La ONU con sus organizaciones satélites, y en alianza con el gran capital, urde y participa en proyectos y campañas de control imperativo demográfico basadas en métodos perversos moralmente, campañas que atentan contra la identidad cultural y religiosa de los pueblos.
La civilización amenazada.
La familia es la célula de la sociedad, es su columna vertebral. La pérdida del sentido de lo que es el matrimonio y la familia afecta negativamente a la sociedad y a su desarrollo.
Uno de los bienes primarios del matrimonio son los hijos.
El intento de controlar inmoralmente la natalidad por parte del Estado y de organismos supranacionales recurriendo a medios directa o indirectamente coercitivos, con el fin de limitar cuantitativamente la población mundial y anular así la libertad de los esposos en la determinación del número de hijos obedece en sus fines a una estrategia global tendente a implantar una reingeniería social programada, una nueva concepción vital de signo secularista y materialista de la vida y del hombre. Lo que subyace a esta nefanda operación, cuyos muñidores manejan con contumacia los tablados de la política y la economía mundial, es el domeñar las conciencias, emponzoñar la inteligencia, rendir las voluntades, atrofiar el sentimiento, y dejar a la persona en disposición de ponerse al servicio del poder global.
La ONU con sus organizaciones satélites, y en alianza con el gran capital, urde y participa en proyectos y campañas de control imperativo demográfico basadas en métodos perversos moralmente, campañas que atentan contra la identidad cultural y religiosa de los pueblos y es la propia ONU, en igual sinergia con los poderes financieros, el principal instrumento elegido para la instauración del supergobierno mundial en todas las parcelas de la vida social, en una perfecta inversión del justo Principio de Subsidiaridad
Malthus al descubierto.
Malthus en su “Ensayo sobre el Principio de la Población” sostiene la tesis de que la población crece a un ritmo mayor de lo que permite el sustento, pero que bien por la miseria generalizada como la guerra, el hambre o las enfermedades, o bien por la acción humana directa como el aborto, el infanticidio o la prostitución, se limitaba. Si hipotéticamente a todas las personas se les proporcionase sustento adecuado y los obstáculos positivos mencionados fuesen retirados, se incrementarían considerablemente los matrimonios y los nacimientos, llegando un momento en que la población existente superaría las posibilidades de sustento para todos, creándose así un peligroso excedente poblacional. Bajo circunstancias favorables, dos fenómenos se dan en paralelo, la progresión geométrica de la población, aproximadamente cada 25 años, como 2,4,8,16, etc., y la progresión aritmética de los medios de subsistencia, como 2,3,4,5, etc., que deriva en la insuficiencia de alimentos.
Malthus propone una serie de medidas con el objeto de frenar el crecimiento indebido de la población como la no intervención pública fomentando el aumento de la natalidad o proveyendo de sustento a los pobres, a la par de exigirles el “refrenamiento moral”, que se abstengan de tener hijos mientras su posición económica no sea suficientemente holgada como para ello.
Pero ni el aumento en proporción geométrica se ha dado nunca en un período de tiempo relevante, ni es verdad que sólo puedan crecer aritméticamente los alimentos, ya que el auge de la productividad es cada vez mayor. Tampoco es demostrable que la población tiende a acabar con el sustento por la “ley de ingresos disminuidos”, dogma de los neomalthusianos, y que sólo es verdad como cualquier ley económica en condiciones concretas.
La aceptación del malthusianismo conduce en los albores del siglo XXI a una serie concatenada de políticas con implantación de injustas medidas legales, inmorales y destructivas socialmente en el ámbito familiar y educativo. No se propone una mejor distribución de la riqueza generada, ni la educación integral de la persona incidiendo en su vertiente moral y religiosa; ni se plantea el tratar de comprender las realidades demográficas desde unos valores plenamente humanos como son: la dignidad de la persona humana, su trascendencia, la importancia de la familia en cuanto célula fundamental de la sociedad, la solidaridad entre pueblos y naciones, la vocación de la humanidad a la salvación.
Paralelismo crecimiento demográfico y desarrollo socio-económico.
