G. LA PIRA, alcalde de Florencia y cristiano ejemplar

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'Estoy de acuerdo con La Pira en la convicción de que no puede haber política sin cultura y sin moral . Él añade también a esto la fe cristiana, la oración que consideró verdaderamente como un hecho político' (Gorbachov)

EN EL 30 ANIVERSARIO DE SU MUERTE.-


En el marco de la celebración del centenario del nacimiento de Giorgio La Pira (1904-1977), que fue alcalde de Florencia, Juan Pablo II ha subrayado su compromiso civil y político, fruto de la oración y la contemplación, así como sus «intuiciones premonitorias» respecto al «camino de la Iglesia y del mundo». En el mensaje en el curso de la solemne concelebración en Santa Maria de la Flor, catedral de Florencia, con motivo del vigésimo séptimo aniversario de su muerte, el Santo Padre alabó las «grandes energías intelectuales y morales, potenciadas y afinadas en el ejercicio diario del estudio, la reflexión, la ascesis y la oración». «Por naturaleza intuitivo, se sintió llamado a desarrollar su compromiso de cristiano tras las huellas de Jesús ‘enviado a anunciar a los pobres un gozoso mensaje’. Era necesario evitar la ‘tentación del Tabor’, como la llamaba, para descender a la llanura de la cotidiana dedicación a las muchas exigencias del prójimo en dificultad», dijo el mensaje enviado por el Papa.


Giorgio La Pira nació en Pozzallo (Ragusa), el 9 de enero de 1904, en el seno de una familia modesta. Obtenida la licenciatura en Derecho, se traslada a Florencia donde, en 1934, obtiene la cátedra de Derecho Romano e inicia una actividad denominada la «Misa de San Próculo» para ofrecer ayuda espiritual y material a los pobres.


Entre 1929 y 1939, desarrolla una intensa actividad como profesor universitario que le pone en contacto con la Universidad Católica de Milán. Se dedica de lleno a la Acción Católica juvenil y a las publicaciones católicas, escribiendo en numerosas revistas, entre ellas la muy conocida «Frontespizio». En 1939, funda y dirige la revista «Principi» («Principios») en la que, en pleno régimen fascista que prohibirá la publicación, presenta las premisas cristianas de una auténtica democracia.


En 1943, crea la publicación clandestina «San Marco», mientras la policía secreta trata de arrestarlo. Se traslada a Roma y, al año siguiente, imparte en el Ateneo Pontificio Lateranense, por iniciativa del Instituto Católico de Actividades Sociales, un curso cuyo contenido fue publicado con el título «Las premisas de la política».


«De la fecunda tensión entre la contemplación y la acción (…) deriva también la heredad espiritual que ha dejado a la Iglesia de Florencia y a toda la comunidad eclesial», dijo  el Pontífice en su mensaje.


Alcalde de Florencia de 1951 a 1958, y luego nuevamente de 1961 a 1965, dejó un rastro indeleble en la conciencia y en el rostro de esta ciudad, a través de las numerosas realizaciones administrativas y las extraordinarias iniciativas de carácter político y social. Promovió muchas obras de reconstrucción en la periferia y fue constante su empeño en la defensa de los trabajadores y la ayuda a los pobres.


Desempeñó un papel importante en la elaboración de la Constitución italiana, apoyando el valor inmanente de la persona humana y la inviolabilidad de sus derechos fundamentales; asimismo luchó por la introducción del derecho al trabajo como elemento inalienable de la dignidad del ser humano.


«La suya ha sido una espiritualidad, digamos, ‘immanente’ a la actividad cotidiana: no había para él solución de continuidad entre la comunión eucarística, la meditación, el compromiso cultural, y la acción social y política», afirma el Santo Padre.


Giorgio La Pira profesaba una devoción especial a la Santísima Trinidad «que atraía y recogía su alma en la contemplación y la adoración», recuerda la misiva pontificia, impulsándole también a escribir palabras como estas: «La raíz de la acción está siempre aquí: en este ‘éxtasis’ del alma enamorada que derrama lágrimas diciendo al Señor: ¡Señor mío y Dios mío! ¡Mi Dios y mi todo!».


«Su mente iluminada por la fe fue capaz de intuiciones premonitorias para el camino de la Iglesia y el mundo, especialmente respecto a la necesidad de la paz entre los pueblos y la superación de las ideologías ateas y materialistas», añade Juan Pablo II.


