El aborto, traición al feminismo

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El miembro femenino de la raza humana ha sido un blanco de siniestras atrocidades en toda etapa de sus vidas; tales como el aborto selectivo a fetos femeninos, el infanticidio de niñas, el rechazo de bebés femeninos, mutilación de órganos genitales de jóvenes, incesto, prostitución forzada, matrimonios forzados, asaltos, malos tratos y asesinatos a esposas, brujas y viudas incineradas, abandono o muerte de ancianas «sin uso».

Por Rosemary Oelrich Bottcher – Revista Autogestión

“Cuando un hombre roba para saciar su hambre se puede fácilmente concluir que existe un mal en la sociedad entonces, cuando una mujer destruye la vida en su vientre, es una evidencia que, sea por educación o circunstancias, ella ha sido gravemente engañada.”

Mattie Brinkerhoff La Revolución, 1869.

La violencia contra las mujeres siempre ha sido una preocupación, simplemente porque las mujeres han sufrido demasiado en la historia. El miembro femenino de la raza humana ha sido un blanco de siniestras atrocidades en toda etapa de sus vidas; tales como el aborto selectivo a fetos femeninos, el infanticidio de niñas, el rechazo de bebés femeninos, mutilación de órganos genitales de jóvenes, incesto, prostitución forzada, matrimonios forzados, asaltos, malos tratos y asesinatos a esposas, brujas y viudas incineradas, abandono o muerte de ancianas «sin uso».

Innumerables culturas han ignorado, condenado o aún proporcionado la subyugación brutal de mujeres a fin de justificar que la práctica de todas estas manifestaciones parecían adquirir el status de ley natural inmutable. Entre éstos, la agresión masculina dirigida a mujeres, especialmente dentro de la familia, fue – y en muchas circunstancias, continúa siendo -un complemento normal, razonable y necesario. Violencia y amenaza de violencia sirven para intimidar y desmoralizar a las mujeres, con el fin de que ellas no puedan desafiar su estado inferior en la familia y comunidad. La violencia es una poderosa herramienta de opresión.

Muchas costumbres sociales, escuelas de filosofía y enseñanzas religiosas han validado este razonamiento enrevesado de que las mujeres son inferiores porque son más pequeñas, débiles, menos racionales, más emocionales y más cobardes que los hombres y por ello están naturalmente sujetas a la dominación masculina. Groseramente dicho (y escrito en muchos códigos legales), las mujeres eran propiedad de los hombres. Como escribió Gloria Steinem, «Gastamos los primeros 150 años del movimiento de las mujeres estableciéndonos como personas. Antes de ello éramos propiedad como ganado, o sillas». Lo que el hombre hacía con su propiedad a nadie le importaba. La violación, por ejemplo, era un acto gregario, no por la violencia cometida contra una mujer, sino porque era abusar de los derechos de propiedad de otro hombre.

Aún durante el Renacimiento, en los siglos XVIII y XIX, las culturas occidentales, el concepto de que «todo hombre fue creado igual», causó tanta turbulencia social y política, que pocos de los pensadores bien reconocidos sugerían que las mujeres merecían los mismos derechos que eran demandados para hombres de toda clase. Había notables excepciones.

En el siglo XIX, pocas mujeres en Europa y los Estados Unidos propusieron la resolución de que las mujeres, aunque diferentes de los hombres, tenían el mismo valor y merecían los mismos derechos que sólo los hombres creían tener. Ellas consideraban especialmente esa aceptación a causa de los comunes y horribles abusos que las mujeres debían soportar.

Estas mujeres, llamadas sufragistas, eran despreciadamente denunciadas por sus demandas y eran sometidas a todo tipo de ridiculez, ostracismo y aún prisión. Mas ellas persistieron, luchando contra esa patriarquía social mediante discursos, declaraciones escritas y denuncias, reclamos a cámaras legislativas. Por su incansable fervor, la teoría -aunque no siempre la práctica- de muchas de sus ideas ha sido aceptada por la cultura occidental.

Al rechazar ambos, la violencia y el concepto de que humanos sean dueños de otros humanos, las sufragistas también rechazaron el aborto. Las sufragistas veían el valor humano no por su tamaño (el tamaño físicamente siempre ha sido razón por la superioridad masculina), sino por cómo las mujeres eran deseadas (con tal de que puedan ser controladas por hombres), o dependientes.

El periódico sufragista «La Revolución» se refería al aborto como «una repugnante insolencia contra las leyes naturales y de nuestra humanidad común». Estas mujeres creían que la lucha por la completa «educación y la emancipación de las mujeres» eran el único remedio contra la violencia hacia ellas en todas sus formas.

