La realidad de la mujer trabajadora hoy en el mundo es la de una mujer pobre, que lucha y sufre para sacar a sus hijos, a su familia adelante. Que combate cada día el combate de la vida, en un mundo organizado contra los pobres y contra la posibilidad de su promoción.
La realidad de la mujer trabajadora es una mujer, una joven, una niña, que hace largas colas para conseguir algo de comida, que se desgasta en busca de agua, de lumbre para su casa, de los bienes más elementales. La realidad de la mujer trabajadora es una mujer que sufre por la enfermedad de sus seres queridos, sin medicinas ni tratamientos; que deja a sus hijos al cuidado de otros para ir a trabajar por salarios miserables que le permitirán realizar una comida al día. La realidad de la mujer trabajadora es una mujer que sufre por la violencia que azota a sus hijos.
Sí. Porque la realidad de la mujer trabajadora hemos de verla mirando el mundo desde la realidad de los pobres. Si no, nos quedaremos encerrados en nosotros mismos, influidos por una ideología diabólica que se está imponiendo a nivel planetario, tanto en regímenes de democracia formal como en dictaduras comunistas o liberales. Un totalitarismo cuya raíz viene gestándose desde que Frederick Engels, el filósofo compañero de Marx, en 1884 afirmara que “El primer antagonismo de clases de la historia coincide con el antagonismo entre el hombre y la mujer unidos en matrimonio monógamo, y la primera opresión de una clase por otra, con la del sexo femenino por el masculino…, la liberación consistirá en independizar a la mujer de la dominación a la que ha sido sometida durante siglos en la familia tradicional, especialmente en lo que se refiere a la maternidad”. (En el origen de la familia, la propiedad privada y del Estado)
¡No!, no es el hombre, ni los hijos, ni la familia la que oprimen a la mujer. Esta ideología desdibuja y protege al verdadero enemigo.
¡No!, no es el hombre, ni los hijos, ni la familia la que oprimen a la mujer. Esta ideología desdibuja y protege al verdadero enemigo. Lo que oprime a la mujer es un poder político y económico radicalmente injusto que quiere garantizar y reforzar sus privilegios. Lo que oprime a la mujer y al hombre es un sistema imperialista que planifica el hambre de sus hijos y que les degrada moralmente tanto a ella como al hombre. Un sistema organizado para el lujo y el placer de una minoría enriquecida. Para ello los pobres, la familia, la Iglesia católica son una amenaza que hay que eliminar.
Muchos de los derechos que demandan las corrientes feministas son pseudoderechos egoístas, alejados de los verdaderos problemas que aquejan a las mayorías de las mujeres del mundo. Un feminismo sostenido por la ideología marxista-liberal está contra la propia mujer, contra su vocación de servicio. Un poder que se reclama enfrentándose al hombre y a costa del sufrimiento y la explotación de otras mujeres pobres. ¡Cuántas inmigrantes empobrecidas han tenido que dejar a sus padres ancianos, a sus hijos niños o adolescentes para venir a cuidar a nuestros viejos, a nuestros niños!, ¡Cuántas de ellas están internas soportando unas condiciones físicas y psicológicas que pocas mujeres de nuestra sociedad serían capaces de soportar! Trabajo duros que no queremos hacer.
Madre trabajadora, mujer pobre y humilde levántate de la basura, llega la hora de tu promoción. No reniegues de tu ser femenino, de tu maternidad, no te dejes colonizar por una ideología que quiere imponerse por la violencia y la fuerza del dinero.
Un imperialismo totalitario que no solo genera tu hambre y tu miseria, sino que solo sabe responder al problema que ha provocado con esterilizaciones forzadas, con el asesinato por hambre y aborto de tus hijos. Mujer trabajadora, tu estas hecha para compartir la vida en la familia como esposa, como madre, como mujer acogedora y maternal con los que sufren.
Contribuir con tu trabajo a la construcción de una sociedad más humana, más fraterna, esa es la auténtica liberación de la mujer. Para nosotros, como cristianos, el modelo a seguir es el de María de Nazaret, esposa de José, madre de Jesús, mujer pobre y trabajadora. Un modelo que es válido para cualquier persona de buena voluntad y que ha influido tanto a lo largo de la historia.
Editorial de la Revista Autogestión 127