En un viaje en 1959 a la Unión Soviética, La Pira, ante el Soviet Supremo, en el Kremlin, afrontó no sólo la cuestión del desarme sino el tema de la libertad religiosa, como elemento esencial de un proceso completo de construcción pacífica.


Su empeño en el campo del diálogo interreligioso fue subrayado por el Papa el 26 de abril de 2004 , al recibir en audiencia a los participantes en el encuentro promovido por la Asociación Nacional de Municipios Italianos. En esa ocasión, recordó como «emblemáticos» los «Congresos por la paz y la civilización cristiana», promovidos por La Pira en Florencia, de 1952 a 1956, «con el fin de favorecer la amistad entre cristianos, judíos y musulmanes».


«Fiel al Magisterio de la Iglesia», afirmó Juan Pablo II, «entendió la función pública como servicio al bien común, fuera de los condicionamientos del poder y de la búsqueda de prestigio o interés personal».


«Oremos para que su ejemplo estimule y anime a cuantos se esfuerzan en testimoniar con su existencia el Evangelio en la sociedad actual y se ponen el servicio de los demás, de modo especial de los pobres que tuvieron siempre en él un amigo solícito y fiel», concluye el mensaje.


El cardenal Ennio Antonelli, arzobispo de Florencia, tras leer el mensaje papal, en su homilía, destacó de La Pira el continuo proclamarse «cristiano, es decir uno que es de Cristo» y la afirmación: «Tengo sólo un carnet, el del bautismo».


La Pira contemplaba a Cristo Resucitado «como levadura transformadora y como modelo elevador y capaz de atraer» a todas las cosas, añadió el cardenal citando una carta escrita por el que fue alcalde de Florencia a un amigo en Pascua.


En cuanto a la importancia de la Eucaristía, La Pira afirmaba: «El cristianismo se resume en la Eucaristía». «Así se edifica el cuerpo de Cristo, el pueblo cristiano, la ciudad de Dios y, bajo su modelo, la ciudad humana. La Eucaristía organiza el pueblo del Señor, edifica las ciudades, los pueblos, las naciones y la civilización», afirmó el cardenal.


Su causa de beatificación fue iniciada el 9 de enero de 1986, en la basílica dominica de San Marcos en Florencia, en cuyo convento La Pira vivió muchos años.


 


 Textos de  GIORGIO LA PIRA


El compromiso de todo cristiano


«Nuestro plan de santificación –decía– es desconcertante: muchos creen que basta el muro silencioso de la oración y de la fuerza interior. Pero no es así. Tenemos que comprometernos con la realidad para comprender las palabras de Jesús: Sufrirán tribulaciones… Toma tu cruz y sígueme… No basta una actitud interior, es imperioso que la vida se construya a través de los canales externos que la hacen circular por la ciudad del hombre. Hay que transformar la sociedad»


Giorgio La Pira, L’anima di un apostolo, Milano 1932.


 


«Si la libertad define al hombre, ella es el fundamento de todo edificio humano. Y esto vale para el individuo y para las sociedades. Todo sistema social debe apoyarse sobre los dos elementos constitutivos de la libertad: la espontaneidad y la espiritualidad. Antinaturales y transitorios, además de perversos, son todos los sistemas sociales, políticos y jurídicos que sustituyen el primado del espíritu por el de la materia y el de la carne (sistemas materialistas y racistas), y el primado de la espontaneidad por la violencia y la coacción (sistemas de tiranía)».


Giorgio La Pira, Valore della libertà, Principi, n.1-2, 1940.


 


Es claro que con semejantes ideas y propuestas la revista fuera censurada (llegó al número once). Su concepción de la política como la forma más alta de la caridad y como gran vocación ineludible lo convenció de la urgente necesidad de formación. Supo crear estructuras donde se educaron en lo social y en lo político enteras generaciones de jóvenes.


 


En septiembre de 1970, hablando a quienes se formaban en uno de estos cursos, dijo:


«Un amor a Dios que no se confronte con un amor concreto por los hermanos es mentira y farsa. La nuestra debe ser una obra de sensibilización y de toma de conciencia para que los jóvenes, en gran parte pasivos y ausentes en la vida política y social, se comprometan a luchar activamente contra la explotación, el subdesarrollo, la pobreza y la guerra. Tenemos que construir la paz, la justicia social y la libertad. No nos preocupa que esos jóvenes formen parte de un partido o de otro, sino que sepan discernir, moverse y participar» .


