Herodes mandó matar a todos los niños en Belén:
Tenía que hablar de la paz, pero he de cambiar argumento.
El correo que recibí decía así:
«Cuarenta y dos personas detenidas en Mesnana en nochebuena. Entre ellas mujeres embarazadas y mamás con bebés. Algunos enfermos.
Uno declara que habían salido al mercado para comprar algo para la cena, otros estaban cantando a la navidad cuando tocaron a su puerta».
Dos días antes nos habíamos encontrado. Bajamos a la cripta de
Hoy están detenidos. Aislados. Sin comida. Angustiados. Hombres, mujeres y niños, gente peligrosa que asalta el cielo con oraciones y pone en peligro los sueños de Europa. Mañana los habrán deportado. No volverán a sus casas. Serán entregados al desierto, chivos expiatorios de nuestra salud económica, animales que abandonamos porque nos molesta su presencia.
No me pregunten quién es el miserable que los va a entregar, pues no es más que un mandado del sanedrín que lo paga.
Europa legisla y paga: los fuertes determinan dónde empieza y dónde acaba la libertad de los débiles, los sobrealimentados deciden sobre la mesa de los hambrientos, de modo que a los pobres no sólo les falte el pan, sino que se les cierren también los caminos para que puedan ganarlo dignamente.
La desesperación de los africanos en las comisarías de Marruecos la justifican leyes europeas y la subvenciona el euro.
Hoy, desde África, sube hasta Dios el grito del dolor inocente, y ese grito será testigo de cargo contra los dioses que continúan crucificando al hijo del hombre.