El CÓDIGO DA VINCI

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Sigue vendiéndose como churros una novela contraria a la Iglesia Católica, titulada´ El código da Vinci ´. Pero su argumento principal parte de una serie de afirmaciones históricas falsas:


Diario de Noticias
Por Miguel Ángel Irigaray Soto
24-08-2004

SIGUE vendiéndose como churros una novela contraria a la Iglesia católica, titulada El código da Vinci .

Pero su argumento principal parte de una serie de afirmaciones históricas falsas:

  1. El emperador romano Constantino deificó la figura de Jesús en el Concilio de Nicea (año 325) por intereses políticos, pues antes ningún cristiano creía que Jesús era Dios. Si acudimos a los escritos de esos mismos primeros cristianos, a su teología, etcétera, comprobaremos que los primeros cristianos creían claramente en que Jesús era Dios. Así lo atestiguan tanto los evangelios canónicos («El Verbo era Dios… y habitó entre nosotros», dice el capítulo 1 de San Juan), como las cartas de otro eminente cristiano, San Pablo, como la teología de los primeros Padres de la Iglesia (por ejemplo, Ignacio de Antioquía, quien vivió entre los siglos I y II, dice expresamente que Jesús es verdadero hombre y verdadero Dios; y, así como él, otros muchos Padres y autores cristianos consultables).

    No es cierto, por lo tanto, que en los primeros tiempos ningún cristiano creyera que Jesús era Dios. La doctrina oficial, como cualquiera puede constatar, siempre lo creyó y los cristianos ortodoxos (los que eran fieles a la doctrina oficial), también. Otra cosa es que, ya en los primeros tiempos del cristianismo, se extendieran numerosas herejías, siempre combatidas (desde los mismos apóstoles, hasta sus sucesores) por la autoridad competente de la Iglesia, no por raros intereses, sino porque se entendía que no eran las doctrinas predicadas por Jesús; y que en el siglo IV había hecho furor el arrianismo, otra herejía, inaugurada por Arrio, que venía a negar la divinidad de Jesucristo. Frente a ésta, el Concilio de Nicea (es decir, de nuevo la autoridad competente de la Iglesia) se reafirmó en la creencia tradicional de los primeros cristianos (no inventada por Constantino, como sugiere la novela), diciendo que el Hijo es «consustancial» al Padre, es decir, de la misma sustancia o naturaleza (divina).

  2. Como consecuencia del punto anterior, Constantino confeccionó la actual Biblia, desechando otros evangelios (llamados hoy apócrifos) que acentuaban la humanidad de Jesús en favor de aquéllos (hoy canónicos) que resaltaban su divinidad. Esto es radicalmente falso, por dos razones: en primer lugar, porque la Tradición y los Padres anteriores al emperador Constantino y al Concilio de Nicea ya utilizaban los cuatro evangelios actuales; en segundo lugar, porque, el canon de la Biblia se fijó históricamente de forma definitiva y dogmática en el Concilio de Trento (sesión cuarta, 8 de abril de 1546 -siglo XVI-, y no en tiempos de Nicea). Se podría añadir, además, que en la configuración histórica del canon han intervenido criterios específicamente religiosos, tales como el peso o autoridad que unos y otros libros tenían en las diversas comunidades cristianas, su fruto espiritual, el uso mayoritario (si no unánime) que de ellos han hecho los Padres de la Iglesia… En fin, criterios que para nada tienen que ver con los expuestos en la novela.
  3. Al deificar la figura de Jesús y confeccionar una Biblia manipulada ensalzadora de sus aspectos más divinos (en detrimento de sus aspectos humanos o terrestres), la Iglesia ha ocultado a la Humanidad el gran secreto del Santo Grial, el cual no es un cáliz, como se pensaba, sino una verdad celosamente custodiada desde hace siglos por el Priorato de Sión, al frente del cual han estado ilustres personajes de la historia, como Boticelli, Leonardo da Vinci, Isaac Newton o Víctor Hugo. En efecto, esa verdad presupone que María Magdalena, de supuesta ascendencia regia (Casa de Benjamín) contrajo matrimonio con el rey Jesús, asimismo de ascendencia regia (de la Casa de David). Ambos cruzaron sus linajes y tuvieron una hija, Sarah, por supuesto también de sangre real (sang real/ Santo Grial), con lo que fundaron la dinastía Merovingia. Desde entonces, la masculinizada Iglesia católica se ha dedicado a desprestigiar a María Magdalena (representante de los aspectos más carnales o humanos de Jesús), presentándola como ramera o prostituta, cuando, en realidad, es «el Santo Receptáculo» venerado por los primeros cristianos, «el cáliz que contenía la sangre real de Jesús», «el vientre que perpetuaba el linaje» y que garantizaba «la continuidad del fruto sagrado». Sobre ella, y no sobre San Pedro, quiso fundar Jesús la Iglesia.

