En una entrevista de Periodistadigital.com a Carlos Carnicero, asegura el comentarista de la Cadena SER a su entrevistador que : «No se pidió cuentas a los periodistas que habían colaborado con la dictadura» Periodista Digital 19 de noviembre de 2005. Sólo Carnicero sabe a quién se refiere. Porque ahí queda eso. Pero a mí, por ejemplo, se me ocurre que, puestos a pedir responsabilidades, se las podría pedir al consejero delegado de la empresa propietaria de la SER, Juan Luis Cebrián, ex redactor jefe del diario de la Organización Sindical Pueblo y ex jefe de Informativos de Carlos Arias Navarro, que al menos tuvo el detalle de dedicarle una columna elogiosa a Emilio Romero en su muerte. Puestos a pedir responsabilidades, quizá podría hacerlo a otro consejero de PRISA, Jesús de la Serna, redactor-jefe «de confianza» del Gallo de Pueblo. O a una de las analistas más interesantes de El País, Soledad Gallego-Díaz, con 19 años de edad trabajando en la Agencia del Movimiento Pyresa. E incluso al gran jefe, Jesús Polanco, que le debe al extinto el inicio de su meteórica fortuna y que, a juzgar por ciertos testimonios, no reniega de su pasado de camisa azul y pantalón corto en el Frente de Juventudes. Si siguiéramos así, la nómina de periodistas españoles sería interminable: desde cierto jefe de Prensa de la Guardia de Franco reconvertido en demócrata de toda la vida –la confundiría con la orgánica, el hombre– a los hijos de un preboste de los medios de comunicación franquistas con trabajos «meritocráticos» (léase irónicamente). Y eso sin mencionar a los que, bajo la cabecera de los Medios de Comunicación Social estatales, se curtieron en el Periodismo, independientemente de ideologías y adscripciones. Pretender pedir, o al menos sugerirlo, a estas alturas, responsabilidades por el ejercicio de la profesión –hasta dónde se podía– en aquella etapa es prácticamente delirante. Mucho más cuando aquí, hasta alguien tan entrañable como José Luis Sampedro, acudía a la Escuela de Periodismo con camisa azul. Como español de la generación que nació con Franco muerto me importa poco si Fulano le cantaba los elogios al ferrolano; si Mengano trabajaba en un periódico con yugo y flechas en la cabecera; o si Frutano ejercía de amanuense oficial para procuradores y consejeros nacionales. De aquella España a la actual media un universo. Para lo bueno y para lo malo. Y, desde luego, hay asuntos muchos más acuciantes que el revanchismo estéril y crispante que algunos han puesto de moda. Sobre todo cuando las obsesiones se toman por el sentir general
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