«Los CIUDADANOS MEJOR INFORMADOS SON los MÁS CRÍTICOS con la CONSTITUCIÓN EUROPEA»

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Esteban López-Escobar preside, desde el pasado 1 de enero, la Asociación Mundial para el Estudio de la Opinión Pública (WAPOR), la entidad más influyente del sector a nivel internacional…

Entrevista a Esteban López-Escobar,
Presidente de la Asociación Mundial para el Estudio de la Opinión Pública (WAPOR)

Esteban López-Escobar preside, desde el pasado 1 de enero, la Asociación Mundial para el Estudio de la Opinión Pública (WAPOR), la entidad más influyente del sector a nivel internacional. Aunque nacido en Valencia, en 1941, López-Escobar llegó a Asturias con pocos meses de vida. En Oviedo comenzó la carrera de Derecho, que más tarde continuó en la Universidad de Navarra, donde enseña desde hace más de 30 años. Es responsable del área de Opinión Pública y profesor de esta materia en la Facultad de Comunicación. Entre otras distinciones internacionales, ha sido Fellow del Centro Joan Shorenstein de la Universidad de Harvard.

¿Qué significa para usted alcanzar la presidencia de la WAPOR?

Me alegra por ser el primer español que llega a la presidencia desde España. Juan Linz lo ha sido también, pero desde los Estados Unidos. Con independencia de que mi elección suponga el reconocimiento de una trayectoria, creo que es importante la presencia española en foros internacionales: nos saca del provincianismo en el que, a veces, tendemos a refugiarnos.

El año 2004 pasará a la historia por el proceso de opinión pública derivado del atentado del 11-M. Muy en resumen, ¿qué ocurrió esos días en la mentalidad de los ciudadanos?

Las reacciones de los ciudadanos fueron diversas. La más importante, a afectos políticos, fue la de aquellos que no pensaban votar y que lo hicieron, volcando los resultados previsibles en una dirección inesperada.

¿Hasta qué punto influyó la tragedia en los resultados de las elecciones del 14-M?

Me parece pueril tratar de negar la influencia del atentado del 11 de marzo en las elecciones del día 14. Naturalmente que influyó. Influyó hasta el punto de que la gestión de ese suceso por unos y otros provocó un inesperado aumento de la participación que favoreció al PSOE, cuyo ascenso era previsible, pero cuya victoria era altamente improbable.

¿Mintió el Gobierno o manipuló la oposición?

Permita que no conteste directamente a esta pregunta porque carezco de una información exhaustiva. Pero sí puedo decir que los medios de comunicación, que en principio son instrumentos para combatir el rumor con información sólida, contrastada y fidedigna, en esos días cruciales se convirtieron en generadores de rumor. Con independencia de cuál fue después el curso de las investigaciones, la invención del suicida me parece una de esas acciones periodísticas que más perjudican a nuestro crédito profesional.

¿Tuvieron verdadera relevancia las concentraciones ante las sedes del PP en el día de reflexión?

Desde luego. Aunque la campaña oficial se cerró por acuerdo de los partidos, siguió de hecho, de una forma más sutil y quizás más enconada, y esas concentraciones fueron un signo de lo que digo. Esas concentraciones -como también actitudes aisladas- se convirtieron en tema de cobertura periodística y eso prolongó la campaña hasta el mismo cierre de las urnas.

¿Qué resultado le vaticina en España al referéndum de la Constitución europea?

Creo que el Gobierno comienza a estar preocupado por ese referéndum. Y con razón. Cuando me fijo en las poblaciones de los países de la UE, me llama la atención que las mejor informadas son las más críticas, y las más ignorantes son más complacientes. Basta ver las oleadas del Eurobarómetro.

¿Qué indican?

Que cuanto menos se sabe, cuanto más se ignora, más a favor se está. Un referéndum como el que propone ahora el Gobierno es una especie de trágala: «No piense usted», «no debata», «vote que sí». No debatir en serio este Tratado actual para una Constitución europea y sacar al escenario a todas las celebridades posibles para seducir al pobre ciudadano crea -de hecho- las condiciones para la abstención, el voto en blanco o el voto negativo.

Cuando se habla de crispación social, ¿hasta qué punto está inducida por los políticos?

La crispación se produce por la convergencia de la batalla política, la cobertura periodística de esa tensión y las propias tensiones entre los medios de comunicación. Es una cuestión compleja.

Ponga un ejemplo.

El caso de la corrupción. Si algunos medios de comunicación detectan abusos y dan cuenta de ellos, y otros medios les acusan de provocar la crispación social, ¿qué hemos de pensar? ¿No hay que dar la bienvenida a esa supuesta crispación? ¿No contribuyen más a la crispación los medios que justifican lo intolerable con un silencio cómplice o tratando de desacreditar a los que ponen de manifiesto lo intolerable? Hay un riesgo permanente de que los políticos y los empresarios de prensa, o quienes dirigen los medios de comunicación -es decir, quienes toman las decisiones-, vivan en una especie de compadrazgo del que no se benefician los ciudadanos.

Las elecciones de Estados Unidos dieron lugar a un proceso de opinión pública muy llamativo. ¿Cuáles fueron las claves principales?

Las elecciones estadounidenses son muy interesantes para el estudio de la opinión pública. En estas últimas hubo tres novedades especialmente relevantes: la difusión creciente de noticias a través del cable, la multiplicación de las páginas web y la acción de los llamados grupos 527, organizaciones sin ánimo de lucro que intervinieron activamente en la campaña. Por ejemplo, las financiadas por el supermagnate judío George Soros contra Bush, o la página de los veteranos y prisioneros de guerra de Vietnam contra Kerry.

¿Le sorprendió el resultado?

Mi convicción de que era muy difícil que Bush perdiera estas últimas elecciones se basaba, fundamentalmente, en la exploración de la red. Creo que los profesionales de la prensa podrían haber informado mucho mejor si hubieran usado más fuentes disponibles. No obstante, la mala información se debió también a lo que llamo «wishful information» (deseos, en vez de información sobre la realidad), como ocurrió en bastantes casos. Por otra parte, las encuestas, en promedio, anunciaban la victoria de Bush.

Se dice que en los resultados de las elecciones americanas incidieron de forma relevante las cuestiones de carácter moral. ¿Podría trasladarse a Europa esa tendencia?

Cuando Clinton obtuvo la presidencia, alrededor de un 40 por ciento declaró que había votado por «los valores», y a nadie se le ocurrió hablar de «derechización», retorno al «conservadurismo», etcétera. Me parece que tener en cuenta los valores morales es una cuestión de gran importancia. En Europa hay una decadencia moral, elegantemente cínica, que no existe en la misma proporción en Estados Unidos.

Usted ha estado recientemente en Harvard.

Trabajé allí durante el primer semestre del año 2003, en la Escuela Kennedy, una especie de buque insignia de la mentalidad llamada allá «liberal», refractaria a los valores que Bush propugna. Pero Harvard y otros entornos elitistas que han hecho contribuciones decisivas en el campo de la investigación y de la ciencia no representan a aquel país, en el que el sentido religioso impregna la sociedad. Me encuentro mejor en Europa, y desde luego en España, pero creo que el desdeñoso elitismo arraigado en Europa debería respetar el espíritu religioso de los estadounidenses, y aún aprender de él.