En la sociedad del 'fin de las ideologías', del individualismo, del vertiginoso aumento de la riqueza y de la pobreza, Freire habla hasta sus últimos escritos de esperanza, liberación, utopía y amor y, sobre todo, de lucha y no resignación.
Freire es uno de los padres de la pedagogía crítica. En una etapa científicamente positivista plantea que la ciencia no puede ser neutra, ni el científico tampoco. En la sociedad del «fin de las ideologías», del individualismo, del vertiginoso aumento de la riqueza y de la pobreza, Freire habla hasta sus últimos escritos de esperanza, liberación, utopía y amor y, sobre todo, de lucha y no resignación. Esto es lo que caracteriza su vida y su pensamiento, que como él mismo reconoce ha ido evolucionando con el paso de los años y las circunstancias históricas, pero sus ideas eje siguen siendo, para nosotros, de total actualidad.
INTRODUCCIÓN:
Estamos en una nueva etapa histórica denominada Sociedad de la Información. Esta etapa supone un cambio cualitativo respecto a la Sociedad Industrial a la que sustituye, cambio que puede sintetizarse en el nuevo papel que el conocimiento adquiere como elemento productivo frente a otros como la energía, las materias primas, o la mano de obra (Gago, 1995). Como consecuencia, se aprecian cambios en todas las dimensiones de la vida social, desde la laboral (p.e. necesidad de trabajadores cualificados), familiar (p.e. nuevos tipos de familias y relaciones) y, por supuesto, la educativa (necesidad de formar en nuevas competencias adecuadas a las nuevas exigencias sociales). Dentro del mundo de la educación, también merece ser destacado el papel de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (TIC´s) como agentes educativos cuya presencia es cada vez mayor.
Como consecuencia de lo anterior, podemos afirmar que, ya entrados en el siglo XXI de la «globalización», las exigencias de la sociedad a la educación son distintas a las de épocas pasadas, tanto en lo que se refiere a nuevos aprendizajes (se incrementa la necesidad del aprendizaje de idiomas, dominio de las nuevas herramientas electrónicas y alfabetización informática, formación en competencias para la acción laboral, social y personal más que formación de eruditos, …) como procedimientos (capacidad de planificación, supervisión y revisión de la propia acción, aprender a aprender, …) y a valores y actitudes (respeto por la diversidad cultural, pensamiento crítico y creativo, aprender a lo largo de toda la vida, …)
Es evidente que los centros educativos deben cambiar para estar a la altura de las circunstancias, para ser instituciones educativas del siglo XXI que sean respuesta a las necesidades y a las personas que van a vivir en el futuro y no instituciones pensadas para necesidades y personas del pasado.
Esta reforma se está viviendo, a veces, con desasosiego e incertidumbre en todas las etapas del Sistema Educativo, desde la escolaridad obligatoria donde las reformas se suceden cada vez más rápidamente, hasta la Educación Universitaria donde la creación del Espacio Europeo de Educación Superior está suponiendo un replanteamiento de los objetivos y metodologías de enseñanza.
En momentos de cambio como los que estamos viviendo (y que previsiblemente serán cambios continuos) no está de más tener fundamentos sólidos, principios educativos a los que agarrarse, una formación básica profunda desde la que abordar con sensatez los desafíos sociales y educativos que los nuevos tiempos están planteando a la escuela y a la educación en general.
Paulo Freire es una de esas fuentes a la que podemos (y debemos) acercarnos en busca de principios educativos desde los que abordar la reflexión y la acción transformadora de la educación. Y no como una opción más, sino que su aportación es clave para los nuevos retos educativos que se avecinan (que ya están entre nosotros) y a los que no se puede hacer frente más que desde una actitud dialógica, tanto de las propias relaciones de los centros educativos con su entorno (familias, barrio, ciudad,…) en un proceso de transformación de las escuelas, como del propio proceso de aprendizaje que se lleva a cabo dentro y fuera de las aulas. Para afrontar estos retos, Freire es una referencia obligada.
