Bandas de Haití reclutan a niños hambrientos para incrementar la violencia

223

Tras meses de implacable violencia de bandas, miles de asesinatos y la destitución de un gobierno, Haití se enfrenta a otro problema desgarrador que parece que prolongará los males de la nación insular caribeña durante otra generación. Los testimonios recogidos por Amnistía Internacional han revelado cómo las bandas armadas de Haití están reclutando a cientos de niños.

Ana Piquer, directora del Programa Regional para América de Amnistía Internacional, afirma: «Hemos documentado historias desgarradoras de niños obligados a trabajar para las bandas: desde hacer repartos hasta recopilar información y realizar tareas domésticas bajo amenazas de violencia.»

A niños de tan sólo seis años se les obliga a trabajar como vigías, se les hace construir barreras en las calles, se les entrena para utilizar metralletas y se les ordena participar en secuestros y otros actos de violencia. Según Piquer, las niñas en poder de las bandas son víctimas de violaciones y otras formas de violencia sexual por parte de los miembros varones de más edad de la banda.

Las cerca de 200 bandas armadas de Haití controlan actualmente alrededor del 90% de la capital, Puerto Príncipe, y amplias zonas del país son ingobernables. El colapso de la ley y el orden ha permitido a los líderes de bandas como Jimmy «Barbecue» Chérizier cometer terribles atrocidades en gran medida sin oposición.

La participación de niños en las pandillas de Haití no es exactamente nueva. Según Unicef, entre el 30% y el 50% de los niños en Haití lo son involucrado con grupos armados en alguna capacidad. Hay varias explicaciones socioeconómicas para esto.

Una escalada de violencia en medio de dificultades para refugiarse. Es la situación que afrontan los ciudadanos haitianos.


Solo en la última semana, 10.000 personas se vieron obligadas a dejar sus hogares y territorios a causa de la violencia de las pandillas, según estimaciones de Naciones Unidas.

En los últimos siete días, las pandillas han intensificado los ataques en varias localidades fuera de la capital, donde gran parte de la ciudad y sus suburbios están bajo el control de grupos armados ilegales, unidos bajo la alianza común conocida como ‘Viv Ansanm’.

Una presencia expandida de las pandillas también supone el apoderamiento de las tierras de cultivo que pertenecen a los hogares campesinos y se traduce en rutas de transporte bloqueadas, que dejan sin opciones de ingresos estables a las familias.