo se interpreta como interés general es decir como sumatorio de intereses individuales y así la armonización de derechos humanos se hace inviable puesto que estos se subjetivizan estando en permanente colisión unos contra otros. Rápidamente se llega a la conclusión de que el hombre es un lobo para el hombre y es imprescindible un Estado-Leviatan que se imponga, sobre todo.

En definitiva, el derecho a decidir típico de la ética liberal, es un modelo que desvincula los derechos humanos de su directa correlación con los deberes humanos. El ser humano es esencialmente sujeto de deberes universales, y los derechos universales surgen justamente de esos deberes. Allá donde los derechos universales no tienen obligaciones universales correlativas ya se ha instalado el más absoluto nihilismo filosófico, moral y jurídico, propio de la sociedad liberal y paradójicamente base de todo sistema totalitario.

Por ejemplo, un padre o una madre tiene el deber de cuidar de la vida de sus hijos (por ser simplemente sus hijos) por tanto ese deber es el fundamento del derecho a un trabajo digno que le permita mantener un hogar, una educación, etc. Otro ejemplo. Todo ciudadano tiene el deber de contribuir al Bien Común de la sociedad y para ello son necesarios el derecho a la libertad de conciencia, el derecho a la libertad de reunión o el derecho a la libertad de expresión. Rápidamente se observa la veracidad de la correlación entre deberes y derechos auténticos.

Así podemos inferir que una forma de distinguir los falsos derechos de los auténticos es justamente ver la relación que tienen con los deberes humanos. Si tal vinculación no existe o es falaz, entonces podemos afirmar que no es un derecho auténtico. Además, una persona puede renunciar a sus derechos por un bien mayor, pero nunca puede renunciar a sus deberes. Por ejemplo, nadie cuestionaría que una madre renuncie a su derecho a comer para dárselo a su hijo desnutrido. Pero tampoco nadie cuestionaría que una madre no puede renunciar en ningún caso al deber de cuidar de la vida de su hijo.

Siguiendo esta lógica, el denominado “derecho a morir” de una persona, implicaría “el deber de matar” ¿Se puede considerar “el matar”, incluso el matarse a uno mismo, un deber humano, de todo ser humano?

Es literalmente absurdo. Por ello, el morir no puede ser nunca un derecho humano.

Al “derecho a vivir” le corresponde el “deber de vivir”, por ello el derecho a vivir implica el deber de cuidar la vida: hay que luchar contra la explotación de cualquier tipo, contra la esclavitud, contra el aborto, contra la eutanasia. Así, el primer paso en la lucha contra la eutanasia no es el desarrollo de los cuidados paliativos sino generar una cultura de la vida y la solidaridad que vincule correctamente deberes y derechos y desde ahí implementar los cuidados paliativos. Son las condiciones sociales (económicas, políticas, culturales) las que deben estar al servicio de dignidad de la vida humana y no al revés. La dignidad humana nunca debe reducirse y adaptarse a las condiciones sociales, generalmente injustas por ser impuestas por los poderosos.

La eutanasia dentro de la estrategia neocapitalista. Hacia un genocidio planificado

Estamos en el contexto de una revolución bio-tecnológica de consecuencias impredecibles. Las fundaciones neocapitalistas de las grandes empresas tecnológicas y financieras están promoviendo la agenda transhumanista. Warrent Buffett, George Soros, Bill y Melinda Gates, Mak Zuckerberg,…etc. Así, el poder político “formal” nacional, internacional y supranacional está al servicio del poder real que no es otro que el poder tecno-financiero global liderado por estas empresas globales.

Esta ideología transhumanista y posthumanista es el sumidero hacia el que están convergiendo todas la bioideologías (generismo, falso ecologismo, ideología de la salud) que se fueron desarrollando a lo largo del siglo XX.

La agenda transhumanista trata de modificar radicalmente el sentido y significado de la vida humana con el convencimiento de que es posible, incluso, la transformación de naturaleza humana para ponerla total e integralmente al servicio del capitalismo tecno-nihilista. En definitiva, es una auténtica religión secular en la que se cree que mediante el uso de la tecnología podremos alcanzar el ser humano perfecto y como derivada primera, un mundo perfecto.

