Benedicto XVI pidió este domingo a la inminente cumbre de los países más industrializados medidas de solidaridad para reducir la deuda de países pobres y a favor del desarrollo en África.
CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 3 julio 2005 (ZENIT.org).-
Tras rezar el Ángelus en el tradicional encuentro de mediodía con los peregrinos, el Santo Padre dirigió un llamamiento especial a los líderes del G8 (los siete países más industrializados y Rusia), que del miércoles al viernes afrontarán en Gleneagles (Escocia), cuestiones como la situación africana o el cambio climático.
«Deseo de corazón pleno éxito para esta importante reunión, esperando que lleve a compartir con solidaridad los costes de la reducción de la deuda, a aplicar medidas concretas para desarraigar la pobreza y a promover un auténtico desarrollo de África», afirmó el Santo Padre hablando desde la ventana de su estudio.
En la víspera, el mismo obispo de Roma había dirigido un mensaje, a través del cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado, al arzobispo de San Andrés y Edimburgo, el cardenal Keith Patrick O’Brien, con motivo de la manifestación «Convertir la pobreza en historia» que se celebró este sábado en Edimburgo en preparación de la cumbre.
El Santo Padre envió «su saludo a cuantos se han reunido con este motivo, unidos por su interés por el bienestar de millones de hermanos y hermanas nuestros, afligidos por la pobreza extrema».
Alrededor de 225.000 personas según los organizadores y 200.000 según la policía, en su mayoría vestidas de blanco, se unieron a la petición de solidaridad, que recorrió las calles de Edimburgo. Entre los participantes estaban el Cardinal O´Brien, y el cardinal Cormac Murphy-O´Connor, arzobispo de Westminster.
Citando el Concilio Vaticano II, el sucesor de Pedro explica en su mensaje que «Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos en forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad».
«Por este motivo, los habitantes de los países más ricos del mundo deberían estar dispuestos a aceptar el peso de la reducción de la deuda para los países altamente endeudados y deberían exhortar a sus líderes a honrar los compromisos asumidos para reducir la pobreza en el mundo, en particular en África, para antes del año 2015», afirma el mensaje papal.
Benedicto XVI, asegura el texto, «reza por los participantes en el encuentro y por los responsables mundiales que se reunirán en Gleneagles para que puedan hacer lo que les corresponde a la hora de garantizar una distribución más justa de los bienes del mundo.