GONZÁLEZ, METIDO a JOYERO DE LUJO. A 6000 euros la PIEZA

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Entrevista a FELIPE GONZÁLEZ diseñador de joyas y escultor. Declara: ´Tengo vocación de todo menos de político´ Vende joyas a 6.000 euros… ¿Es éste el modelo de socialismo que defiende el PSOE? ¿ No habrá que recuperar la ´memoria historica´, que oculta el PSOE, no la de la triste Guerra Civil, sino la de miles de socialistas que históricamente dieron la vida por la solidaridad (compartir lo que uno necesita para vivir)? El socialismo del PSOE es insolidario y traidor a su historia y a los empobrecidos de la tierra…


Publicado el 08-08-2004 en el Diario EL PAIS

En el despacho, su hija menor, la veinteañera y encantadora María, no para de arquear las cejas cuando papá, «el ex ex presidente» (lo dice dos veces), suelta la lengua.

Pregunta. Dicen Ramoneda y Martí Gómez que fue usted su único entrevistado que se grabó en paralelo. No traemos cinta…

Respuesta. ¡Mejor!

P. Así que ahora es joyero.

R. Hago joyos y dentro planto olivos. Ja ja. Sí, me gusta hacer cosas con las manos. Soporto mal la tele, y me gustan las piedras. Otros juegan al pádel…

P. ¿Qué piedras le gustan?

R. Muchas, de 20 gramos o como ésa de ocho toneladas que hay ahí fuera. Estamos recuperando en México una artesanía de calidad, voy mucho allí y traigo ámbar, lapislázuli, obsidiana, corales, fósiles… Y en Marruecos y República Dominicana. Resulta que las piezas de 20 gramos se adaptan bien a colgarlas, y ahí se lió… María, ¿no tienes un colgante por ahí?

[No, pero se va a buscarlos].

P. Y se lió en plena boda real. Como marketing no está nada mal.

R. ¡Pero si todo empezó de cachondeo! Elena Benarroch, que siempre lleva mi pedazo de ámbar colgado, me pidió unos pendientes de piedras negras para el traje de la Sonsoles

[Espinosa, la esposa de Zapatero]; yo le dije que esa piedra pesa mucho y que le íbamos a arrancar las orejas, pero que a lo mejor un coral negro… Luego me pidió una piedra para la Romero

. «Exenta», me dijo, «que lleva un escote grande». Y yo: «Si la queréis exenta, se la podemos clavar con chinchetas». Total, se armó el escándalo y ahora tengo 60 revistas especializadas en joyas y 60 pavos y pavas persiguiéndome para entrevistas.

P. ¿Y vende o sólo regala?

R. La Benarroch ha puesto algunas en venta. A las señoras Visa Oro les gustan. Barnatán me dijo el otro día: «Han comprado una de 6.000 euros, tienes que llevar la factura del IVA». ¡Pero qué coño de IVA voy a pedirles a los indios de Chiapas o en el mercado de Tánger! Tendré que buscar un amigo rico que me haga la factura… Porque yo soy de los que pagan impuestos, eh. Y Rato me trataba bien, pero Solbes me va a dar una hostia…

P. ¿Son joyas personalizadas?

R. Absolutamente. Tengo que conocer a la persona, si no a fondo, por lo menos verla, hacer el casting… Ya debo tener unas 100. Se las regalo a gentes que les gustan y les dan valor añadido. De la farándula, a Pedrito Almodóvar, Bibiana, Martirio; también a la señora de Chaves, a mi hermana Lola; la Romero debe tener 50, y María, como 30…

[Llega María con una bolsa llena de collares: originales, bonitos, elegantes, étnicos].

P. ¿Desde cuándo le ha entrado esta pasión?

R. Cuando vino Sting con aquel indígena brasileño, en La Moncloa todavía no había cortinas con la flor de lis, y a Sting le dio un ataque de cuernos con una piedra y se la llevó. La afición viene de Japón: el bonsái, la piedra, el ikebana. Pero en el ikebana no me he metido. Exige más cuidado.

P. ¿Hay energía en la piedra?

R. ¡Los chacras! Hay muchísima literatura sobre eso y es apasionante: áreas culturales muy lejanas entre sí, como los tuaregs o los chiapatecas, atribuyen iguales propiedades a las mismas piedras.

P. ¿Admira a algún diseñador?

R. Hay un gran vacío entre los restos de la línea hippy-étnica y la alta joyería. Aunque están intentando modernizar la joya de lujo, estéticamente me parece temeroso. Es un sector muy conservador, produce piezas muy caras y nadie arriesga, ni Bulgari. Como en todo, faltan emprendedores que se inventen una oferta distinta, anómala, y generen una nueva demanda.

P. Eso suena a universidad estadounidense…

R. Yo eso de pagar una cátedra para que me escuchen…

P. ¿Otras aficiones?

R. Tengo la sensación falsa de que ahora mando en mi agenda, pero tengo menos tiempo que antes. La ventaja de ser presidente del Gobierno es que todo el mundo cree que estás muy ocupado, lo cual es verdad, y no te molesta nadie. Ahora es al revés. Sólo acepto una invitación de cada 30, pero explico por qué no voy, porque soy de tendencia amable, ¡así que sigo sin ser libre! Claro, que igual sólo soy amable por político: ¡si no, qué carajo, la gente te quita los votos! Me acuerdo de que cuando salimos de La Moncloa, la Romero dijo, con toda la razón, como siempre: «¡Coloca esos perros, no quiero más perros!». Y ahora se va de campaña con Narcís Serra y un día le regalan un yorkshire de 200 gramos que parece un pollo tomatero, versión reducida, como Aznar… ¡Y se lo quedó, claro! ¡En campaña te gusta todo, te lo comes todo!

P. ¿Hacemos las fotos?

R. Con las joyas, ni loco. Jamás me acostumbraré a las fotos. Ni a hablar en público, aunque la gente no se lo cree. Sudo como un pollo, paso unas fatigas. Yo tengo vocación de todo menos de político. Ahora también le estoy haciendo algunos muebles de la casa a María. ¿Verdad, María?

P. ¿Y cuándo va a exponer esas esculturas en piedra?

R. El Barnatán [marido de Elena Benarroch], que le he hecho unos gemelos, me insiste, pero no sé, no sé…




Arte sin inhibiciones

El mundo secreto de Felipe González: un chalé en las afueras de Madrid, el jardín lleno de pizarra extremeña, varios guardaespaldas, unas esculturas minerales de formas maravillosas y colores insólitos, un cuarto lleno de pedruscos raros y preciosos, una mesa cubierta por joyas mexicanas. Ahí elabora el ex presidente sus colgantes, pendientes, collares, mientras planta algún olivo y mira con sarcasmo desinhibido la adictiva pero ya lejana realidad del poder. Es un hombre distinto: un artesano globalizado que curra con las manos, habla con la llaneza de un campesino y adora viajar a África y América Latina para regatear en los mercados piedras y abalorios.