    Esto, que en la novela se presenta como la «gran verdad» que la Iglesia ha ocultado durante siglos (vaya sospecha tan grande), no deja de ser una enorme y fantástica conjetura, que queda sin probar. Es como echar tinta de calamar para luego esconderse. En su fundamentación, se emplean los textos de algunos evangelios gnósticos y, por lo tanto, herejes, que nunca pertenecieron al sentir y pensar de los primeros cristianos, a no ser de algunos que se apartarían claramente así de la enseñanza apostólica. En efecto, el gnosticismo fue una temprana herejía, autora de muchos de los ya conocidos evangelios apócrifos (redactados para sustentar sus tesis), contra la cual luchó la autoridad eclesiástica competente, otra vez no por oscuras ocultaciones o intereses, sino por estimar que se alejaba de los dichos y hechos verdaderos de Jesús. Cabe suponer que por esta misma razón esos libros heréticos no pasaron a formar parte del canon bíblico.

    Finalmente, la novela se apoya también en los mitificados escritos de Qumrán (por cierto, sin transcribir ningún pasaje o fragmento aclaratorio de sus hipótesis, de modo que tira la piedra y esconde la mano). En contra de lo que postula la trama, esos manuscritos del Mar Muerto no son secretos (están siendo editados y publicados); se trata de textos bien conocidos por los especialistas, que no contienen ninguna versión contradictoria con la oficial; al contrario, han aportado elementos interesantísimos para profundizar en la investigación y conocimiento tanto bíblicos como extra bíblicos, de modo que se puede decir, a todas luces, que Qumrán es una ayuda, y no una amenaza, para la Iglesia