En las pasadas épocas, las sociedades occidentales han logrado grandes mejoras para educar y dar poder a las mujeres (aunque algunas sociedades no-occidentales han sido lentas en seguir). Hoy, las mujeres tienen mayores oportunidades que antes.

Pero la violencia dirigida a mujeres continúa siendo la mayor causa de injurias cometidas a mujeres. Como las sufragistas originales, los grupos dentro de los modernos movimientos de mujeres trabajan para erradicar este problema a través de la prevención, educación y activismo legislativo. Los esfuerzos legislativos culminaron en 1994 cuando el Congreso aprobó el histórico Acto de Violencia contra Mujeres.

Esta es una extensa ley que demanda fuertes penalidades a los perpetuadores, lo que incluye fondos para mantener a las mujeres maltratadas, servicios de consejería, educación pública e investigación en cómo mejor asistir mujeres que son víctimas de violencia. La organización Feminists for Life of America (Feministas Provida de América – FFL) y la Organización Nacional de Mujeres (NOW), sin pensar en las diferencias, cooperan en gestionar en las cortes para lograr pasar esta ley. Sin embargo, NOW y otras organizaciones de derechos para mujeres, en una notable inconsistencia, rechazan extender su ayuda contra la violencia a los mismos niños que las mujeres llevan en su seno.

Aunque FFL y NOW pueden trabajar juntos en muchos puntos en disputa con el fin de realizar nuestra meta común de mejorar la vida de las mujeres, existe este desacuerdo entre las dos organizaciones. Nuestras antepasadas comunes, el fuego feminista del siglo XIX, eran extremadamente opuestas al aborto porque lo reconocían como un odioso acto de violencia, no sólo contra los no-nacidos sino contra las madres. Demasiadas feministas modernas han olvidado esta profunda visión de nuestras antepasadas. No sólo apoyan el aborto, lo defienden -aún en su más extrema manifestación- con celoso fervor. *

El FFL está desilusionado de oír feministas pro-aborto y pro-elegir justificar la violencia destructora de humanos no-nacidos con los mismos y antiguos argumentos usados por hombres que se disculpaban por su menosprecio, el rechazo, abuso y la violación perpetuada hacia mujeres a través de la historia humana. Daphne de Jong, una feminista moderna pro-vida escribe: «Las mujeres que no aceptan que los valores de la mujer sean medidos por cuánto un hombre desea su cuerpo o necesita sus servicios, ahora demandan que el no-nacido sea juzgado por los mismos estándares».

Toda feminista desea un mundo en que la violencia contra las mujeres sea no sólo condenada legalmente sino también considerada impensable social y moralmente. Como trabajamos juntas con la misma visión, feministas pro vida esperan que nuestras hermanas promotoras del aborto, algún día se den cuenta de que los niños no-nacidos tampoco son propiedad y que la violencia contra éstos es igualmente inaceptable. Ojalá no tengamos que dejar pasar otros 150 años a fin de establecer que los niños que llevamos en nuestros senos también son personas.

¿Quiénes somos?

Establecida en 1972, Feministas Provida es una organización de origen popular, sin partido político, que apoya igualdad para todo ser humano, particularmente para las mujeres. Nos oponemos a toda forma de violencia, inclusive el aborto, la eutanasia y la pena de muerte porque no son consistentes con el fundamento feminista de justicia, no-violencia y no-discriminación. Nuestro deseo es enfocar la educación, alcanzar a toda mujer y defenderlas, así como también facilitar recursos prácticos para sus necesidades y para el mantenimiento de mujeres en necesidad.

  • SOMOS hombres y mujeres que apoyan la justicia e igualdad.
  • CREEMOS EN LA IGUALDAD DE DERECHOS, celebramos nuestras diferencias sin darle importancia al género, especialmente a la capacidad de la mujer de dar vida.
  • DEFENDEMOS LOS DERECHOS DE LA MUJER, estos derechos no vienen a ser una carga para otros especialmente aquellos derechos de nuestros propios hijos(as) sin nacer.
  • CADA MUJER TIENE SUS DERECHOS sobre el control de su cuerpo y ella merece este derecho donde sea que viva más aún si ella sigue viviendo en el vientre de su madre.
  • SUFRIMOS LA PERDIDA DE NUESTROS BEBES especialmente aquellas de nosotras que hemos sido afectadas personalmente por la tragedia del aborto.
  • SOMOS OFENDIDAS POR un sistema y un gobierno judicial que repetidamente se niega a asegurar una completa cobertura médica, y que son responsables por causar numerosas muertes las cuales están disfrazadas con el nombre de «emancipación de la mujer».
  • NOS COMPROMETEMOS a un cambio social agresivo y marcado que reconozca el derecho de todos incluso de la mujer, los no nacidos, y otros miembros de la raza humana quienes están oprimidos.
  • NOS OPONEMOS a toda violencia y explotación a través del rapto, los golpes, discriminar, acechar, prostitución o pornografía.
  • LUCHAMOS CONTRA la discriminación en base al género (masculino/femenino) en las leyes, el trabajo y en actitudes sociales.
  • ORGULLOSAMENTE CONTINUAMOS en la tradición pro-vida de nuestras antepasadas feministas que reconocían al aborto como un acto de violencia contra las madres y sus hijos(as), y miramos hacia un mundo mejor para toda la humanidad…..un mundo done el aborto dejará de existir.
  • SOMOS UN CLAMOR CRITICO por estos temas tan importantes.

