Por Mauro Armanino
Niamey (Agencia Fides) – La 109ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado (JMMR), instituida por la Iglesia en 1914, se celebró el último domingo 24 de septiembre de 2023. Este año, el Papa Francisco eligió como tema de su Mensaje «Libres de elegir si migrar o quedarse» con la esperanza de que pueda asegurarse “a todos la libertad de elegir entre emigrar o quedarse”.
Con este motivo, el padre Mauro Armanino, sacerdote de la Sociedad para las Misiones Africanas, de Niamey, ha compartido con la Agencia Fides una atenta reflexión personal:
«‘Nunca más’, así se titulaba el informe sobre los ‘desaparecidos’ de la guerra ‘sucia’ en la Argentina de los años setenta.
El documento en cuestión destacaba los nombres de las víctimas, el sistema organizado de encarcelamiento, el tipo de tortura infligida a los ‘disidentes’ del régimen militar que se había hecho con el poder en el país. Miles de personas ‘desaparecidas’ de sus hogares, trabajos, calles, escuelas o universidades habían encontrado un eco definitivo en el citado informe. ‘Nunca más’ así se titulaba como para afirmar solemnemente que lo ocurrido no se volvería a repetir en el futuro.
Desgraciadamente, los desaparecidos siguen perpetuando las listas en las fronteras donde la movilidad humana parece incompatible con la marcha de la globalización. Dinero, mercancías, futbolistas, diplomáticos, turistas y comerciantes pueden viajar y moverse libre y alegremente. Pero los nacidos ‘en el lado equivocado’, como solía recordarnos una vieja canción de Jean Jacques Goldman, están destinados, por defecto, a desaparecer – si puede ser – sin dejar rastro.
Desde hace años, asistimos a estas desapariciones cotidianas de emigrantes en el desierto de arena y en el desierto del mar. Entre ambos no hay solución de continuidad porque el primero, el desierto, se encuentra en el seno del propio sistema, creado para excluir a los que no han nacido ‘en el lado bueno’ del mundo. Se ha creado una especie de complicidad entre los procesos de externalización de las fronteras europeas y las políticas de los países del Magreb. Los controles fronterizos, las expulsiones y deportaciones más allá, en pleno desierto hacia el país vecino, han prosperado en los últimos años gracias a las políticas comunes de ‘colaboración’ en la gestión de las migraciones. Los desaparecidos a veces regresan y cuentan lo sucedido en la trinchera que separa Argelia de Marruecos en Oujda y en las alambradas instaladas en Ceuta y Melilla, ‘enclaves’ españoles en Marruecos, y sobre todo las formas cotidianas de muerte social a las que están destinados los emigrantes subsaharianos. Sus nombres y sus historias nos llegan de primera mano, sólo cuando encuentran una mirada y una escucha libre que ‘humaniza’ lo que sistemáticamente ha sido traicionado durante el viaje emprendido.
Nunca más, escriben en la arena los que han sufrido y padecen por lo que son y buscan. El sistema parece incapaz de leer lo que la movilidad humana aporta y conlleva como novedad radical de vida y pensamiento. Los emigrantes llegan del desierto con las manos desnudas, el corazón hinchado de expectativas y esperanzas de un mundo diferente. Hacen todo lo posible por no desaparecer entre los fondos fiduciarios confiados a las grandes ONG que financian proyectos de desarrollo que deberían tocar las raíces profundas de las causas de la migración. O, como contrapartida, la formación ofrecida por Eucap Níger (expresión de la Unión Europea) para aprender a controlar mejor las fronteras, los documentos y el tráfico fronterizo. Luego están las políticas de las autoridades de Marruecos, Argelia, Túnez sin olvidar el infierno libio (financiado para existir y reproducirse) que toman a los emigrantes como rehenes para negociar contratos, geopolítica y sobre todo maná financiero. ‘Nunca más’ escriben en la arena los ‘desterrados’ y aventureros de este otro mundo que lucha por hacer nacer lo nuevo.
Ella, Sadamata, ha llegado con su pequeña bebe de un año, Fátima. Nació en Sierra Leona y sus padres la trajeron con ellos a Argelia. Vivieron seis meses trabajando allí hasta que el padre de la niña fue asesinado y su madre deportada a la frontera. Durante unos días ha permanecido en Niamey como huésped de la empresa local de transportes Rimbo y después, con una maleta y una bolsa en la que guarda el recuerdo de su viaje de huida de su país natal, ha dormido a la intemperie, en la calle. Con mirada mansa, espera que se abra una puerta para entrar por fin en un futuro en el que su hija, tan bella como ella, pueda dibujar el contorno de una humanidad digna de ese nombre. ‘Nunca más’, escribía el informe sobre las desapariciones en Argentina. ‘Nunca más’ acaba de susurrar la pequeña Fátima, en brazos de su madre».
(Agencia Fides 20/9/2023)