Frente a los presagios catastrofistas de Malthus, la realidad muestra que el crecimiento demográfico camina casi siempre en paralelo al desarrollo socio-económico. Entre los factores que convergen en la fijación del nivel de riqueza poblacional, tiene gran importancia el aumento de la población. Es por tanto insostenible afirmar la falacia difundida causa-efecto de la falsa correlación existente entre el alto índice de nacimientos y su traducción en un aumento de la pobreza. Constatamos por un lado naciones ricas con una densidad elevadísima de hab/ Km2 –v.gr. Holanda, Japón o Corea del Sur- como naciones pobres con una densidad poblacional mucho más reducida –v.gr. Colombia, Etiopía o Mongolia-.
Los promotores del control mundial de la población para justificar el control demográfico como condición indispensable y previa al desarrollo duradero de los países pobres, falsean la realidad difundiendo, bajo apariencia de justificación científica, dos mentiras que han alcanzado el rango de axiomas: el crecimiento poblacional es imparable y los alimentos no alcanzan a todos. Pues bien, ni lo uno ni lo otro, y los argumentos que esgrimen son falsos.
El incremento negativo se ha dado, grosso modo, a partir de los años 80 del siglo XX en un tercio de las naciones, los índices sintéticos de fecundidad se sitúan a un nivel inferior al necesario actualmente para asegurar el mero reemplazo de generaciones. De hecho la importancia del descenso de la natalidad inclina a algunos a hablar de una `segunda revolución demográfica´ (…) [de] un `invierno demográfico´ cada vez más riguroso (…) [donde] hoy hay más féretros que cunas, más ancianos que niños e incluso se augura una implosión demográfica planetaria con la entrada de un bucle implosivo, irreversible y no autorregulable, que puede conducir a la autoeliminación de la humanidad en cuatro o cinco siglos. Derribamos por tanto la primera impostura.
Por otro lado constatamos históricamente que las etapas de crecimiento poblacional intenso han estado acompañadas de un crecimiento mayor de los alimentos, y que la propia historia de las sociedades y de las civilizaciones nos muestra que los recursos de la humanidad no se han estancado ni han disminuido, sino que han aumentado y se han diversificado, Ferrer Regales sostiene que se podría llegar fácilmente a incrementar la producción de alimentos hasta cincuenta veces mayor que la actual, y citando rigurosos estudios de C. Clark escribe que “se podría alimentar a casi 40.000 millones de personas con el tipo de dieta de EE.UU. y a 150.000 millones con el tipo japonés” la tierra posee áreas cultivables, no cultivadas todavía, fija alrededor de un 15% la superficie cultivable que se halla cultivada, que permitirán alimentar una población mundial multiplicada por diez (…) sin deterioros ecológicos”. y es más, ahora mismo incluso en muchas zonas como Estados Unidos o la Unión Europea, la crisis es de “super-producción” y el problema no es la producción de alimentos sino la contención, el control y hasta la reducción de productividad, para lo que se otorgan subvenciones a bajas cuotas de producción y se penaliza la superproducción. Cae la segunda mitificación.
El coloniaje socio-económico derivado del capitalismo especulativo creador de los nuevos campos de exterminio por hambre.
La elevada densidad demográfica no explica el hambre, ni la pobreza. El problema del hambre y del subdesarrollo de ¾ partes del planeta nace de la falta de solidaridad internacional y del irrefrenado afán de dominio de los países poderosos, que se niegan a implementar políticas adecuadas para la distribución justa de la riqueza generadas, obedece en definitiva a causas políticas y a inicuos intereses económicos ajenos al bien común sostenidos por una pequeña oligarquía financiera al servicio del control y poder mundial, y que ha instaurado un original modo nuevo de feudalismo económico mundializado.
No está previsto en la marcada estrategia de implantación del nuevo orden mundial, explotadora de recursos de otros pueblos, insolidaria de conocimientos, tecnologías y capitales, y mantenedora del status quo vigente en los organismos internacionales creados ad hoc para conferir legalidad a la injusticia social, las inversiones en capital humano en países del tercer mundo, la implantación de reformas solidarias en el comercio internacional, el elaborar sistemáticamente planes efectivos agrícolas y ganaderos e implementar políticas de creación y diversificación industrial para incentivar el desarrollo económico local de zonas deprimidas, continentes enteros desfavorecidos, así como arbitrar medidas para favorecer que la familia tenga la prole que desea sin interferencias exteriores, ni expedientes y políticas contrarias a la moral natural, y pueda alimentarla y darle educación apropiada.
