Lo curioso es que pese a tanta imposición del condón, cada año hay más abortos y se reparten a jóvenes miles de píldoras del día después (abortivas, por cierto, y sin avisar a los padres)
Cuando Franco era responsable de un centro de enseñanza (la Academia Militar de Zaragoza, de 1928 a 1931) exigía que todos los cadetes que salían a la ciudad llevasen al menos un preservativo. Incluso los paraba en plena calle para examinar si lo llevaban y quienes no lo tenían eran severamente castigados. Lo explica el historiador Paul Preston en su reconocida biografía sobre el dictador, remitiéndose a testimonios de su primo Francisco Franco Salgado Araujo, «Pacón».
Esta práctica franquista del preservativo obligatorio tiende a resucitar. Las agencias nos informan de que la ciudad colombiana de Tuluá está debatiendo una ley para multar a todos los varones mayores de 14 años que salgan a la calle sin preservativo… curas incluídos, por supuesto. Alguno pensará que es una locura, pero también en España las autoridades reparten condones en los colegios pasando olímpicamente de los valores de los padres y de las opciones morales de muchos jóvenes.
Lo curioso es que pese a tanta imposición del condón, cada año hay más abortos y se reparten a jóvenes miles de píldoras del día después (abortivas, por cierto, y sin avisar a los padres). Y es que, según los centros oficiales que las reparten, los condones se rompen y deslizan y así consta en las entregas. Sexo seguro y libre, nos decían, y ya vemos lo segurísimo y libre que es.