Desde esta perspectiva constructivista, las vidas que no cumplan los requisitos mínimos exigidos por este neocapitalismo serán cuestionadas y susceptibles de ser eliminadas. La eutanasia es parte constitutiva de este transhumanismo para suprimir a viejos, enfermos crónicos o personas que carezcan de aliciente vital. La eutanasia es un elemento fundamental de la actual “cultura de muerte”.

Por ello, la eutanasia no es un tema de derechos individuales, concepto contradictorio en sí mismo. Afecta a los fundamentos de la sociedad y por tanto al Bien Común. Es una visión que se impone a otros; el sentido trascendente, religioso, propio de la vida humana y de la muerte es suprimido y ocultado.

La eutanasia, la eugenesia, el aborto son piezas fundamentales del hipercapitalismo de la nueva economía digital que exige un control totalitario de la población a nivel demográfico y psicobiológico. Se impone el bio-totalitarismo prácticamente sin resistencia.

En este contexto queda evidenciado que la llamada izquierda, promotora de esta legalización, es una mascota domesticada de este sistema hiper capitalista para revestir de progresismo el asesinato de los descartados, de los enfermos crónicos, de los viejos o de los que creen que su vida no merece la pena ser vivida. El papel de esta falsa izquierda sigue siendo, como en los últimos 70 años, hacer socialmente factible la dictadura del capital, en este caso, legalizando el homicidio eutanásico. De esta forma, el progresismo socialdemócrata y el progresismo liberal coinciden en el papel domesticador de la sociedad.

Por otro lado, la derecha política, también defiende la eutanasia, aunque formalmente se pueda oponer. Su estrategia de proponer cuidados paliativos sin modificar en un ápice las condiciones sociales del hipercapitalismo es una falacia política. Los cuidados paliativos universalmente establecidos son una exigencia moral pero no son suficientes por sí mismos contra la mentalidad eutanásica si las condiciones sociales y culturales impuestas por el capital no cambian radicalmente.

Además, proponer los cuidados paliativos especializados como alternativa a la eutanasia es obviar que el final de la vida está determinado por problemas existenciales, culturales, espirituales y sociales que no tienen una respuesta desde la medicina hiper especializada e hiper tecnificada. Los cuidados paliativos corren el riesgo de “intentar sobrevivir” gracias a las propias debilidades del sistema neocapitalista. La solución no pasa por dejar el cuidado de los moribundos en la reserva exclusiva de los especialistas de cuidados paliativos.

La sociedad tiene que fortalecer una red de asistencia familiar, sanitaria, espiritual y social digna al final de la vida, poniendo los medios para que esto sea posible y fomentando una cultura del cuidado integral, donde los más débiles sean el centro tanto del sistema de salud como de la misma sociedad. El cuidado del frágil debe convertirse en un deber ético universal ya que a calidad de una sociedad se mide fundamentalmente por cómo cuida la vida, especialmente de los que más sufren.

Para consolidar la explotación y la dominación, la estrategia básica es destruir o degradar las estructuras solidarias que configuran a la persona tanto individualmente como socialmente.

El ataque a la sexualidad, al matrimonio y a la familia mediante el generismo; el ataque a la vida naciente mediante la eugenesia y el aborto; el ataque a la vida terminal con la eutanasia; o el ataque al mundo del trabajo mediante la precariedad laboral, la explotación etc, forman un sistema orgánico de agresiones planificadas de tal forma que aceptada una se terminan aceptando todas.

Así el imperialismo biopolítico del neocapitalismo actual trata de controlar la vida de la población tanto a nivel cuantitativo (globalización) como a nivel cualitativo (control de la naturaleza humana).

Para combatir la eutanasia es evidente que hay que promover en primer lugar y de forma clara una revolución cultural, profesional y social contra la cultura capitalista que siembra injusticia y muerte por doquier.

¿Qué supone la legalización de la eutanasia para los profesionales sanitarios?

La razón de ser de la medicina es la curación del enfermo en cualquier fase de su dolencia, y si no se puede curar, aliviar, y si no se puede aliviar, consolar y acompañar en la búsqueda de una buena muerte. Pero nunca están contempladas las actuaciones que tengan como primer efecto, la muerte del paciente.