EL HECHO Y SU CONTEXTO. LA ESTAFA DEL «CÓDIGO DA VINCI»: UN BEST-SELLER MENTIROSO

Por: Pablo J. Ginés Rodríguez 08/01/2004
Fuente : Aciprensa

El Código Da Vinci es una novela de ficción anti-católica que está resultando ser un éxito de ventas en todo el mundo. Con más de 30 millones de ejemplares vendidos, traducida a 30 idiomas y con los derechos para la película en manos de Columbia Pictures y el director Ron Howard (con Russell Crowe de protagonista) se trata ya de un acontecimiento propio de la cultura de masas. Los protagonistas se ven envueltos en un thriller de aventura, descifrando la simbología secreta en la pintura de Leonardo Da Vinci. Y el mensaje que transmite la novela es básicamente el siguiente:
1.. Jesús no es Dios: ningún cristiano pensaba que Jesús es Dios hasta que el emperador Constantino lo deificó en el concilio de Nicea del 325.
2.. Jesús tuvo como compañera sexual a María Magdalena; sus hijos, portadores de su sangre, son el Santo Grial (sangre de rey = sang real = Santo Grial), fundadores de la dinastía Merovingia en Francia (y antepasados de la protagonista de la novela).
3.. Jesús y María Magdalena representaban la dualidad masculina-femenina (como Marte y Atenea, Isis y Osiris); los primeros seguidores de Jesús adoraban «el sagrado femenino»; esta adoración a lo femenino está oculta en las catedrales construidas por los Templarios, en la secreta Orden del Priorato de Sión -a la que pertenecía Leonardo Da Vinci- y en mil códigos culturales secretos más.
4.. La malvada Iglesia Católica inventada por Constantino en el 325 persiguió a los tolerantes y pacíficos adoradores de lo femenino, matando millones de brujas en la Edad Media y el Renacimiento, destruyendo todos los evangelios gnósticos que no les gustaban y dejando sólo los cuatro evangelios que les convenían bien retocados. En la novela el maquiavélico Opus Dei trata de impedir que los héroes saquen a la luz el secreto: que el Grial son los hijos de Jesús y la Magdalena y que el primer dios de los «cristianos» gnósticos era femenino.
Todo esto no se vende como una ucronía o una novela de historia-ficción en un pasado alternativo o una Europa imaginaria. Se intenta vender como erudición, investigación histórica y trabajo serio de documentación.
En una nota al principio del libro, el autor, Dan Brown, declara: «todas las descripciones de arte, arquitectura, documentos y rituales secretos en esta novela son fidedignas». Como veremos, esto es falso: los errores, las invenciones, las tergiversaciones y los simples bulos abundan por toda la novela. La pretensión de erudición cae al suelo al revisar la bibliografía que ha usado: los libros serios de historia o arte escasean en la biblioteca de Brown, y brillan en cambio las paraciencias, esoterismos y pseudohistorias conspirativas.
Pero eso no impide a la prensa alabar el «trabajo histórico» que hay tras el libro. Por ejemplo, el Chicago Tribune se maravillaba de cómo el libro contiene «historia fascinante y documentada especulación que vale varios doctorados»; el New York Daily News decía «su investigación es impecable»; el crítico de El Periódico de Catalunya (12/12/03) Ramón Ventura dice que «entender la novela como un panfleto anticristiano es no entender lo que es: un relato de aventuras por los espacios poco conocidos de la historia, donde se combinan los misterios de la religión con los enigmas del arte; Dan Brown escribe con la pasión y la erudición de Matilde Asensi en El último Catón».
La editora del libro en España, Aránzazu Sumalla, que ha encontrado una mina de oro para su pequeña editorial Umbriel (El Código Da Vinci vende 2.400 libros al día en España, 125.000 en los primeros 50 días), no entiende que en la página web del Opus Dei se critique negativamente el libro, que presenta al Opus como una secta destructiva dispuesta al asesinato y otras técnicas magiosas, con el detalle de que el asesino Silas es numerario y lleva cilicio. Según la editora «se trata de una obra de ficción». Pero Dan Brown, en su propia página web, dice bien claro que no ha escrito sólo una novela llena de despropósitos para divertir: «Como he comentado antes, el secreto que revelo se ha susurrado durante siglos. No es mío. Es cierto que puede ser la primera ocasión en que el secreto se desvela con el formato de un thriller popular, pero la información no es nueva. Mi sincera esperanza es que El Código Da Vinci, además de entretener a la gente, sirva como una puerta abierta para que empiecen sus investigaciones».
El resultado es que las ventas de libros pseudohistóricos sobre la Iglesia, los evangelios gnósticos, la mujer en el cristianismo, las diosas paganas, etc. se han disparado: la web de libros Amazon.com es la primera beneficiada, enlazando El Código Da Vinci con libros de pseudohistoria neopagana, feminista radical y new age. La ficción es la mejor forma de educar a las masas, y disfrazada de ciencia (historia del arte y de las religiones en este caso) engaña mejor a los lectores. Como afirma el dicho: «calumnia, que algo queda, y si calumnias con datos que suenen a científico -aunque sean inventados- queda más».

Toda la base «histórica» de Brown descansa sobre una fecha: el concilio de Nicea del año 325. Según sus tesis, antes de esta fecha, el cristianismo era un movimiento muy abierto, que aceptaba «lo divino femenino», que no veía a Jesús como Dios, que escribía muchos evangelios.
En este año, de repente, el emperador Constantino, un adorador del culto -masculino- al Sol Invicto se apoderó del cristianismo, desterró a «la diosa», convirtió al profeta Jesús en un héroe-dios solar y montó una redada a la manera stalinista para hacer desaparecer los evangelios que no le gustaban.
Para cualquier lector con algo de cultura histórica esta hipótesis resulta absurda por al menos dos razones:
1.. Tenemos textos que demuestran que el cristianismo antes del 325 no era como dice la novela y que los textos gnósticos eran tan ajenos a los cristianos como lo son actualmente las publicaciones «new age»: parasitarios y externos.
2.. Incluso si Constantino hubiese querido cambiar así la fe de millones ¿cómo habría podido hacerlo en un concilio sin que se diesen cuenta no sólo millones de cristianos sino centenares de obispos? Muchos de los obispos de Nicea eran veteranos supervivientes de las persecuciones de Diocleciano, y llevaban sobre su cuerpo las marcas de la prisión, la tortura o los trabajos forzados por mantener su fe. ¿Iban a dejar que un emperador cambiase su fe? ¿Acaso no era esa la causa de las persecuciones desde Nerón: la resistencia cristiana a ser asimilados como un culto más? De hecho, si el cristianismo antes del 325 hubiese sido tal como lo describen los personajes de Brown y muchos neognósticos actuales nunca habría padecido persecución ya que habría encajado perfectamente con tantas otras opciones paganas. El cristianismo fue siempre perseguido por no aceptar las imposiciones religiosas del poder político y proclamar que sólo Cristo es Dios, con el Padre y el Espíritu Santo.

