«El Nuevo Orden Mundial necesita extender la ideología transhumanista para implantarse con éxito»
Extracto de la entrevista
Nuevo Orden Mundial, Gran Reinicio, Nueva Normalidad… Es un proceso que ya está en marcha, declarado por sus propios impulsores, y que, como todos los totalitarismos, se asienta sobre una ideología: el transhumanismo.
Una de las primeras voces que alertó sobre las pretensiones transhumanistas en España fue Albert Cortina, abogado y urbanista, que acaba de publicar una obra que abarca todas las miradas posibles sobre la cuestión: ¡Despertad! Transhumanismo y Nuevo Orden Mundial (Eunsa).
-¿En qué se parece y en qué se diferencia el transhumanismo de otras ideologías?
-No sé si resulta acertado trazar similitudes y diferencias con las ideologías más conocidas. Yo me inclinaría por seguir la pista al denominado “humanismo evolutivo” como patrocinador de los valores de la ilustración, la racionalidad crítica, etc. Ese tipo de humanismo niega que la humanidad sea la causa final de la creación, y afirma que más bien la humanidad es una casualidad de la evolución natural.
-¿Cuáles son sus orígenes?
-La ideología transhumanista, en sentido estricto, puede remontarse en el tiempo a Julian Huxley (1887-1975), biólogo británico, quien siendo director general de la Unesco en 1946 y miembro fundador del Fondo Mundial para la Naturaleza, quiso establecer una religión científica, secular, inmanentista y global para las instituciones internacionales.
»Esa religión secular que proponía Julian Huxley -hermano de Aldous Huxley, el autor de la novela Un mundo feliz– se basaba en el humanismo científico, es decir, en un “humanismo evolutivo” cuya primera formulación se desarrolló en esa época y que seguramente fue el embrión de lo que después se ha venido a denominar “transhumanismo”.
-¿En qué consistía?
-Desde esa cosmovisión secular, el humanismo evolutivo siempre buscó la manera de trascender los límites de la naturaleza humana. En realidad -tal y como ha analizado muy bien el filósofo Rafael Monterde, estudioso de Julian Huxley-, lo que proponía dicho precursor del transhumanismo era trascender la condición de especie para alumbrar, a través de la conciencia humana, una autoconciencia cósmica total que diese plenitud a la sustancia universal y única de la que forma parte.
»Se busca, de este modo, fusionar la mente humana con el cosmos para elevar al ser humano a una nueva fase de la historia evolutiva. Y es que la consciencia humana constituye para Julian Huxley una misión universal dentro del orden de la naturaleza y tiene el papel de transformar el cosmos para tornarlo autoconsciente.
-¿Hasta qué punto eso subvierte la visión del mundo más clásica?
-Con el transhumanismo se abre la posibilidad de una dirección consciente de la evolución. El ser humano ya no es un simple custodio de la creación de Dios sino que está destinado a ser el director de la evolución. Para esa cosmovisión, la evolución dirigida es la auténtica comprensión de las leyes naturales y del lugar que ocupa el ser humano dentro del universo. La humanidad tiene el deber moral de expandir su conciencia y su voluntad hacia los diferentes niveles de la realidad física. Ese es el auténtico cambio de paradigma evolutivo que nos propone el transhumanismo: la conciencia humana debe penetrar las raíces de la biología para darle visión, dirección y guía.
»En definitiva, la autoconciencia cósmica se está realizando en un pequeño fragmento del universo: en alguno de nosotros, los seres humanos. La misión científico-religiosa que supone la creencia en el transhumanismo implica que el ser humano podrá trascender su condición humana para llevar su conciencia fragmentada hacia una autoconciencia cósmica universal.
-¿Cómo afecta esta ideología a la idea de trascendencia y a la religión?
-Para los transhumanistas, los seres humanos no pueden rechazar la tarea de autotrascenderse, es decir, de elevar la existencia del cosmos a la altura de su espíritu. Este deber que le ha sido encomendado al ser humano tiene como norma privarse de la ignorancia y potenciar su conciencia para desarrollar todas las facultades humanas, tanto a nivel individual como colectivo.
Albert Cortina aborda en ¡Despertad! todos los aspectos posibles del transhumanismo: filosófico, científico, técnico, religioso… Foto: Gabriel González de la Torre.