Desde Hipócrates se sabe que no es ético que un médico provoque la muerte intencionada a los pacientes. es el primer principio de la ética médica. El principio de no maleficencia: “ Ante todo no hacer daño”. Un principio que está por encima del derecho de autonomía del paciente (por encima del derecho a decidir sobre su propia enfermedad)

El artículo 28.1 del Código de Ética y Deontología de la Organización Médica Colegial afirma que la eutanasia es contraria a la ética médica. Y lo ha ratificado hace un año la Asociación Médica Mundial que también se opone al suicidio medicamente asistido y a la eutanasia, reiterando su posición al considerar que “la eutanasia, es decir, el acto deliberado de poner fin a la vida de un paciente, aunque sea por voluntad propia o a petición de sus familiares, es contraria a la ética” (27/10/2018).

Recientemente el Comité de Bioética de España, órgano asesor del propio Gobierno, afirma que “existen solidas razones para rechazar la transformación de la eutanasia y/o el suicidio asistido en un derecho subjetivo y en una prestación pública. Y ello, no solo por razones del contexto social y sanitario, sino, más allá, por razones de fundamentación ética de la vida, dignidad y autonomía. Por otro lado, la eutanasia, y/o el suicidio asistido no son signos del progreso, sino un retroceso de la civilización, ya que en un contexto en el que el valor de la vida humana con frecuencia se condiciona a criterios de utilidad social, interés económico, responsabilidades familiares y cargos o gasto público, la legalización de la muerte temprana agregaría un nuevo conjunto de problemas.”

También el Consejo General de Colegios de Médicos de España, ha hecho pública hace unos días una Declaración donde se reafirma como profesión médica en su compromiso de servicio al ser humano y a la sociedad, así como en el respeto a la vida humana, la dignidad de la persona y el cuidado de su salud. Recuerda que el Código de Deontología Médica establece que “el médico nunca provocará intencionadamente la muerte de ningún paciente ni siquiera en caso de petición expresa por parte de éste”. Además, y según dicho Código, “el médico tiene la obligación de aplicar las medidas adecuadas para conseguir el bienestar del paciente, aun cuando de ello pueda derivarse un acortamiento de la vida”.

¿Qué consecuencias produce en la relación médico paciente?

A la vez que se produce un proceso de aceptación social de la eutanasia se genera una decadencia ética progresiva como se ha visto en Holanda. Este proceso tiene cuatro fases:

  1. Se presenta la eutanasia como un tratamiento que sólo puede aplicarse en ciertas situaciones clínicas extremas, sometidas a un control estricto de la ley.
  2. Tras pocos años, la reiteración de casos irá privando a la eutanasia de su carácter excepcional.

La eutanasia le ganará falazmente la batalla a los cuidados paliativos por ser más indolora, rápida, estética, y económica. Se convertirá para el enfermo en un derecho exigible a una muerte dulce; para los allegados en una salida más cómoda; para algunos médicos un recurso sencillo que ahorra tiempo y esfuerzos y para los gestores sanitarios una intervención de óptimo cociente costo/eficacia.

  1. Para aquellos profesionales que acepten la eutanasia voluntaria, la eutanasia se convertirá, por razones de coherencia moral, en una obligación indeclinable.

Esta fase comporta la eutanasia involuntaria. El médico razona que la vida de ciertos pacientes capaces de decidir es tan carente de calidad, tienen tan alto costo, que no son dignas de ser vividas.

  1. Se generalizará este concepto a otros enfermos y la eutanasia sustituirá a la medicina paliativa.

El acostumbramiento social y el activismo pro-eutanásico terminarían por convencer a los profesionales y familiares que matar por lastima o a petición del enfermo es una alternativa terapéutica tan eficaz que no se puede rechazar.

Esto que es lo que ha sucedido en Holanda. Cuando un médico ha dado muerte a un paciente por piedad hacia él, ha dado ya un paso que tiene muy difícil retorno. Se ha llegado a que menos del 8% de los médicos se niegan a practicar la eutanasia por razones de conciencia en Holanda.

Otra consecuencia es que la eutanasia acaba con la base del acto médico: la confianza del paciente en el médico. Y esto es clave, acabar con la vida de un paciente supone un cambio conceptual, filosófico muy grande como así lo expresan algunos médicos canadienses (la Alianza de Médicos contra la Eutanasia, que representa a más de 1100 médicos canadienses), en una carta dirigida al parlamento español donde manifestaban su consternación porque España diera también el paso como Canadá y recordando los peligros y fracasos de la legalización.

