Lo que no dicen algunos países muy destacados que financian la UNICEF, o sea, lo que no puede decir la UNICEF y nosotros si, es que ellos mismos se han negado a que exista y funcione no sólo una legalidad estatal que persiga estos delitos «globales», sino un Tribunal Penal Internacional que persiga sin descanso estos y otros genocidios contra la infancia; y tampoco dicen que estas mafias deban perseguirse como terrorismo internacional y que por lo tanto al menos merecen el esfuerzo de medios que para otros «terrorismos» se tienen…
En el documento que presenta la UNICEF, «Fin a la explotación de los niños», se denuncia que el tráfico de niños afecta cada año a 1,2 millones. Los comercios con estos seres humanos no conocen límites geográficos: 500.000 mujeres y muchachas son introducidas ilegalmente cada año en Europa, la mayoría procedente de los países del Este. De Africa Occidental proceden 200.000 En China, las víctimas se cifran en 250.000. El comunismo les ofreció la redención, pero están en la esclavitud. Este tráfico es un suculento negocio que reporta cada año 8.500 millones de euros a las redes de traficantes. Los pequeños son normalmente arrebatados de sus familias para ser esclavizados laboral o sexualmente.
Lo que no dicen algunos países muy destacados que financian la UNICEF, o sea, lo que no puede decir la UNICEF y nosotros si, es que ellos mismos se han negado a que exista y funcione no sólo una legalidad estatal que persiga estos delitos «globales», sino un Tribunal Penal Internacional que persiga sin descanso estos y otros genocidios contra la infancia; y tampoco dicen que estas mafias deban perseguirse como terrorismo internacional y que por lo tanto al menos merecen el esfuerzo de medios que para otros «terrorismos» se tienen.