»De acuerdo con todo lo expuesto anteriormente, podemos afirmar que ya desde sus orígenes el credo transhumanista resulta ser, en realidad, un misticismo científico de carácter utópico. Una religión secular de la mente entendida como la auténtica sustancia universal. Así también podemos ver el transhumanismo como un credo que defiende la inmanencia divina en la naturaleza. Y es que desde sus inicios, con Julian Huxley, la religión secular del transhumanismo pretende ser la nueva religión global.
-¿En qué movimientos puede descubrirse una relación con el transhumanismo?
-En los inicios del transhumanismo podemos encontrar propuestas “morales” de la eugenesia de la sociedad británica de principios del siglo XX que apostaba por la mejora humana para potenciar el nacimiento de los más aptos y capacitados y engendrar, de este modo, una generación de supercapacitados para liderar el imperio británico.
»En la actualidad, la ideología del transhumanismo/posthumanismo bebe, entre otras, de esas fuentes y cristaliza con éxito en un momento en que el Nuevo Orden Mundial avanza en su construcción. A su vez, el transhumanismo forma parte de lo que podríamos denominar la “modernidad líquida” y las “ideologías disolventes” de la naturaleza humana características de la postmodernidad, y especialmente, de la hipermodernidad “gaseosa”.
»Finalmente, también podríamos encuadrar dicha ideología en el conjunto del pensamiento “trans” (transhumanismo, transgénero, transespecie…) y de la cultura emergente del mejoramiento humano y de la libertad morfológica que promueve el derecho a diseñar el cuerpo según el propio deseo.
– ¿Tiene puntos débiles la ideología transhumanista, tan segura de sí misma?
-Creo que el principal punto débil del transhumanismo que se nos propone actualmente -principalmente desde el mundo anglosajón- se centra en que las premisas teóricas de las cuales parte son materialistas y reduccionistas, es decir, reducen al ser humano a su dimensión material, fundamentalmente genética y neuronal, e identifican el pensamiento únicamente al funcionamiento cerebral.
»En ese análisis coincido plenamente con la doctora Elena Postigo, directora del Instituto de Bioética Francisco de Vitoria y pionera en España en el estudio de los desafíos bioéticos del transhumanismo. Y es que los transhumanistas reducen la dignidad de la persona a sus aspectos tangibles como la calidad de vida o la capacidad de decidir libre y autónomamente, sin tener en cuenta su dimensión trascendente y espiritual.
-¿Y por qué es tan importante esa dimensión?
-El humano mejorado y ampliado biotecnológicamente en sus capacidades físicas y cognitivas, como pretenden los transhumanistas, no tiene por qué ser más humano en su bondad ni una persona más feliz. Desde mi punto de vista, la liberación de la condición biológica humana que nos propone el transhumanismo no dará por sí misma sentido y propósito a la vulnerabilidad humana, la fragilidad, el sufrimiento y la muerte, todas ellas características propias de nuestra naturaleza humana.
»Liberándose de esa condición humana, y liberándose de Dios, el “nuevo hombre” -o sea, el transhumano- se cree libre y elevado a un nivel de existencia superior. Sin embargo, pronto aparece el carácter ilusorio de su liberación y de su exaltación. El nuevo ser humano desconoce que Aquel contra quien lucha, a quien olvida y niega es, en realidad, el fundamento de su grandeza, ya que el ser humano no es el mismo si no es a través de la iluminación de su conciencia que recibe como un don por la gracia y de la conexión íntima de su alma y de su espíritu con el Creador.
»El transhumanismo se presenta como una revelación del ser humano para poder tener fe en el mismo. Pretende situar al ser humano en el lugar de Dios.
-Un rechazo casi luciferino…
-En efecto, sin embargo solo consigue descentrar al hombre, porque la propuesta transhumanista conduce hacia una tiranía donde la felicidad se paga al precio de la misma libertad absoluta que quiere afirmar. Y si no, solo tenemos que volver a leer la novela Un mundo feliz de Aldous Huxley, publicada en el año 1932.
-¿Por qué todas las utopías sin Dios acaban en distopías?
