El arte de amar…desde la profesión

1817

Nos gustaría que este artículo no sea una disquisición teórica. Para ello, antes de leerle, os invitamos a que tengáis en vuestro pensamiento y corazón personas que han estado o están a vuestro lado y que han tenido, y tienen, una vida plenamente vocacionada.  Y, al revés, pensamos en personas que necesitan descubrir su camino para que algún día puedan decir que su vida es plena, es feliz.

Queremos transmitiros, con mucha fuerza, que CADA VIDA HUMANA ES UNA VOCACIÓN. 

Vocación tiene mucho que ver con promoción, formar a una persona al máximo de sus cualidades, sus talentos, sus dones específicos, únicos, que solo esa persona tiene y que se los dona gratuitamente a los demás. Es la aportación que va hacer al mundo y, en especial, a los que más lo necesitan. Saber que somos únicos e irrepetibles, es grandioso.

Cuando nuestras cualidades las ponemos en concordancia con las necesidades del mundo, el ser humano descubre el verdadero sentido de su vocación, que no es otra que la donación libre de uno mismo a los demás: La vocación a amar, entendida como auténtica apertura a nuestros hermanos los hombres-mujeres y como solidaridad con ellos, es la más fundamental de todas las vocaciones. Es el origen de todas las vocaciones de la vida.

Descubrir la vocación supone respetar plenamente nuestra dignidad humana. Todas las personas tenemos unos talentos, unos valores que piden ser asumidos y realizados…Cuando los descubrimos observamos en nuestra vida alegría, entusiasmo, felicidad, sentimiento de paz…

Pero, desgraciadamente, el mundo de hoy nos está ofreciendo, NO un IDEAL que dé pleno sentido a nuestra vida, sino «experiencias”, «deseos», «sentimientos» que nos prometen gratificaciones inmediatas y fugaces. Nos invitan a seguir nuestro propio interés. Esta actitud superficial y facilona nos promete exaltación y euforia, pero a la larga (al no dejarnos plantearnos en profundidad la vocación) nos provoca tristeza porque nubla los grandes valores: fundar una amistad basada en la generosidad, compartir la vida en fidelidad, compromiso con una institución para realizar el bien común, cuidar la vida.

Guillermo Rovirosa afirmaba que en una sociedad donde se castiga la vocación y se degrada, abundan los manicomios, cárceles, y prostíbulos. Sólo hay que ver la nuestra. España se sitúa en el pódium de consumición de ansiolíticos. Cuarto país del mundo adicto a la cocaína. Ha aumentado el número de suicidios. Tenemos que tener en cuenta que la alienación es el arma más poderosa para agredir la vocación.

La generosidad, la gratuidad, el desinterés, el no reducir todo lo que vivimos a nuestros fines egoístas y materialistas marca el comienzo de nuestra vocación; y una vida llena de creatividad y entusiasmo.

La generosidad, la gratuidad, el desinterés, el no reducir todo lo que vivimos a nuestros fines egoístas y materialistas marca el comienzo de nuestra vocación; y una vida llena de creatividad y entusiasmo. Los temas vocacionales comprometen por entero la vida personal. Esto lo  vemos en  testigos como don Milani, sacerdote y educador; Moscati, el médico de los pobres; Tomás Moro, político; Jérome Lejeune, padre de la genética moderna; Irena Sendler, madre de los niños del Holocausto; Guillermo Rovirosa, técnico y apasionado por la verdad; Lucy Parson, costurera y defensora de los obreros explotados; Janusz KorczaK, doctor y pedagogo; Helen Keller, sordo-ciega y escritora; Florence Nightingale, precursora de la enfermería moderna; Ángel Pestaña, minero, alpargatero, relojero y militante obrero;  Antoni Gaudí, arquitecto de los pobres; Marie Curie,  apasionada por la ciencia;  Obianuju Ekeocha, defensora de la vida, y millones de personas anónimas que construyen la historia de  liberación frente a otra historia que quieren construir los poderosos. 

En estos momentos, la pérdida de la solidaridad, imponiéndose el utilitarismo y un grosero materialismo, junto con el debilitamiento de las estructuras solidarias del ser humano (familia, trabajo, la comunidad política, la comunidad religiosa…), están dificultando a las personas realizar un proyecto vocacional. La corriente filosófica del personalismo insistió en el influjo negativo de las ideologías para la construcción de la sociedad. Lo peligroso de las ideologías no es tanto el sistema que crean como la debilidad en la que sumen a las personas que quedan afectadas por ellas. 

Frente a la cultura actual hay que generar una contracultura de la vocación, del compromiso, de la promoción. Un primer paso es romper con la manipulación de la conciencia, defendiendo la verdad.

La persona que vive su vocación no busca utilizar al otro como un medio para su fin, sino encontrarse con el otro. Con acierto se ha advertido que la vocación es personal y comunitaria, ni mucho menos individualista. Para desarrollar nuestra vocación necesitamos de relaciones, encuentros, instituciones, grupos… Las posibilidades de realización de una persona dependen de sus estructuras sociales. El mismo Jacques Maritain escribe «…es en vano afirmar la dignidad y la vocación de la persona humana, si no se trabaja en transformar las condiciones que la oprimen”. La sociedad es indispensable para la realización de la vocación humana. De hecho, toda vocación posee una dimensión o alcance político- social, porque nos lanza y proyecta hacia las relaciones con otros, nos empuja solidariamente fuera de nosotros mismos hacia la vida de comunidad.

Ahora bien, de la misma manera que parece claro que la persona precisa de la sociedad para realizar su vocación, no es menos cierto a la inversa. La sociedad necesita que sus miembros realicen sus vocaciones.

No tenemos ninguna duda que los testimonios que conocemos en la historia y el presente que han desarrollado y desarrollan su vocación, han revolucionado, cambiado el mundo que les ha tocado vivir. Lo que vemos en todos estos testigos es que la persona llega a la perfección en la medida en la que AMA. Cuando descubre su vocación al amor y hace de su vida una respuesta a ese fin, reconoce y vive en plenitud su vocación.

Os invitamos en este artículo de autogestión, a que conozcáis el libro «Voz de los sin Voz», nº 783: Testimonios profesionales por el bien común. Deseamos que, leyendo este libro, descubráis que la vida es hermosa. Y que con inmensa gratitud cada uno de nosotros podamos exclamar ¡MI VOCACIÓN ES EL AMOR!

Artículo de la Revista Autogestión 149