Resulta más fácil, más rentable económicamente para la plutocracia mundial, y acorde con sus intereses mundialistas de dominio, la práctica masiva del control artificial de la natalidad, esterilizando regiones y familias enteras, y aniquilando en un verdadero holocausto planificado millones de vidas humanas en el vientre de sus madres con gravísimos efectos secundarios adversos, destruir y corromper la verdadera familia natural, y modelar individuos indolentes y atomizados.
La población constituye un potencial estratégico y económico enorme, y es la principal riqueza de los países pobres.
Por ello el “establishment” dominante,y una amplia red internacional de organizaciones bien financiadas, ha dispuesto el colonialismo demográfico o colonialismo económico mediante el exterminio masivo y planificado de población a través de programas mundiales de control demográfico que definen, según las regiones del globo, unas cuotas de seres humanos a los que se admite existir. El totalitarismo antinatalista esconde la ideología del colonialismo económico que teme el desarrollo de los países pobres por miedo a encontrarse con futuros competidores en el mercado mundial. Considera que la ruptura demográfica entre los países desarrollados y el Tercer Mundo amenaza seriamente la economía y la estabilidad sociopolítica occidental, lo que lleva a urdir planes estratégicos como el Nacional Security Study Memorando 200, para lograr el control draconiano de la población en zonas clave, la reducción forzada de la población mundial, a la par que mantiene un control político y económico, y auspiciar Conferencias bajo la férula de la ONU, -Conferencia de Bucarest (1974), Conferencia del Cairo (1994), Conferencia de Estambul (1996)-, que con carta de legitimidad internacional, y en verdadera conspiración entre la medicina y el derecho, exijan a los países subdesarrollados que frenen y reduzcan su crecimiento poblacional.
Ante la acusación de los países subdesarrollados de imperialismo demográfico, el informe Kissinger irónicamente recomienda argumentar, afirmar repetidamente, que ese apoyo deriva de su continua preocupación por el derecho del individuo a determinar libre y responsablemente el número y espaciamiento de sus hijos y el desarrollo fundamental, social y económico de los países pobres. Se invoca también en estas campañas sistemáticas contra la natalidad que se llevan a cabo por “la salud y el bienestar de la mujer”.
La ONU y quienes controlan la ONU desde las cavernas son los principales culpables de las hambrunas que asolan medio mundo, responsables de un auténtico genocidio, y quienes impiden que el problema del hambre en el mundo se resuelva. La lógica neoliberal impuesta por los organismos mundiales y la codicia, el afán irrefrenable de poseer, que es el fondo social a combatir desde la moral, excluye la justa distribución de la riqueza y cuando esto se combate se hace necesario un chivo expiatorio: la población.
La ONU al servicio de la implantación de un programa de reingeniería social-sexual global.
Los diferentes organismos de Naciones Unidas sistemáticamente recomiendan e imponen internacionalmente como medida principal para la reducción de la pobreza y el hambre mundial la limitación del crecimiento poblacional, y con aplicaciones drásticas de control demográfico por medio del aborto, los anticonceptivos, incluyendo los abortivos, y la esterilización de los pobres.
El nuevo elixir mágico para la erradicación de la pobreza y del hambre, y la panacea para todos los males como la deficiente educación, el aumento de enfermedades contagiosas o el analfabetismo, es según la ONU la “salud reproductiva”. De ahí que, en vez de promover la justicia social internacional y el desarrollo en solidaridad, el poder económico que domina en la globalización resolvió detener el crecimiento de la población en el mundo al fijar como meta el crecimiento demográfico 0.
Así la UNFPA es una de las agencias de la ONU que promueve políticas de control de natalidad más virulentas, que incluyen el aborto químico y el aborto quirúrgico a la par que alientan en sus planes y perversos programas de salud reproductiva y planificación familiar, sinónimo de prescripción de aborto, políticas de “sexo seguro”, en las que no caben ni la abstinencia sexual ni la castidad, sino que encierran una campaña permisiva en pro de la promiscuidad y que conduce al incremento desmesurado de las enfermedades de transmisión sexual.