¿Jesús es Dios?

En la novela, el personaje del historiador inglés Teabing afirma que en Nicea se estableció que Jesús era «el Hijo de Dios». Un repaso a los evangelios canónicos, escritos casi 250 años antes de Nicea, muestra unas 40 menciones a Jesús como Hijo de Dios. Brown lo que está haciendo es copiar de uno de los libros pseudohistóricos que más ha plagiado para hacer su best-seller, Holy Blood,Holy Grial, en el que se afirma que «en Nicea se decidió por voto que Jesús era un dios, no un profeta mortal».
La verdad es otra. Los cristianos siempre han pensado que Jesús es Dios y así figura en los evangelios y en escritos cristianos muy anteriores a Nicea. Por ejemplo, y para disgusto de mormones, Testigos de Jehová o musulmanes (tres credos actuales que niegan que Jesús era Dios) podemos leer cómo Tomás dice al ver a Jesús resucitado:
[Juan 20,28] Ho Kurios mou ho Theos mou (Mi Señor y mi Dios)
O en Romanos 9,5; carta dictada por San Pablo a Tercio en casa de Gayo, en Corinto, en el invierno del 57 al 58 d.C:
«de ellos [los judíos] son los patriarcas, y como hombre ha surgido de ellos el Cristo, que es Dios, y está por encima de todo».
O en Tito 2,13:
«esperamos que se manifieste la gloria del gran Dios y salvador nuestro Jesucristo».
O en 2Pedro1,1:
«Simón Pedro, sirviente y apóstol de Jesucristo, a aquellos que por la justicia de nuestro Dios y salvador Jesucristo han recibido una fe tan preciosa como la nuestra».
Y saliendo de los evangelios tenemos los textos de algunos Padres de la Iglesia muy anteriores a Nicea:
«Pues nuestro Dios, Jesucristo, fue según el designio de Dios, concebido en el vientre de María, de la estirpe de David, pero por el Espíritu Santo» [Carta a los efesios de San Ignacio de Antioquía, c.35-c.107 d.C].
«Si hubieses entendido lo escrito por los profetas, no habrías negado que Él [Jesús] era Dios, Hijo del único, inengendrado, insuperable Dios» [Diálogo con Trifón, San Justino Mártir, c.100-c.165 d.C].
«Él [Jesucristo] es el santo Señor, el Maravilloso, el Consejero, el Hermoso en apariencia, y el Poderoso Dios, viniendo sobre las nubes como juez de todos los hombres» [Contra los herejes, libro 3, San Ireneo de Lyon, c. 130 -200 d.C].
«Sólo Él [Jesús] es tanto Dios como Hombre, y la fuente de todas nuestras cosas buenas» [Exhortación a los griegos, de San Clemente de Alejandría, 190 d.C].
«Sólo Dios está sin pecado. El único hombre sin pecado es Cristo, porque Cristo también es Dios» [El alma 41:3, por Tertuliano, año 210 d.C].
«Aunque [el Hijo] era Dios, tomó carne; y habiendo sido hecho hombre, permaneció como era: Dios» [Las doctrinas fundamentales 1:0:4; por Orígenes, c.185-c.254 d.C.].
Estas citas -y muchas otras- demuestran que los cristianos tenían clara la divinidad de Cristo mucho antes de Nicea.. De hecho, en Nicea el debate era sobre las enseñanzas de Arrio, un sacerdote herético de Alejandría que desde el 319 enseñaba que Jesús no era Dios, sino un dios menor. De unos 250 obispos, sólo dos votaron a favor de la postura de Arrio, mientras que el resto afirmaron lo que hoy se recita en el Credo, que el Hijo de Dios fue engendrado, no creado y que es de la misma naturaleza (substancia, homoousios) que el Padre, es decir, que Dios Hijo es Dios, igual que Dios Padre también es Dios, un mismo Dios pero distintas Personas. Pese a esta unanimidad de los padres conciliares, el historiador Teabing en la novela dice que Cristo fue «designado Dios» ¡por un estrecho margen de votos!