-El ser humano relegado a una forma reducida de la razón pierde todo sentido de aquello que es el misterio. En este sentido, el transhumanismo propone alcanzar una razón calculadora infinitamente más potente, y toma como modelo de funcionamiento las supercomputadoras y la inteligencia artificial. Sin embargo, la persona humana tiene otras dimensiones que la hacen estar en contacto con la realidad mayor que la envuelve, una realidad que tiene como categoría fundamental la del misterio.
»Por ejemplo, en relación a la inteligencia artificial fuerte o general, las posiciones más radicales del transhumanismo aspiran a que ese tipo de inteligencia -la Superinteligencia- cambie la primacía del ser humano en favor de la máquina, en el marco de una esperanza ultramundana que rechaza toda trascendencia, y en que la salvación no se encuentra en la unión con Dios sino en la hibridación con la máquina.
-Es decir, terminan degradando al ser humano, todo lo contrario que el cristianismo…
-La cosmovisión cristiana, centrada en la fe en la resurrección, reencuentra el misterio de la persona y sobre todo nos sitúa ante el misterio de un Dios personal que es Amor. Frente a la inmortalidad cibernética que propone el transhumanismo -que desde mi punto de vista no evitará la caducidad del ser humano y del cosmos-, los cristianos creemos que la historia se encamina a la restauración de todas las cosas, del cosmos y de nuestro cuerpo y a la recapitulación de la creación en Cristo. En ese punto omega de la historia, se producirá una compenetración perfecta de las cosas divinas con las materiales, y no habrá ya la separación actual.
»Gracias al espíritu -y no a la mente hibridada con la inteligencia artificial- el hombre posee algo extraordinario y singular: la resurrección. En la resurrección, Dios devolverá la vida incorruptible a nuestro cuerpo transformado, reuniéndolo con nuestra alma. La buena nueva enseña que hemos de esperar la resurrección no solo como mera glorificación de nuestro cuerpo, sino como forma plena de comunión e identificación con Cristo, nuestro Salvador y Redentor.
»Ese es el mensaje de esperanza de la Pascua cristiana frente a las utopías de la ideología transhumanista/posthumanista, llenas de orgullo y soberbia por parte del ser humano que, como en tiempos de la Torre de Babel, quiere alcanzar el cielo y por lo tanto a Dios, para parecerse a Él y convertirse en el Homo Deus que profetiza el posthumanismo. Sin embargo, esa dirección es del todo equivocada y conduce directamente a un fracaso ya anunciado.
-¿Por qué la alianza, que estamos viendo ante nuestros ojos, entre el transhumanismo y el Nuevo Orden Mundial?
-Creo que el denominado Nuevo Orden Mundial necesita extender la ideología transhumanista para implantarse con éxito, al menos en Occidente. Es más, creo que las ideas de Julian Huxley -entre otros- de convertir el credo transhumanista en la religión secular de la mente o inteligencia humana hibridada con la inteligencia artificial, puede estar más próxima a implantarse que en la época de su formulación.
-¿Hay ya quien lo anuncia?
-El advenimiento de la llamada Singularidad podría estar cerca para profetas del transhumanismo como Raymond Kurzweil, ingeniero jefe de Google y cofundador, junto con Peter Diamandis, de la Singularity University ubicada en el Centro de Investigación Ames de la NASA en Mountain View, California (EEUU).
-¿Y no habrá resistencia?
-Todo apunta a que la sociedad occidental está preparada para recibir la espiritualidad universal que necesita la globalización tecnológica para construir el Nuevo Orden Mundial. Esa agenda globalista recuerda mucho a la implantación de la religión científica, secular y global que Julian Huxley quería establecer para las instituciones internacionales de su tiempo.
-Que serán quienes la canalicen…
-La ideología secular y la espiritualidad tecno-gnóstica del transhumanismo ha sido absorbida en el discurso de las grandes potencias económicas, de las corporaciones transnacionales y de los principales CEO y gurús de las Fintech (Finance Technology) y de las Bigtech (Big Technology), que han encajado el discurso transhumanista por su facilidad de copar la imaginación del futuro. En efecto, nuestra imaginación colectiva estaba huérfana de ideas que generasen optimismo y un sentido de maravillarse por el futuro.