La realidad no escrita muestra que lo que se busca eliminar no es la pobreza, sino los pobres, que son considerados como seres inútiles, nocivos, pues estorba el funcionamiento del mercado, por ello falazmente insisten una y otra vez en los fuertes lazos existentes entre la reducción de la pobreza y la salud reproductiva, traducción de aborto, contracepción que casi siempre supone el aborto del óvulo fecundado, esterilización quirúrgica permanente y eutanasia. El aborto provocado incluso en menores de edad y sin consentimiento de los padres y la esterilización forzada o coercitiva, especialmente en países del tercer mundo, son económicamente preferibles a un nacimiento. Se considera por tanto al hombre como un objeto contable y la transmisión de la vida como una enfermedad que hay que combatir, y el aborto como un “problema de salud pública” al que todos tienen derecho, de ahí que la OMS, que integra los servicios de “salud reproductiva” en los servicios de atención primaria a la salud, haya considerado como medicamento esencial de primera necesidad, e incluido este año en la lista de “medicamentos básicos”, a la píldora abortiva RU-486, el pesticida humano.
Desvelando el horizonte. La ONU brazo ejecutor del nuevo orden mundial.
Alerta Monseñor Schooyans, representante del Vaticano ante Naciones Unidas, sobre el peligro de que la ONU instaure una dictadura global, un sistema de pensamiento único, ejerciendo un control cada vez más centralizado de la información y el conocimiento.
La Asamblea General de la ONU denominada Milenio+5 celebrada del 14 al 16 de Septiembre del 2005 y encabezada por los Jefes de Estado y de Gobierno ha firmado una declaración de 178 párrafos cuyo objetivo es, rotas las referencias a la tradición, configurar una sociedad nueva; un hombre nuevo desligado del orden natural, y al que institucional y educativamente se le niega la posibilidad de buscar y encontrar los trascendentales, pues éstos no son más que constructos, artefactos subjetivos; un hombre al que se le ha amordazado y formateado la conciencia, y que se encuentra dirigido por pulsiones a la satisfacción impulsiva de los instintos más primarios.
En el documento final expresa la intención de lograr el acceso universal a la salud reproductiva [léase aborto encubierto, contracepción, eutanasia y esterilización de pobres] para el 2015 (…) e integrar ese objetivo en las estrategias encaminadas a alcanzar los objetivos de desarrollo internacionalmente acordados, incluidos los de la Declaración del Milenio.
La insistencia pertinaz en la perspectiva de género, que reemplaza la determinación biológica del sexo por una construcción cultural, y que promueve la homosexualidad, la anticoncepción, la esterilización voluntaria y el aborto, sustituye cualquier mención explícita a los llamados derechos sexuales reproductivos y sexuales. De este forma nos comprometemos a promover activamente la incorporación de una perspectiva de género en la elaboración, la aplicación, la vigilancia y la evaluación de las políticas y los programas en todas las esferas políticas, económicas y sociales, y nos comprometemos además, a fortalecer la capacidad del sistema de las Naciones Unidas en el ámbito del género.
Reincide el documento final de la Cumbre del Milenio+5 en la importancia de incorporar la perspectiva de género y en particular en los programas de derechos humanos de mujeres y niños. En relación a la patria potestad consagra la prevalencia educativa del Estado en todos los niños por encima de sus padres o representantes legales. La filosofía del desarrollo sostenible mencionando expresamente la aplicación de los principios de la Conferencia de Río, encierra la contención en límites fijados de la población de los países pobres, y la difusión decidida de una visión holística del globalismo con una mentalidad inmanentista y enteramente evolucionista en el hombre, que se afianza con el sincretismo relativista del credo universal y ateo de la “Cultura de Paz”.