Hay pacientes que han llegado a tener miedo en los hospitales holandeses y han solicitado su traslado porque no saben si el profesional de la medicina o la enfermera que se ocupa de su salud, va a decidir que su caso es digno de curación o susceptible de eutanasia.

En Bélgica el 40% de los médicos no informan al Juez de la eutanasia aplicada a un paciente en el parte de defunción para evitar visibilizar el ser un médico que practica la eutanasia.

Aprobar la eutanasia supone para los médicos pasar a convertirse en gestores de la muerte de los pacientes rompiendo el vínculo de confianza básico para el cuidado del paciente. La pérdida de sensibilidad sanitaria sería brutal y los profesionales de la salud y toda la sociedad finalmente se estarían incapacitando para acoger la angustia del enfermo que este termina traduciéndola como petición de eutanasia pero la realidad es falta de amor y caridad profesional. Así, en las facultades de medicina habría que enseñar la “obitatria”, especialidad médica dedicada al homicidio de pacientes. Y el sistema sanitario se conformaría, al igual que con el aborto, como un sistema de doble uso. La vida para unos privilegiados y de muerte para otros. Los sistemas paliativos serían para quien quisiera y pudiera pagar y para el resto eutanasia a discreción.

Consecuencias de la aprobación de la eutanasia: la consolidación de una estructura institucional (política y económica) basada en una cultura de muerte, sin esperanza, que desactiva cualquier tipo de respuesta personal y colectiva

Vivimos cada día más una cultura individualista que nos empuja a la soledad; utilitarista que nos empuja a la eficiencia y hedonista que prioriza el placer y materialista. Se impone la llamada “Calidad de Vida” contra la propia vida y una pseudo-autonomía individual (falsa libertad) frente a la vida como Bien Común. Es una cultura del suicidio que no solo afecta al individuo sino a toda la sociedad. Algunas claves de esta cultura que condiciona tanto la aceptación social de la eutanasia.

Degradación de la dignidad intrínseca (ontológica) del ser humano. Si no respetamos nuestra propia vida porque tenemos que respetar la vida y dignidad de los otros especialmente de aquellos que no tienen fuerza para defender su “dignidad utilitarista”: los enfermos crónicos, los discapacitados, los viejos, enfermos terminales, los dementes, neonatos con malformaciones, los niños no deseados, los que tienen sufrimiento psicológico, etc. Pero también los empobrecidos, los explotados, los esclavos, los desempleados.

Se provoca una conciencia colectiva de que estas personas son una carga para la familia y para la sociedad; que son vidas que no merecen ser vividas. Que hay seres humanos que no son personas y por tanto no poseen dignidad personal. Se genera una gran presión sobre el enfermo, sobre el desempleado, sobre el inadaptado…etc. La oferta de la eutanasia genera una demanda, de la misma manera que no existiría si hubiese otro contexto económico, político y cultural. Indirectamente, por tanto, se abala la desigualdad socioeconómica y por tanto sanitaria. Y curiosamente esto se impulsa desde partidos autodenominados de izquierda.

Como no es fácil convencer a las familias de que eliminen a ancianos y enfermos, se utiliza una manipulación masiva de la conciencia y de la opinión pública. Además de unos importantes recursos financieros y mediáticos globales, el sentimentalismo, el emotivismo son las tácticas más habituales para la manipulación. Manipulación del lenguaje. La ambigüedad de los términos. Incluso la palabra eutanasia se sustituye por “muerte digna”, “derecho a morir”, ” muerte y dignidad”. La familiaridad que existe entre eutanasia, eugenesia y nazismo es demasiado evidente.

Una de las consecuencias más graves y trágicas es la destrucción de la familia como escuela de amor y solidaridad. La eutanasia nos hace cómplices en el asesinato de nuestros propios familiares. Hay una apostasía silenciosa y muchas de las eutanasias pasivas son por iniciativa directa de la familia. Junto al aborto se une la eutanasia de niños recién nacidos con importantes problemas de salud. (Holanda), una auténtica eugenesia al más puro estilo nazi.