Un historiador que no sabe historia

Teabing también dice una serie de cosas sobre cómo el cristianismo inventado por Constantino no era más que paganismo. «Nada en el Cristianismo es original», dice el personaje. Escribimos subrayadas las afirmaciones de El Código da Vinci y a continuación comentamos cada una.

Los discos solares egipcios se convirtieron en halos de santos católicos.

El arte cristiano tiene que expresar conceptos bíblicos, como las caras luminosas de Moisés (en el Sinaí) y Jesús (en la Transfiguración).
Para ello usan un recurso común, los halos o nimbos que ya usaba el arte griego y el romano. Los emperadores romanos, por ejemplo, aparecen en las monedas con cabezas radiantes.
-Los pictogramas de Isis amamantando a su milagroso bebé Horus fueron el modelo para las imágenes de la Virgen María con el Niño Jesús.
La imagen de una madre amamantando es común a egipcios, romanos, aztecas o cualquier otra cultura que represente la maternidad. Isis, en los primeros siglos de nuestra era, ya no era una diosa popular de la agricultura egipcia, sino un culto mistérico de tipo iniciático para élites greco-romanas, culto que, por cierto, no incluía rituales sexuales que tanto gustan al autor. Los artistas cristianos, a la hora de representar a María con Jesús (una madre con un niño), usaron los modelos artísticos de la sociedad en la que estaban.
-«La mitra, el altar, la doxología y la comunión, el acto de comer a Dios, fueron tomados directamente de religiones mistéricas paganas anteriores.
La mitra de los obispos difícilmente puede estar inspirada en religiones mistéricas antiguas: no aparece en Occidente hasta mediados del s. X y en Oriente no se usa hasta la caída de Constantinopla en 1453.
El altar es -como el cristianismo mismo- de origen judío, no pagano. Hay 300 referencias a altares en el Antiguo Testamento. El altar de los sacrificios del Templo de Jerusalén es el punto de referencia del judaísmo antiguo y del simbolismo cristiano. Nada que ver con cultos paganos.
La Doxología (doxa=gloria; logos=palabra) no es más que la oración del Gloria: «Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres; te alabamos, te bendecimos, te adoramos.» usa lenguaje puramente cristiano, con conceptos trinitarios y utilizando continuamente pasajes del Nuevo Testamento. Nada que ver con cultos mistéricos paganos.
La comunión y «comer a Dios»: parece ser que en los niveles superiores del culto a Mithras existía una comida sagrada de pan y agua o pan y vino. No hay datos que indiquen que los mitraístas consideraran que en esa comida «comían un dios» ni nada similar. De nuevo, el origen de bendecir y compartir el pan es judío, como explica con detalle Jean Danielou en su estudio La Biblia y la liturgia. Parece que Jesús instituyó la Eucaristía cristiana durante una chabourá, una comida sagrada judía. No hay relación con cultos mistéricos paganos.

El domingo, día sagrado cristiano, fue robado a los paganos

Falso. Desde el principio, los cristianos vieron el día después del sabbath, es decir, el día primero de cada semana, como el más importante, día de su reunión. Ya lo hacían en época de San pablo (ver Hechos 20,7: «y en el primer día de la semana, cuando estábamos reunidos para partir el pan.», o 1 Cor 16,2, cuando Pablo pide reunir las colectas y diezmos el primer día de la semana). Danielou, en La Biblia y la Liturgia, dedica todo su capítulo 16 a hablar de «El octavo día», con citas de Ignacio de Antioquía, de la Epístola de Barnabás, de la Didajé, todos autores de finales del.s.I y principios del s.II Todos hablan del «dies domenica» (día del Señor). San Justino, hacia el 150 d.C es el primer cristiano en usar el nombre latino de Día del Sol para referirse al primer día de la semana.
Ya en el concilio de obispos hispanos de Elvira, en el 303 d.C se proclamó: «si alguien en la ciudad no viene a la iglesia tres domingos seguidos será excomulgado un tiempo corto, para que se corrija». Sólo 20 años después, en 321, Constantino declara oficialmente el domingo como día de descanso y abstención del trabajo. O sea, que el domingo es un «invento» cristiano, que posteriormente adoptó la sociedad civil, y no una fiesta pagana robada por cristianos, justo lo contrario de lo que dice la novela de Brown.