El documento firmado confiere también una mayor cesión de diferentes parcelas de la soberanía nacional a los distintos órganos de la ONU, se enmascara en la reforma para el fortalecimiento de la ONU, lo que acentúa la tendencia absolutista de la propia ONU, que busca controlar e imponer incluso el orden espiritual y moral. Así la Comisión de Derechos Humanos se convierte en “un gran Consejo Universal de Derechos Humanos” es decir de los derechos humanos interpretados y reinterpretados una y otra vez por los distintos comités de los tratados. Este nuevo “Consejo de Derechos Humanos” junto con la Corte Internacional de Justicia legitimará la perversión de los derechos humanos, imponiendo esos nuevos derechos al mundo (aborto, reconocimiento social y jurídico de la homosexualidad, etc) y obligando a los Estados a adecuar sus legislaciones a los dictados de la ONU. De la pura arbitrariedad y al servicio del poder que impone sus intereses, florecen derechos inexistentes, ficticios y que constituyen un privilegio sin fundamento en la naturaleza humana, como los sofísticamente llamados derecho al aborto, arma letal de colonialismo demográfico, y a la libre opción sexual, ambos incluidos en los “derechos sexuales y reproductivos”. Esta filosofía de los derechos reproductivos son el verbo indiscutible dentro de las Naciones Unidas y de la Unión Europea en todas las materias que tengan que ver con la familia y la procreación.
Se busca ex profeso instaurar un poder mundial totalitario, un neocolonialismo hegemónico de la cultura de la muerte. Realmente nada interesa ni los derechos de la mujer ni de los niños, sólo en cuánto pueden servir de instrumento de dominación; ni interesa a nadie el desarrollo económico sostenido, el desarrollo sustentable, y la erradicación de la pobreza, el hambre y la enfermedad, sino que estos términos son madrigueras. Esconden el propósito de reducir a la servidumbre, a la dictadura universal del relativismo, a todo el mundo.
Hay un plan trazado, estudiado al detalle y ejecutado con maestría, de destrucción de la civilización cristiana y de disolución de las raíces ontológicas de la persona que escalonadamente va quemando etapas y cumpliendo objetivos, cada vez con menor oposición. Pasa primero por atacar los cuerpos intermedios de la sociedad destruyendo el orden social, obra fundamentalmente del liberalismo, y ya casi culminada. Las instituciones tradicionales, y en particular las que sirven para impedir la descomposición de las naciones y la disolución de la persona son objetivo principal a la hora de atacarlas con furor. Un segundo paso busca subvertir el orden natural, corromper las instituciones de convivencia natural, y en particular la familia, de ahí la guerra a tumba abierta para lograr su desmembración y aniquilamiento. Destruida la familia el Gobierno Mundial ya está en franquía para encadenar y esclavizar a la humanidad, subyugando a sus miembros. En este tercer paso, con el poder económico, el político de todas las naciones del mundo, y el mediático en sus manos, se hace necesario afianzar los sistemas de dominio y desarrollar métodos de control absoluto sobre la vida privada de los ciudadanos, de modo que no haya ninguna parcela fuera de su mando. Esto se está llevando a cabo en servicio de la libertad y de la democracia, so pretexto de defender los “derechos humanos” y “la paz”. Educación y cultura son los últimos frentes de batalla, el postrero bastión de defensa. La instrucción y educación es el principal sostén de una existencia libre. De ahí que el ataque al ámbito educativo sea visceral y en distintos frentes. La pretensión de erradicar de los sistemas jurídicos la patria potestad, la búsqueda del monopolio educativo estatal, o en su defecto control absoluto de los contenidos educativos que se imparten, tiene por objeto la corrupción física y mental de la juventud, inculcar a la sordina principios y teorías falsas ajenos a la idea de trascendencia y de sentido finalista de la vida humana; una enseñanza, arrumbada la religión y todos los tesoros morales e históricos, eunuca de instrucción, cultura y sabiduría. Se trata de modelar la persona, ofuscar su entendimiento y debilitar su voluntad; dejar a los pueblos, cercenada su libertad, indefensos y a merced de cualquier manipulación que privilegie sólo a unos intereses, mayoritariamente inconfesables, y que nada tienen que ver con la libertad y el humanismo predicado; en definitiva anestesiar, embrutecer, corromper y aherrojar toda una generación en el materialismo, el consumismo, el relativismo y el nihilismo.
La Agenda Globalista del Nuevo Orden Mundial está promovida por el Consejo de Relaciones Exteriores, el Club Bilderberg y la Comisión Trilateral, y no es otra cosa que la tiranía internacional de las organizaciones secretas que controlan el pensamiento, las finanzas y el poder político.
José Martín Brocos Fernández