»El cóctel resultante entre las corrientes transhumanistas (tanto las de carácter agnóstico y materialista como las que tienen una vertiente más mística y espiritual) ayuda a generar urgencias de “actualización” y cambios disruptivos ante una Cuarta Revolución Industrial -término acuñado por Klaus M. Schwab, presidente del Foro Económico Mundial (Foro de Davos)- que ya está en marcha.
-¿En qué consiste?
-Dicha Revolución puede caracterizarse por ser la receptora de los primeros efectos de la Singularidad tecnológica. El Gran Reinicio del sistema mundial anunciado por el Foro Económico Mundial en 2020 (en plena crisis sanitaria ocasionada por la declaración de la pandemia mundial por la covid-19) nos muestra una aceleración de las tendencias que ya estaban presentes anteriormente.
»Y es que el discurso, las tácticas y la agenda estaban diseñadas hace ya mucho tiempo y encajan perfectamente con el contexto global actual. Las élites globalistas que constituyen la cibercracia del Nuevo Orden Mundial están exultantes por el aparente éxito conseguido. No obstante, no todo está consumado y decidido.
-¿Qué papel corresponde a la digitalización universal en la implantación del NOM?
-En realidad estamos ante tres grandes revoluciones que convergen y marcan el presente cambio de era: la revolución digital, la revolución biológica y la revolución espacial. Las tres promueven el biomejoramiento humano a partir de las tecnologías exponenciales.
»Estas tres revoluciones no tienen por qué ser perjudiciales para la humanidad si se conducen bajo criterios éticos y morales que conduzcan al bien común desde unos principios inspirados por la Ley Natural.
»El peligro está en que la digitalización universal, la modificación genética del ser humano y la conquista del espacio ultraterrestre se realicen conducidos por un biopoder totalitario, no democrático, que no respete los derechos humanos ni los principios éticos fundamentales y que se guie por unos postulados transhumanistas/posthumanistas de disolución y abolición de la naturaleza humana, que generen una mayor desigualdad entre las distintas “castas tecnológicas” de la humanidad y que instaure un Nuevo Orden Mundial cibertotalitario que anule nuestra libertad y dignidad humanas.
-¿Podemos hacer algo para evitarlo?
-Desde mi punto de vista, la resistencia a ese escenario apocalíptico que no queremos que se implemente en los próximos años triunfará si oponemos al Nuevo Orden Mundial la Civilización del Amor, es decir, si somos constructores del Reino de Dios a la vez que custodios de su creación. Y para ello vamos a necesitar estar muy alineados con los designios del Creador, que en clave cristiana es la Santísima Trinidad.
-Todo su planteamiento de la cuestión suena escatológico…
-En efecto, como es sabido, la escatología es la rama de la teología que se ocupa de las verdades últimas. Como dice el teólogo católico Hans Urs Von Balthasar, la escatología es el signo de los tiempos de la teología contemporánea. Y es que la escatología general trata del destino que le espera a la humanidad en su conjunto y presupone una cosmovisión del tiempo lineal. En la concepción cristiana hay un Alfa y un Omega y un Dios amoroso que guía la historia de la Salvación. En la escatología transhumanista la Superinteligencia artificial es la que debe dirigir los siguientes pasos de la evolución hacia la posthumanidad.
»Sin embargo, creo sinceramente que estamos en un tiempo kairós, es decir, en un tiempo de especial gracia y de actuación efusiva de la misericordia divina. En mi libro ¡Despertad! he querido transmitir en todo momento esa esperanza y esa paz interior que nos da saber que el Espíritu Santo nos inspira y guía siempre con su Amor en acción.
-Pero las pretensiones transhumanistas, como un desafío último a Dios, nos sitúan a las puertas del Anticristo…
-Las pretensiones transhumanistas, posthumanistas, de biopoder y de control sobre la humanidad pueden causar en los próximos tiempos mucho sufrimiento a los seres humanos y a Dios. Ese Ciberleviatán en el que puede convertirse el Nuevo Orden Mundial (si se prefiere podemos denominarlo el “imperio del Anticristo”) puede traernos mucha confusión, engaño y una gran tribulación, precisamente por configurarse como un enorme desafío al Creador.
»No obstante, estoy convencido que la promesa de autotrascendencia del hombre para ser Homo Deus no triunfará.
Fuente: Religión en Libertad