Protestan los obispos de Canadá e Inglaterra, recordando a Peter Benenson en los países cuyas sedes de Amnistía Internacional fomentan el abortismo.
Pablo J. Ginés,
ForumLibertas.
Muchas veces la Iglesia ha colaborado con Amnistía Internacional (AI). Así, en Australia la Iglesia y Amnistía Internacional trabajaron juntos contra la ejecución del australiano Van Tuong Nguyen en Singapur en 2005. Amnistía también jugó un papel importante por la libertad del sacerdote australiano y activista social padre Brian Gore, encarcelado en Filipinas en 1983 por el dictador Marcos.
Líderes como el actual presidente de Nigeria Olusegun Obasanjo, o el líder socialista portugués Mario Soares (católico y firme antiabortista) fueron apadrinados por AI cuando eran sólo eran unos disidentes encarcelados por sus ideas políticas.
Pero hay actualmente un movimiento dentro de AI para convertir la asociación en una plataforma pro-aborto. Por ahora, la posición oficial de AI dice: AI no tiene una postura sobre si las mujeres tienen o no derecho a interrumpir un embarazo no deseado; no hay un derecho al aborto generalmente aceptado en la ley internacional de derechos humanos.
A finales de mayo, Amnistía Internacional de Canadá decidió en asamblea abandonar esta postura neutral y que Amnistía adopte la posición de que «las mujeres tienen derecho a un aborto legal, seguro y accesible si eligen abortar». Se sumaba a una decisión similar en las filiales de Reino Unido y de Nueva Zelanda. Distintas zonas locales de Amnistía Internacional y la asamblea internacional (julio 2006 en Portugal) deben adoptar una postura respecto al tema.
Además, en su encuentro general de agosto 2007 en México se plantea la posibilidad de defender que «el derecho a la integridad física y mental incluye el derecho [de una mujer] a interrumpir su embarazo». Lo que en la práctica sería apoyar el aborto a petición. Ya en México 2005 AI de EEUU tanteaba el «acceso a servicios de calidad para la gestación de complicaciones surgidas de abortos, y aceso legal, seguro y accesible al aborto en casos de violación, asalto sexual, incesto y riesgo de vida de la mujer».
«Dejaré de apoyar económicamente a AI», dice un obispo canadiense
El obispo católico de Calgary (Alberta, Canadá), Frederick Henry, ha declarado que «yo, al menos, dejaré de apoyar económicamente a Amnistía Internacional». «La misión de AI es de un mundo en que cada persona goce de todos los derechos de la Declaración Universal de Derechos Humanos, pero parecen haber olvidado el artículo 3: todos tienen derecho a la vida, la libertad y la seguridad de la persona.»
También el arzobispo católico de Vancouver, Raymond Roussin, expresó su decepción: «Sería una ironía trágica: una organización mundial que ha hecho tan buen trabajo por la solidaridad y ayudando a los individuos y comunidades bajo ataque, ahora actuará contra las víctimas más inocentes e indefensas del mundo, los niños por nacer».
También en Inglaterra el obispo católico Michael Evans, que hace 30 años que milita en Amnistía Internacional y es autor de una «Oración de Amnistía» ha declarado que dejará AI si ésta apoya el aborto.
El obispo señala que AI no nació para tratar cualquier tema de derechos humanos, sino para centrase con eficacia en unos cuantos temas (y ha demostrado ser bastante eficaz en ellos). Abandonar su neutralidad en el aborto puede socavar su trabajo en otros campos, como luchar contra la pena de muerte en EEUU.
Además, los católicos y muchas otras asociaciones o personas contrarias a matar niños antes del nacimiento no podrían pertenecer a uan organización que excluye a los más vulnerables (los humanos no nacidos) de su actual campaña «Proteger al Humano».
«El mundo necesita Amnistía Internacional. Ha tocado las vidas de inumerables personas de todo el mundo erróneamente apresadas por sus creencias o sujetas a tratamientos inhumanos y degradantes. Ojalá pueda seguir haciéndolo, esperemos que con el apoyo activo de católicos de todo el mundo. Pero esto está amenazado si Amnistía adopta una política de apoyo del aborto», dice el obispo Michel Evans.
Además, el obispo Evans ha recordado que Amnistía Internacional fue fundada por un católico devoto, Peter Benenson. ¿Pensaba él que iba a usarse su asociación para fomentar la eliminación de niños en el vientre de su madre?
Benenson, un activista que se convirtió al catolicismo.