Por tanto, y a pesar de que hay quien sigue pensando que Freire es un autor que tuvo su razón de ser en los años 60 y 70 del siglo pasado, pero que en la actualidad ha sido superado por otras nuevas aportaciones de autores más recientes, en este artículo vamos a defender y argumentar acerca de la actualidad y de la vigencia de las ideas de Freire.
BREVE RESEÑA BIOGRÁFICA
Paulo Freire nace en 1921 en Recife (Brasil). Cuando tiene 8 años su familia tiene que emigrar a Jaboatao, allí muere su padre, experimenta el hambre y comprende el hambre de los demás. Consigue entrar en la Facultad de Derecho de Recife con 22 años, y poco después se casa con Elza, profesora de Primaria. Él que siempre creyó en la fuerza de la familia nos dice (INODEP, 1976: 21):
«Como tenía una irresistible vocación de padre de familia, me casé a los 22 años, con Elza Maia Costa Oliveira de Recife, hoy Elza Freire, católica como yo. Con ella continué el diálogo que había aprendido con mis padres. Tuvimos cinco hijos. Tres niñas y dos muchachos, gracias a los cuales el campo de nuestro diálogo se amplió»
Deja la abogacía, sin apenas haberse estrenado en ella, e ingresa en la División de Educación y Cultura de la administración brasileña. Desde esta nueva situación empieza a implicar a las familias en la escuela y aumentar la connotación política de esa presencia. Entabla contacto con la educación de adultos y ve la necesitad urgente de alfabetización.
Obtiene el título de doctor en Filosofía de la Educación, da clases en la universidad, participa en la fundación del Movimiento de Cultura Popular y crean los Círculos de Cultura que se extienden rápidamente por toda la región. Su método de alfabetización fue probado y elaborado a partir de experiencias prácticas. El movimiento de educación de base patrocinado por el episcopado brasileño tomó el «método Freire» como línea programática hasta la dictadura (Assmann, 2007).
Con el golpe militar de 1964 fue destituido de sus cargos, encarcelado y posteriormente exiliado en Bolivia, trasladándose después a Chile, siempre acompañado de su mujer y sus hijos. En este país escribe «La pedagogía del oprimido» y trabaja para los gobiernos de Frei Montalba y Allende. Da clases en la Universidad de Santiago y en Harvard.
A lo largo de los años 70 asesora a diversos países africanos en sus programas de alfabetización (Tanzania, Guinea-Bissau, Angola, Mozambique,…). Recoge esta experiencia en el libro «Cartas a Guinea-Bissau» escrito en 1977.
Después de 15 años de exilio vuelve a Brasil y se instala en San Paulo. Años más tarde pasa momentos muy duros con la muerte de Elza, su esposa durante 42 años.
Vuelve a casarse con Nita (Ana María Araujo), viuda como él, maestra, pedagoga y escritora. Se plantea, junto a ella, nuevos retos. En 1989 le hacen Secretario de Educación de Sao Paulo (el municipio más poblado de Brasil con 17 millones de habitantes) con el Partido de los Trabajadores, en cuya fundación había participado. Dos años después deja el cargo y vuelve a la docencia en la Universidad Católica de Sao Paulo y a escribir. Muere en esta ciudad en 1997 a los 76 años de edad.
La labor de Freire es reconocida en vida a través de numerosos premios y homenajes, entre ellos, 35 títulos de doctor Honoris Causa y candidato al Novel de la Paz en 1993. Su influencia en el pensamiento pedagógico actual y en las experiencias educativas han sido y siguen siendo muy importantes en todo el mundo.
ACTUALIDAD DE PAULO FREIRE
Freire es, sin duda, uno de los pedagogos más importantes del siglo XX y nos deja un legado de ideas y prácticas que todavía no han sido ni estudiadas con la profundidad que se merecen, ni han impregnado nuestra práctica profesional como el paso de los años irá haciendo. Freire fue una persona adelantada a su tiempo, y seguirá siendo novedoso para nosotros por muchos años.
Como señalábamos más arriba, en este escrito queremos hacer una relectura de las ideas fuerza que han marcado el pensamiento de Freire y que siguen siendo, bajo nuestro punto de vista, de gran actualidad.