Prospettive, 85, 1984.


 


Como alcalde llevó adelante la reconstrucción de una ciudad gravemente herida por los bombardeos, construyó el nuevo teatro comunal, reconstruyó los puentes sobre el río Arno, el barrio popular Isolotto (tras la novedosa idea urbanística de las «ciudades satélite»). Se ocupó de proyectar el barrio Sorgane y realizó la empresa central láctea. El problema de los miles de obreros que sufrían la amenaza de perder el trabajo lo comprometió personalmente. Los diarios conservadores hablaban de este «comunista blanco» o «comunista conventual». Estuvo presente en las manifestaciones de los desocupados y supo obligar a los «poderosos» a volver sobre sus pasos cuando el cinismo había ganado sobre el sufrimiento de las familias. A Luigi Sturzo que le reprochaba que «los católicos deben ser interclasistas y no estatistas», porque ello llevaría hacia un marxismo espurio, La Pira contestaba presentándole cifras: 10.000 desocupados, 3.000 sin techo, 17.000 asistidos en cuanto pobres.


 


«Frente a todos estos heridos echados por tierra por los ladrones, como en la parábola del samaritano, ¿qué debe hacer un alcalde? ¿Puede lavarse las manos con la excusa de que no es estatista sino interclasista?» .(9.Piero Lazzarin, Messaggero di Sant’ Antonio, febbraio 2004.)


 


Particularmente traumática para el mundo burgués fue su decisión de ocupar temporariamente los inmuebles deshabitados para dar acogida a los damnificados por el aluvión del Polesine, según una ley de 1865, pero sobre todo inspirada en el concepto patrístico sobre el destino universal de los bienes.


 


La fuerza de la oración


La Pira fundamentaba toda su acción en una intensa vida espiritual, donde la oración ocupaba un lugar privilegiado: oración de intercesión, de agradecimiento y de contemplación. Oración que él mismo pedía a otros. Durante veinte años, el político y el alcalde, el diputado y el docente, incansable luchador por la justicia y la paz, mantuvo un original intercambio epistolar con las religiosas de clausura a cuya oración había encomendado su trabajo. Diálogo que le permitió a La Pira animarse a las más osadas acciones sabiéndose sostenido por la oración de sus hermanas, sobre todo en las oscuras horas que no faltaron en su vida.


 


Escribe en una carta de 1957:


«Hoy se busca con pasión, y es justo hacerlo, la producción y el dominio de la energía nuclear. Y bien, he aquí otro tipo de energía nuclear, de energía divina, que se mezcla en la historia de los hombres. Es la oración vinculada al misterio de la cruz que se convierte en agua viva y fecunda en cada uno y en todos»


Giorgio La Pira, Lettere alle Claustrali.


 


Mijaíl   Gorbachov, el ex líder soviético, dijo, al  referirse a La Pira.


«Sólo Dios sabe lo importante que es la oración en la historia y en la vida de un hombre».


«Cada uno de sus escritos y discursos confirma sin duda su fe en Cristo. Todo ello merece el mayor respeto y obliga a quien se acerca a él a preguntarse por las razones de una fe tan grande, de una fe tan inquebrantable. Una fe que genera esperanza»,


«Creo que la unión de las corrientes religiosas es un hecho central, para que nuestro continente conozca una estación de paz y comprensión»


«Estoy de acuerdo con La Pira en la convicción de que no puede haber política sin cultura y sin moral . Él añade también a esto la fe cristiana, la oración que consideró verdaderamente como un hecho político»


«Con estos gestos de diálogo, La Pira anticipó una nueva manera de hacer política», indicando también «objetivos claros para la política internacional: la opción definitiva por la paz que hay que alcanzar con instrumentos eficaces y adecuados, como el diálogo, la negociación, el acuerdo. Le gustaba repetir que es necesario 'abatir los muros y construir puentes'».


«Personalmente me identifico en esta estrategia política que él llevó adelante con valentía e incluso entre la incomprensión», dijo Gorbachov.


Fuente Zenit , Revista Criterio, Solidaridad.net