Peter Benenson, el fundador de Amnistía Internacional, era un devoto abogado católico inglés. De hecho, era converso, de ascendencia judía rusa. Fundó Amnistía Internacional en 1961, tres años después de convertirse al catolicismo desde una vida no creyente. Como Juan Pablo II, el Hermano Roger de Taizé, Luigi Giussani de Comunión y Liberación o la Hermana Lucía de Fátima, líderes que vivieron las atroces guerras mundiales, murió recientemente, en 2005.
Su abuelo materno era un rico banquero ruso judío que llegó a Inglaterra huyendo de la Revolución. Su padre, coronel en la administración colonial palestina, intentó llegar a parlamentario conservador, pero perdió los comicios. Murió cuando Peter tenía 9 años. Su madre, viuda durante la Gran Depresión, no lo tuvo fácil y trabajó como administradora en Marks & Spencer. Durante la Segunda Guerra Mundial organizó repartos de comidas.
A los 15 años el joven Berenson leyó El testamento español de Arthur Koestler sobre presos y ejecuciones políticas que le impactó. Ya a los 16 años era un activista: organizó una campaña para que su colegio ayudase a los huérfanos refugiados de la Guerra Civil Española; él mismo «adoptó» un bebé (es decir, pagaba un dinero apadrinándolo). Después se volcó con los judíos que huían de la Alemania nazi y consiguió que familiares y amigos reuniesen 4.000 libras para traer dos jóvenes judíos alemanes a Inglaterra.
Durante la Segunda Guerra Mundial se unió al ejército británico en la oficina prensa del Ministerio de Información; luego en el centro para descifrar códigos secretos de Bletchley. Acabando la guerra, mientras empezaba su carrera de abogado se sumó al Partido Laborista. A principios de 1950 un congreso de Trade Unions (sindicatos) le envió a la España franquista como observador de unos juicios a sindicalistas. Indignado ante lo que vio, elevó una lista de quejas al juez del caso, con bastante éxito.
Se labró una reputación por los derechos humanos: grecochipriotas frente al Imperio Británico, animar a los partidos ingleses a enviar observadores a la revolución en la Hungría comunista de 1956, un juicio sobre traición contra el Congreso Nacional Africano en Sudáfrica… Organizó en 1957 la asociación Justice de derechos humanos, basada en Reino Unido.
Durante varias veces en los años 50 se presentó sin éxito a las elecciones al parlamento. Pero hizo contactos que luego utilizaría para fundar AI.
A partir de 1958, con su conversión al catolicismo, Benenson deja de buscar en la política una solución a los problemas del mundo. Durante un año en Italia estuvo reposando por una enfermedad. Pensando llegó a la idea de que se debe actuar para transformar las sociedades a través de una regeneración individual. El poder de los individuos puede cambiar el mundo.
Día de la Trinidad: nace Amnistía Internacional.
Y así saldría en el Domingo de la Trinidad de 1961 (hace 55 años) la idea fundadora de AI: animar a la gente de todo el mundo a escribir cartas a las autoridades, demostrando interés y compromiso por presos en situaciones sin respeto a los derechos humanos. Se indignó al leer que en Portugal, entonces una dictadura, habían detenido a dos estudiantes por brindar por la libertad en un bar. Publicó entonces un artículo en la portada del diario británico The Observer pidiendo que se escribiese a las autoridades.
Benenson creó el concepto «presos de conciencia» que sería utilizado por todo el mundo en pocos años, así como el logotipo: un alambre de espino rodeando una vela, signo de esperanza y libertad.
Benenson fue miembro también de muchas campañas de derechos humanos y de Pax Christi, el Movimiento Católico Internacional por la Paz . También fundó una asociación de enfermos celíacos, enfermedad que él mismo padecía. Y en 1980 fue presidente de la recién creada Asociación de Cristianos contra la Tortura. A principios de los años 90 organizaba ayuda para los huérfanos de la Rumanía de Ceaucescu.
A los 25 años de AI, en una ceremonia delante de la iglesia de St Martin's in the Fields, en Londres, encendió una vela cerca del lugar en que tuvo la idea de una campaña internacional de derechos humanos. Sus palabras salen hoy en camisetas y webs:
«La vela arde no por nosotros sino por todos aquellos que no hemos podido rescatar de las prisiones, los que recibieron un tiro camino de la cárcel, los torturados, los secuestrados, los desaparecidos. Por ellos es la vela».
Sería realmente triste que Amnistía Internacional, fundada por un católico convencido, se sumase a la cultura de la muerte, del aborto químico, quirúrgico, de los bebés troceados, del aborto provocado por parto parcial, de la experimentación y comercialización de bebés muertos. Habría ganado la misma cultura de la muerte y del abuso de poder que AI siempre combatió.