1. La educación no es ajena a la realidad sociopolítica.
Precursor de la pedagogía crítica, crea una pedagogía global que relaciona educación, política, imperialismo y liberación, y que gran parte de los educadores todavía debemos descubrir.
Considera que la afirmación de que las cosas son así y que no pueden ser de otra manera es una concepción fatalista del mundo, e implicaría que los pobres y excluidos estarían destinados a ser ignorados, a morir. Sin embargo afirma en una de sus últimas obras (Freire, 2002: 26):
«Es preciso que la debilidad de los débiles se transforme en una fuerza capaz de instaurar la justicia. Para ello es necesario un rechazo definitivo del fatalismo. Somos seres de transformación y no de adaptación»
No podemos renunciar a nuestra capacidad y a nuestro derecho a decidir y como consecuencia a «reinventar el mundo». El objetivo del ser humano es protagonizar su historia, y la educación debe contribuir a que ello sea posible.
2. Aprendizaje dialógico.
El aprendizaje dialógico («nadie ignora todo, nadie sabe todo») que nos plantea el autor, es mucho más que un aprendizaje significativo. Es una acción global que permite a los sujetos descubrirse a sí mismos y tomar conciencia del mundo que les rodea (Freire, 2006). Desde esta perspectiva, el pensamiento de Freire no sólo tiene en cuenta al sujeto como constructor del conocimiento, situación reclamada por las corrientes constructivistas, sino que valora también la importancia del contexto social. La unidad dialéctica entre aprender-enseñar, introduce una perspectiva sociocrítica en el proceso de conocer (estamos mediatizados por el mundo) y hace de la comunicación entre sujetos el instrumento para la apropiación de un conocimiento activo y crítico.
3. Revolución cultural.
Dice Freire que «toda revolución, si es auténtica, es necesariamente una revolución cultural» (Freire, 1970: 167). La liberación de un país exige su liberación cultural, para entender lo que está sucediendo, descubrir el origen del problema, y ser capaz de organizarse para buscar respuestas.
El centro del trabajo de Freire está orientado a la liberación de las clases pobres, los oprimidos, de forma que se conviertan en sujetos de su propio destino histórico, pues la condición de opresión en la que han vivido les ha distorsionado su visión alrededor de su identidad lo que los ha incapacitado para construir su propio destino y además han sido condenados al silencio porque no conocen la escritura.
La educación no puede ser abordada como un problema técnico, puesto que es allí donde se desarrolla la concienciación crítica de las condiciones sociales, económicas, políticas y culturales en las que viven las sociedades.
Sin duda fue el pedagogo de la esperanza. Nunca consideró la esperanza como una separación entre mente y corazón, entre pensamiento y acción. La esperanza es la práctica del testimonio. Permite pensar de forma diferente para actuar, también, de forma diferente
4. Creencia en la persona.
Obsesionado por el analfabetismo creyó en los hombres que algunos colocaban fuera de la historia, en su libertad, en su poder de creación y de crítica.
Políticamente no cree en las reformas de los políticos poderosos como medio de resolver los problemas. Se mantuvo fiel a sus raíces, a la llamada de su gente, orientando correctamente su corazón y su mirada en el rostro del que sufre y transformándose progresivamente en el pedagogo de la indignación. Creía que nadie que no fuesen los mismos pobres, van a velar por los intereses de los pobres.
La valoración del hombre se ve en el término alfabetizando en lugar de analfabeto. Nadie es analfabeto para siempre y todos somos alfabetizandos, somos personas que estamos en continua formación, estamos en movimiento, estamos andando, estamos aprendiendo.
Sabe, sin embargo, que la persona (también el pobre) es capaz de lo mejor y de lo peor, de luchar solidariamente por la justicia jugándose su propia vida, y de acomodarse en lo conseguido de forma individualista. Por eso siempre defenderá el trabajo conjunto, donde la dialéctica colectiva se abre paso.
