Campaña por la promoción de la lectura social: Trabajar por el Bien Común desde la vocación profesional

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La vocación a amar, entendida como auténtica apertura a nuestros hermanos los hombres y como solidaridad con ellos, es lo más fundamental de todas las vocaciones. Es el origen de todas las vocaciones de la vida.

Cuando nuestras cualidades las ponemos en concordancia con las necesidades del mundo, el ser humano descubre el verdadero sentido de su vocación, que no es otra que la donación libre de uno mismo a los demás.


Libro de Voz de los sin Voz

Creemos, con firmeza, porque así se ha demostrado a lo largo de la historia y en el momento actual que estamos viviendo, que la vocación profesional orientada hacia el Bien Común puede ser un elemento imprescindible para la transformación de la realidad social. Buenos trabajadores y profesionales, del campo que sean, pueden asociarse y plantear alternativas reales a un sistema que nos quiere convencer de la mentira de que el sistema actual es el mejor de los sistemas posibles.

El libro El Bien Común y la Vocación Profesional, de ediciones Voz de los sin Voz. Nº 788 reflexiona sobre este tema.

Los profesionales por el Bien Común queremos ser personas que podamos orientar nuestra vida profesional hacia la vocación a la justicia y a la solidaridad. Debemos descubrir, junto con otros, que a pesar de todas las dificultades e injusticias del proceso histórico, todo ser humano puede orientar su profesión y su trabajo hacia una auténtica vocación combatiendo la resignación y la impotencia.

El trabajo humano es una vocación universal a la que estamos llamados todos los hombres y mujeres. Por tanto, expresa y debe expresar toda la dignidad del hombre y la mujer. Todos estamos llamados a transformar la realidad desde el trabajo y desde ahí,  construir el Bien Común. La cultura de la especulación o explotación del trabajo son atentados directos del Bien Común.

Jamás tenemos que confundir trabajo con empleo. Una de las clases de sometimiento que tiene el poder económico, por tanto mediático y político, es reducir la vocación profesional a lo que se llama empleo y analizarlo desde parámetros puramente materialistas y utilitaristas que el propio capitalismo  promueve como «satisfacción laboral». El sistema ha creado un dualismo laboral salvaje en el que una minoría de trabajadores  dispone de buenas condiciones laborales y una inmensa mayoría están sometidos a la precariedad, la explotación y esclavitud laboral. Por tanto, el sometimiento de la vocación profesional para que no sirva al Bien Común se hace de dos maneras: una,  aplastando por la fuerza la vocación profesional y,  otra, corrompiendo la profesión de los profesionales demandados por el sistema actual.

Pero hay un hecho que está claro: lo único que no nos puede robar el actual sistema de poder que corrompe todo, hasta nuestra vocación, es la GRATUIDAD. Aunque vivamos en un mundo que nos explote y quiera robar nuestra vocación, todos tenemos unos talentos que cuando descubrimos y los ponemos al servicio de los demás, comprometiendo nuestra vida, es imposible que puedan destruirla (la vocación).

Así lo han demostrado millones de personas anónimas que han construido y siguen construyendo la historia.  Son «pedacitos» de historia viva, que junto con otros, construyen la historia desde abajo, desde la autogestión, desde la responsabilidad,  haciendo posible el Bien Común. Algunos pueden ser los llamados «santos de la puerta de al lado».

Algunas características para reflexionar sobre el Bien Común:

Testimonios profesionales para el Bien Común (Voz de los sin Voz)

 

1.- El Bien Común es el bien de todos y de cada uno y no se identifica con el bien totalitario de un todo. La solidaridad es el Bien común en acción. La persona es un fin en sí mismo y no puede ser subordinada como un simple medio o instrumento social.

2.- Es dinámico y vital. Arraigado en una realidad política concreta, que se mueve, que cambia, que aspira a fines, a bienes, a perfeccionarse, en tanto comunidad formada por personas humanas.

3.- La búsqueda del Bien Común se mueve sobre la base de valores/principios éticos universales que son los que movilizan la acción humana. Además, el Bien Común posee una moralidad intrínseca.

4.- Significa la negación de todo tipo de discriminación. Trabajar por la promoción de condiciones de igualdad entre los ciudadanos.

5.- El Bien Común debe redundar en beneficio del conjunto de los ciudadanos, pero no del mismo grado. Han de ser beneficiados, primeramente, los más débiles y los más necesitados.

6.- El Bien Común debe respetar la ley natural y la dignidad humana, intrínseca al ser humano. Nadie tiene derecho a decir quien tiene o no dignidad, por tanto hace falta  «un nuevo humanismo que afirme la dignidad humana y proponga  el Bien Común».

7.- Una sociedad que mediatiza , instrumentaliza a un grupo de seres humanos (mujeres, inmigrantes, ancianos, enfermos) no actúa conforme al Bien Común porque, no reconociéndoles su dignidad como personas discrimina a una parte de la comunidad. De ahí,  que prácticas sociales partidistas, machistas, racistas, eugenésicas, abortivas, integristas, sean contrarias a cualquier política del Bien Común, por vulnerar la dignidad de las personas.

8.- El Bien Común implica, a nivel económico, la justa distribución de las riquezas. Sin las necesidades básicas cubiertas no es posible plantear un tipo de proyecto político justo. La injusticia y la desigualdad en el reparto de bienes  da lugar al malestar social y es el caldo de cultivo para guerras y tiranías.

9.- El Bien Común como paz social. La paz es la condición sin la cual no es posible la justicia, pero sin justicia no puede haber paz.

10.- Las leyes que debe regir un gobierno para realizar el Bien Común, deben estar inspiradas en el respeto de la ley natural y de los derechos naturales (mensaje ético inscrito en la naturaleza humana y que el ser humano descubre mediante la razón).

No queremos terminar esta reflexión sin el apartado más importante:

Sin embargo, no todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse, más allá de todos los condicionamientos mentales y sociales que les impongan. Son capaces de mirarse a sí mismos con honestidad, de sacar a la luz su propio hastío y de iniciar caminos nuevos hacia la verdadera libertad. No hay sistemas que anulen por completo la apertura al bien, a la verdad y a la belleza, ni la capacidad de reacción que Dios sigue alentando desde lo profundo de los corazones humanos. A cada persona de este mundo le pido que no olvide esa dignidad suya que nadie tiene derecho a quitarle. (Laudato Sí, 205)

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