También al dios hindú Krishna, recién nacido, se le ofreció oro, incienso y mirra

Extraído, al parecer, del libro de pseudohistoria The World´s Sixteen Crucified Saviours, [Los 16 salvadores del mundo crucificados] escrito por Kersey Graves en 1875 y denostado incluso por ateos y agnósticos, aunque muy popular y copiado en Internet. Graves no da nunca documentación de sus afirmaciones. Ésta del oro, incienso y mirra parece simplemente un invento. En la literatura hindú no sale por ningún sitio. El Bhagavad-Gita (s.I d.C.) no menciona la infancia de Krishna. En las historias sobre el Krishna niño del Harivamsa Purana (c.300 d.C) y el Bhagavata Purana (c.800-900.dC.) tampoco aparecen regalos.
-El dios Mithras, nacido en 25 de diciembre como Osiris, Adonis y Dionisos, con los títulos «Hijo de Dios» y «Luz del Mundo», enterrado en roca y resucitado 3 días después, inspiraron muchos elementos del culto cristiano.

En realidad, la fiesta pagana del 25 de diciembre en Roma la inventó el emperador Aurelio en 274, muchos años después de que los cristianos latinos celebrasen el 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Cristo.
Aunque en la novela hablen de Mithras como un dios «muerto, enterrado en roca y resucitado tres días después», esta afirmación no sale recogida en ningún texto ni tradición antigua sobre Mithras. Al parecer es otro de los préstamos tomados del panfleto decimonónico de Kersey Graves, en concreto del capítulo 19 de The World´s Sixteen Crucified Saviours. Por supuesto, Graves no da documentación.

Gnosticismo al servicio del feminismo radical

¿Por qué el mundo va tan mal, hay guerras, violencia y contaminación? La respuesta del feminismo radical y de El Código Da Vinci es sencilla, la culpa es del cristianismo, que es machista:
«Constantino y sus sucesores masculinos convirtieron con éxito el mundo desde el paganismo matriarcal hasta la Cristiandad patriarcal mediante una campaña de propaganda que demonizó lo sagrado femenino, eliminando a la diosa de la religión moderna.» Como consecuencia, «la Madre Tierra se ha convertido en un mundo de hombres, y los dioses de la destrucción y la guerra se toman su tributo. El ego masculino ha pasado dos milenios sin equilibrarse con su balanza femenina. una situación inestable marcada por guerras alimentadas con testosterona, una plétora de sociedades misóginas y una creciente falta de respeto por la Madre Tierra»
Esto se habría evitado de seguir el «cristianismo» gnóstico, algunos de cuyos grupos y tendencias consideraban lo divino como masculofemenino, relaciones armónicas de puestos (ying-yang), o incluso andrógino. Jesús -según los gnósticos del s. II y los newagers feministas del s. XX- necesita un opuesto femenino que le complete; su consorte sería María Magdalena. Y unos documentos que lo avalen: los evangelios apócrifos, textos gnósticos imaginativos sin base histórica.

Mientras que los evangelios canónicos son del s. I, ningún texto gnóstico es anterior al s. II. Muchos son del s. III, IV o V. A mediados del s. II la Iglesia ya tenía claro que los evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan eran los inspirados por el Espíritu Santo, y sólo dudaba en el canon de un par o tres de textos. Es falsa la idea de la novela de que en el 325, con Constantino, de entre «más de 80 evangelios considerados para el Nuevo Testamento», sólo se eligieron cuatro: estos cuatro ya hacía 200 años que estaban seleccionados, como leemos en los textos de Justino Mártir (150 d.C) y de San Ireneo.
En El Código Da Vinci hay material de muchos tipos: new age, ocultismo, teorías conspiratorias, neopaganos, wiccas, astrología, préstamos orientales y amerindios. pero el cóctel gnóstico-feminista es la base de la macedonia. Hay poca investigación verdadera sobre el Santo Grial, pero mucha sangría.
Así, se nos cita un texto que existe de verdad, el Evangelio de María Magdalena, una obra gnóstica tardía, escrita por autores de una secta gnóstica, desde fuera del cristianismo. En él, María besa en la boca a Jesús y eso causa la envidia de los apóstoles. Según Teabing, el historiador de la novela, «Jesús era el primer feminista. Pretendía que el futuro de su iglesia estuviese en manos de María Magdalena».