«El hombre solo se expresa convenientemente cuando colabora con todos en la construcción de un mundo común; sólo se humaniza en la construcción dialógica de la humanización del mundo.» (Freire, 1970: 14)
Ante la actual actitud de pragmatismo existente, que en realidad es un camino cerrado a la mejora de las cosas «yo quiero pero no puedo», «no se puede hacer nada», «las cosas van a seguir siempre igual», «que lo hagan lo poderosos»,… Freire habla de lo inédito viable, es la creencia en la utopia. Los hombres tienen diferente actitud ante las situaciones límite de la vida personal y social, ante las barreras y obstáculos que se presentan. Unos las perciben como algo que no se puede o que no se quiere superar, otros son capaces de hacer «actos límite» para romper las «situaciones límite», en contra de lo que nos dan hecho y a su aceptación dócil y pasiva.
Unos actúan aprovechando las pequeñas oportunidades y parcelas de poder que el sistema nos brinda para sobrevivir, otros ven que las circunstancias hay que cambiarlas, se sienten movidos a actuar y a descubrir lo inédito viable, lo que todavía no es pero puede existir (la utopía). Es algo que nuestra ilusión y nuestro deseo nos pide que sea posible. Así que cuando las personas conscientes quieren, reflexionan y actúan para derribar las situaciones límite que nos obligan a «ser menos», lo inédito viable deja de ser una ilusión para ir convirtiéndose progresivamente en realidad.
5. El poder del amor.
Otro aspecto a destacar es su insistencia, sin ninguna vergüenza, en la importancia del poder del amor. El amor es la característica esencial para el diálogo, por eso se tiene que dar siempre entre iguales, y no en relaciones de dominación; en la Pedagogía del Oprimido (p. 72) podemos leer:
«No hay diálogo si no hay un profundo amor al mundo y a los hombres. No es posible la pronunciación del mundo, que es un acto de creación y recreación, si no existe amor que lo infunda. (…) El amor es un acto de valentía, nunca de temor; el amor es compromiso con los hombres. Dondequiera exista un hombre oprimido, el acto de amor radica en comprometerse con su causa. La causa de su liberación. Este compromiso, por su carácter amoroso, es dialógico»
El amor siempre instaura un proyecto político. Pues un amor por la humanidad desvinculado de la política hace un flaco favor a su objeto. El amor es el oxígeno de la revolución, nos dirá, que nutre la sangre de la memoria histórica. El diálogo es el medio a través del cual el amor puede ser el testigo que nos transmiten quienes han sufrido y luchado antes que nosotros, aquellos que lograron resistir a todos los intentos de exterminar y retirar de los anales de las conquistas humanas su espíritu de lucha. El amor lleva a la identificación con el dolor de los oprimidos.
6. Educación bancaria y educación liberadora
Entiende por educación bancaria aquella en el que el profesor es el que sabe y los alumnos tienen que aprender lo que no saben. Negando la educación como proceso de búsqueda. «Será siempre el maestro quien tome la actitud paternalista de dar, ofrecer, transmitir lo que hay que saber, sea necesario o no, interese o no al alumno (…). Se impide dotar al aprendizaje del gozo del descubrimiento, de la experiencia» (Hernández, 2006: 45)
La educación se entiende como un depósito que los alumnos reciben pacientemente, memorizan y repiten. Esto supone una concepción de la cultura cosificada, como algo ya hecho, encasillado y delimitado.
La educación liberadora por el contrario la entiende como educar al hombre en libertad, y por tanto exige la creación de personas responsables. Nadie tiene el saber total y nadie es un ignorante absoluto. Todos aprendemos de todos si estamos abiertos a ello.
Los conocimientos nuevos, deben llevar a hacerse preguntas (educación problematizadora). Educación con el educando y no para el educando, como nos han venido proponiendo las leyes de educación de la democracia española. Educandos y educadores se distancian del mundo para analizarlo mejor, y posteriormente volver a él. Se trata de una pedagogía que nos invita a analizar y transformar el mundo.
7. Concientización-acción
Para Freire alfabetizar es concientizar, crear y recrear colectivamente lecturas del mundo. Y concientización es aprender a reflexionar, junto con los demás, acerca del mundo tal como es experimentado.