La voz de nuestras primeras feministas

Susan B. Anthony en su publicación, «La Revolución» escribe:

«¿Culpable? Sí. No importa cual sea el motivo, amor sin cuidado, o un deseo para salvar del sufrimiento en los inocentes no nacidos, la mujer que comete tal acto es culpable. Será una carga de conciencia por vida, será una carga para su alma al morir; pero, oh, doblemente culpable es aquél quién…..la llevó a tal desesperación que le provocó tal crimen!.»

El aborto se consideraba como «matar un bebé.» La Revolución 4(1):4 8 de julio de 1869. Elizabeth Cady Stanton Ella clasificó el aborto como una forma de «infanticidio».

La Revolución 1(5):1 5 de febrero de 1868. «Cuando consideramos que las mujeres son tratadas como propiedad, es degradante para las mujeres que tratemos los hijos como una propiedad que se puede desechar como queramos.»

Carta a Julia Ward Howe, 16 de octubre de 1873, grabado en el diario de Howe en la Libreria de la Universidad de Harvard Stanton y el periódico de Anthony, La Revolución, y la mayoría de las publicaciones feministas del siglo XIX rehusaron unirse a la costumbre de entonces de imprimir avisos ligeramente disfrazados en los patrones de abortivos medicinales.

Victoria Woodhull. La primera candidata presidencial era gran oponente del aborto. «Los derechos de los hijos como individuos comienzan en el feto».

Semanal de Woodhull y Claffin 2(6):4 24 de diciembre de 1870 «Cada mujer sabe que si fuera libre ella nunca cargaría un hijo(a) sin desearlo(a), ni pensar de matarlo(a) antes de nacer».

Nocturno El Estandard Wheeling West Virginia 17 de noviembre de 1875 Emma Goldman «Las costumbres de lograr abortos ha llegado a tales proporciones aterradoras en América como fuera de la credulidad… Tan grande es la miseria de las clases trabajadoras que diez y siete abortos se cometen en cada cien embarazos».

Madre Tierra, 1911 Sarah Norton «Los asesinos de bebés practican su profesión sin impedimento alguno, es una carnicería abierta sin restricción… ¿No hay remedio alguno para todo este crimen anti-natal de bebés?… Tal vez llegue el día cuando…una madre no casada no sea odiada por su maternidad… y cuando el derecho de los no-nacidos a ser nacidos no sea rechazado o interferido».

Semanal de Woodhull y Claffin, 19 de noviembre de 1870 Mary Wollstonecraft A. principios de 1792, Mary Wollstonecraft escribió: «Una vindicación de los Derechos de la Mujer», el cual Susan B. Anthony admiró lo suficiente como para realizarlo en La Revolución. Después que la explotación sexual de la mujer lo desacreditó, en términos severísimos del siglo XVIII, ella escribió: «Las mujeres se están transformando, consecuentemente, más débiles… de lo que deben ser…no teniendo suficiente fortaleza se desembarazan de la primera función de una madre; lo que es sacrificio lo convierten en un lascivo de afección maternal…destruyen el embrión en el vientre o lo botan cuando nace. Ante todo la naturaleza demanda respeto, y aquellas que violan sus leyes raramente las violan con impunidad (sin castigo)».

Matilde Gage «[Este] asunto yace mas profundamente en los errores de mujeres más que ninguna otra causa…Dudo no asertar que la mayoría de [la responsabilidad de] este crimen yace en la puerta del sexo masculino».

La Revolución 1(14):215-6 9 de abril de 1868 Alice Paul Autora de la original Reforma de los Derechos Humanos (1923) se opuso al nuevo concepto que mas tarde vinculara el E.R.A. con el aborto. Una colaboradora recuerda lo que ella decía: «El aborto es lo último para abusar ilegítimamente a la mujer»