Lo que nadie cita es el versículo 114 del famoso texto gnóstico Evangelio de Tomás, donde Jesús dice que Él hará de María Magdalena «un espíritu viviente que se parezca a vosotros, varones. Porque cada mujer que se haga a sí misma varón entrará en el reino de los cielos». El gnosticismo antiguo es reciclado por antagonistas de la Iglesia actual, pero para ello han de rechazar algunas cosas del gnosticismo antiguo, que en realidad era machista, elitista, despreciaba el cuerpo y todo lo material y es difícil de vender como «el auténtico cristianismo».

Así, el entusiasmo del autor por los «ritos de fertilidad», que tanto admiran -y practican- los protagonistas, no tiene nada que ver con la fertilidad, obviamente, sino con el placer sexual.. Es un signo de los tiempos, pero también una herencia gnóstica y cátara: engendrar, dar vida a nuevos cuerpos, es malo. ¡Justo lo contrario que en el cristianismo! Sexo sin concepción. es de suponer que la próxima novela trate de clonación, es decir, de concepción sin sexo.
Otros muchos errores
Sandra Miesel, una periodista católica especializada en literatura moderna popular, no puede evitar hacer un listado de errores misceláneos del libro, como ejemplo de su «impecable» documentación.
a.. Se dice que el planeta Venus se mueve dibujando un pentagrama, el llamado «pentagrama de Ishtar», simbolizando a la diosa (Ishtar es Astarté o Afrodita). Al contrario de lo que dice el libro, la figura no es perfecta y no tiene nada que ver con las Olimpiadas. Las Olimpiadas se celebraban cada cuatro años y en honor de Zeus, nada que ver con los ciclos de Venus ni con la diosa Afrodita.
b.. El novelista dice que los cinco anillos de las olimpiadas son un símbolo secreto de la diosa; la realidad es que cuando se diseñaron las primeras olimpiadas modernas el plan era empezar con uno e ir añadiendo un anillo en cada edición, pero se quedaron en cinco.
c.. En la novela presentan la larga nave central y hueca de una catedral como un tributo secreto al vientre femenino, con las nervaduras como pliegues sexuales, etc. Está tomado del libro de pseudohistoria «The Templar Revelation», donde se afirma que los templarios crearon las catedrales. Por supuesto es falso: las catedrales las encargaron los obispos y sus canónigos, no los templarios. El modelo de las catedrales era la iglesia del Santo Sepulcro o bien las antiguas basílicas romanas, edificios rectangulares de uso civil.
d.. El Priorato de Sión realmente existe, es una asociación francesa registrada desde 1956, posiblemente originada tras la II Guerra Mundial, aunque clamen ser herederos de masones, templarios, egipcios, etc. No es creíble la lista de Grandes Maestres que da la novela: Leonardo Da Vinci, Isaac Newton, Victor Hugo.
e.. La novela dice que el tetragramaton YHWH, el nombre de Dios en letras hebreas, viene de «Jehová, una unión física andrógina entre el masculino Jah y el nombre pre-hebreo de Eva, Havah». Al parecer, nadie ha explicado a Brown que YHWH (que hoy sabemos que se pronuncia Yahvé) empezó a pronunciarse «Jehová» en la Edad Media al interpolarse entre las consonantes las vocales de «Adonai».
f.. Las cartas del tarot no enseñan doctrina de la diosa; se inventaron para juegos de azar en el s.XV y no adquirieron asociaciones esotéricas hasta finales del s.XVIII. La idea de que los diamantes de la baraja francesa representan pentáculos es un invento del ocultista británico A.E. Waite. ¿Qué dirán los esotéricos de la baraja española con sus copas -símbolos sexuales femeninos- y sus espadas -símbolos fálicos, quizá como los garrotes.-?
g.. El Papa Clemente V no eliminó a los templarios en un plan maquiavélico ni echó sus cenizas al Tíber: el Tíber está en Roma y Clemente V no, porque fue el primer papa en Avignon. Toda la iniciativa contra los templarios fue del rey francés, Felipe el Hermoso. Masones, nazis y ahora los neognósticos quieren ser herederos de los templarios.