También se produce la degradación del Derecho y la Justicia que se traduce en una debilitación de la protección jurídica de la vida humana. En Holanda, la realidad ha demostrado una adaptación del derecho y las leyes a los hechos consumados. Permisividad e impunidad con los casos de eutanasia previos y posteriores a la legalización. Como consecuencia inmediata un debilitamiento radical de los derechos humanos y una subjetivación (relativismo) del derecho. El deseo individual sustituye a la verdad objetiva de la naturaleza humana sobre la que hay que construir la moral y la ley. Si se legaliza el suicidio, el suicidio asistido y la eutanasia se debería legalizar todo un conjunto de prácticas donde la propia persona se autoexcluye de su dignidad. Por ejemplo, debería haber un derecho a la autolesión o a la auto-esclavitud. ¿Puede un ser humano legalmente renunciar a su dignidad (libertad, igualdad,…? Si la muerte es un derecho, le corresponde un deber, el deber de matar. Se está, por tanto, legalizando el homicidio selectivo y sobre todo que haya personas con la capacidad de matar a otras. Vidas humanas sin protección y seres humanos que se convierten en jueces de la vida de otros.

Y finalmente se llega a la configuración de un estado totalitario. Los ideólogos del actual estado más que súbditos quieren cómplices, víctimas que al mismo tiempo sean victimarios (verdugos). Se ha generado, una presión social, cultural y política (sanitaria) que realmente cuestiona la libertad del individuo que toma la decisión.

Estas legislaciones son un primer paso en una pendiente resbaladiza que conduce al homicidio intencional con coartada humanitaria. La eutanasia está conectada con otras prácticas como la eugenesia y las esterilizaciones forzadas. No hay una diferencia fundamental (motivación del acto y la inserción en la política del estado) entre la eutanasia liberal (intención “buena” y decisión personal) y la eutanasia totalitaria. Las dos están de acuerdo en que son vidas carentes de valor vital.

¿Qué podemos y debemos hacer?

La pregunta clave que nos debemos hacer es ¿cómo podemos cuidar a quienes no podemos curar? ¿cómo contrarrestar el mensaje de que la mejor forma de acabar con el sufrimiento es eliminar al que sufre?

Toda vida humana merece la pena ser vivida.

Frente a la eutanasia podemos y debemos hacer:

a.- Un coherente análisis político.

No se puede aceptar el neocapitalismo y al mismo tiempo estar en contra de la eutanasia, la eugenesia y el aborto. Y al revés tampoco. No se puede decir que se está en contra del neocapitalismo y aceptar la eutanasia, el aborto, la eugenesia, etc. La izquierda política está haciendo el trabajo sucio del neocapitalismo. El posibilismo político es muy limitado y ha demostrado su fracaso.

b.- Fomentar una cultura de la vida y de la solidaridad.

– Es necesario un movimiento cultural y educativo por tanto político en defensa del valor inalienable de la vida humana de su dignidad en cualquier condición y circunstancia. Si la vida humana y su dignidad no son bienes absolutos se abre la puerta a todas las agresiones y autoagresiones (adicciones…) que nos podamos imaginar.

– Formas de vida personales, familiares y sociales que protejan la vida y la den sentido.

– Ser conscientes de que solo la fuerza del mandato divino del “no matarás” es capaz de sostener la inviolabilidad absoluta de la vida humana frente al relativismo.

c.- Compromiso político, profesional y apostólico radical. Denuncia sin paliativos del actual sistema. Poner nuestra vocación al servicio del Bien Común.

– Apoyo del estado a las familias con enfermos crónicos o moribundos.

– Desarrollo de acciones y técnicas de acompañamiento compasivo. Los jóvenes podrían hacer una labor social de primera categoría.

– Asistencia Espiritual para quien la necesite incluidos los profesionales de la salud y familiares.

– Asociación política en defensa de la dignidad intrínseca de todos los seres humanos desde la concepción hasta la muerte natural.

– Asociación de profesionales sanitarios que luchen en los hospitales por una sección de cuidados paliativos integrales que incluyan el aspecto religioso.

– Asociación de profesionales jurídicos que trabajen por una defensa honrada de los derechos humanos, empezando por la regulación de la objeción de conciencia

– Generar una opinión pública diferente que alivie la presión sobre los más vulnerables, que somos todos. Frente al falso humanismo de la eutanasia airear el testimonio personas y colectivo de los que cada día cuidan de la vida, especialmente de la más débil.


Grupo de sanidad y biopolítica
Profesionales por el Bien Común
Diciembre 2020