La alfabetización es un modo de lectura y transformación del mundo. Es parte de un concepto más amplio, el de ciudadanía, democracia y justicia, un concepto global y transnacional
El hombre llega a personalizarse reflexionando sobre lo que es y le está pasando. Será más libre cuanto más consciente sea. Del análisis de sus circunstancias concretas podrá entender la situación global. Esta dialéctica local-global, concreto-abstracto es fundamental para articular la reflexión en acciones que afecten a la raíz de los problemas, no solo a sus consecuencias. Cuando esto pasa se empieza a crear cultura. La cultura es una creación del hombre, no así la naturaleza que se nos regala. La cultura es la aportación que el hombre hace a la naturaleza transformándola en un esfuerzo con los otros hombres.
Igual que crea la cultura, va construyendo la historia, es decir, una serie de respuestas que los hombres dan a los desafíos que encuentran en la naturaleza en los otros hombres y en su proceso de relación, o sea, en las estructuras sociales.
8. La palabra
Se requiere una filosofía de la educación que piense desde el oprimido y no para el oprimido. Una educación encaminada a romper la cultura del silencio, una educación concebida como una acción cultural dirigida al cambio, a través de la concienciación de las personas, cuyo primer alcance es lograr que las personas aprendan a pronunciar sus propias palabras y no a repetir las palabras de otros. Por medio de la comunicación legítima, a través del diálogo, el individuo se transforma en sujeto constructor de su propia historia.
La liberación de los oprimidos supone una revolución, a través de «tomar la palabra». Con el dominio de la palabra el hombre se hace hombre. Debe asumir su propia palabra responsablemente en la comunidad humana. De esta forma toma parte en la construcción del mundo humanizándolo. La persona crece en el diálogo con el mundo y con los demás.
Devolverles la palabra a los oprimidos (al pueblo) requiere de una institución escolar democrática y centrada en el educando, que estimule la formación de una conciencia crítica en él, impulsora de transformaciones sociales.
CONCLUSIÓN
Para concluir y a modo de resumen de todo lo anterior, queremos señalar de manera telegráfica las aportaciones, que a nuestro juicio, siguen siendo propuestas innovadoras para profundizar en la pedagogía de Freire y que hoy, más que en momentos históricos anteriores, siguen siendo de gran actualidad en el quehacer educativo universal y de nuestro país, que vive un momento educativo de gran pragmatismo entre los educadores:
– Respeto hacia el educando y su saber. Todos nosotros sabemos algo. Todos nosotros ignoramos algo
– El reconocimiento de la realidad del educando como punto de partida y principio en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
– La importancia del diálogo como recurso pedagógico. Enseñar exige saber escuchar
– La ciencia y la tecnología deben estar al servicio de la humanización del hombre
– Su pensamiento pedagógico es un pensamiento político. Dedicando su vida a los pobres allá donde estuvo trabajando (como maestro, como político, como filósofo y escritor, como asesor internacional, como profesor universitario…)
– Hombre de utopía: cree en el cambio social, en la capacidad transformadora del hombre, en una cultura responsable, creadora de personas libres. El hombre es el máximo valor, que es capaz de luchar, de acomodarse y de traicionar
– Importancia de la palabra, que hace al hombre, hombre; y que lleva al proceso dialógico, y éste conlleva un proceso de escucha
– El amor siempre instaura un proyecto político, porque lleva a la identificación con el dolor de los oprimidos. «La libertad, sin la cual no podemos ser, no es una donación, es una conquista»
REFERENCIAS
Assmann, H: Bibliografía de Paulo Freire. http://www.servicioskoinonia.org /biblioteca/general/FreirePedagogiadelOprimido.pdf. [on line]. Consultado 2007-09-10
Freire, P. Pedagogía del Oprimido. Buenos Aires: Siglo XXI, 1970
Freire, P. La naturaleza política de la educación. Barcelona: Paidós, 1990
Freire, P. A la sombra de este árbol. Barcelona: El Roure, 2002
Freire, P. Cartas a quien pretende enseñar. Mexico: Siglo XXI, 2005
Freire, P. El grito manso. Buenos Aires: Siglo XXI, 2006
Gago, A. El comercio mundial de la tecnología. Madrid: Voz de los sin voz, 1995
Hernández, L.E. Paulo Freire. Madrid: Fundación Emmanuel Mounier, 2006
INODEP. El mensaje de Paulo Freire. Madrid: Marsiaga, 1976