h.. Mona Lisa no representa un ser andrógino, sino a Madonna Lisa, esposa de Francesco di Bartolomeo del Giocondo. Mona Lisa no es un anagrama de los dioses egipcios Amón e Isa (Isis).
i.. En La Última Cena de Leonardo, no aparece el cáliz y aparece el joven y guapo San Juan, el discípulo amado. La novela dice que el joven guapo en realidad es María Magdalena, que ella es el Grial. La verdad es que no sale el cáliz porque el cuadro está describiendo la Última Cena tal como sale en el Evangelio de San Juan, sin institución de la Eucaristía, más concretamente cuando Jesús avisa «uno de vosotros me traicionará» (Juan 13,21).
j.. La novela habla de que Leonardo recibió muchos encargos de la Iglesia y «cientos de lucrativas comisiones vaticanas». En realidad Leonardo pasó poco tiempo en Roma y apenas le mandaron algún encargo.
k.. En la novela presentan a Leonardo como un homosexual ostentoso. En realidad, aunque en su juventud fue acusado de sodomía, su orientación sexual no está del todo clara.
l.. La heroína, Sophie Neveu, usa el cuadro de Leonardo «La Madonna de las Rocas» como un escudo y lo aprieta tanto a su cuerpo que se dobla: es asombroso, porque se trata de una pintura sobre madera, no sobre lienzo, y de casi dos metros de alto.
m.. Según los protagonistas de la novela, «durante trescientos años la Iglesia quemó en la estaca la asombrosa cifra de cinco millones de mujeres». Esta es una cifra repetida en la literatura neopagana, wicca, new age y feminista radical, aunque en otras webs y textos de brujería actual se habla de 9 millones. Los neopaganos necesitan una «shoah» propia.
Cuando acudimos a historiadores serios se calcula que entre 1400 y 1800 se ejecutaron en Europa entre 30.000 y 80.000 personas por brujería. No todas fueron quemadas. No todas eran mujeres. Y la mayoría no murieron a manos de oficiales de la Iglesia, ni siquiera de católicos. La mayoría de víctimas fue en Alemania, coincidiendo con las guerras campesinas y protestantes del s. XVI y XVII. Cuando una región cambiaba de denominación, abundaban las acusaciones de brujería y la histeria colectiva. Los tribunales civiles, locales y municipales eran especialmente entusiastas, sobre todo en las zonas calvinistas y luteranas. De todas formas, la brujería ha sido perseguida y castigada con la muerte por egipcios, griego, romanos, vikingos, etc… El paganismo siempre mató brujos y brujas. La idea del neopaganismo feminista de que la brujería era una religión feminista precristiana no tiene base histórica.

Y se podría seguir diseccionando los errores y los simples engaños de este best-seller mentiroso. Por no hablar de su calidad literaria. Pero ¿vale la pena tanto esfuerzo por una novela? La respuesta es sí: para miles de jóvenes y adultos, esta novela será su primer, quizá único contacto con la historia antigua de la Iglesia, una historia regada por la sangre de los mártires y la tinta de evangelistas, apologetas, filósofos y Padres. No sería digno de los cristianos del s. XXI ceder sin lucha ni respuesta ante el neopaganismo el espacio que los cristianos de los primeros siglos ganaron con su fidelidad comprometida a Jesucristo.

Notas del autor:

Para este artículo he utilizado mucho material de Carl Orlson, uno de los responsable de la magnífica web www.envoymagazine.com
A quien lea inglés le recomiendo visitar http://www.envoymagazine.com y todos sus links sobre las relaciones entre cristianismo, gnosticismo y paganismo.
Fuente: E-cristians.net – 09 / 01 / 03 –
(http://www.e-cristians.net/listados/marcos.asp?ide=5513&cat=hecho&lan=esp)
Artículo publicado en Info – Spes
Boletín Informativo de la Fundación S.P.E.S.
Nº 61 – Enero de 2003