CARIDAD POLÍTICA. Por Julián Gomez del Castillo

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El desarrollo sociopolítico de la centralidad de la persona humana es la Autogestión. Que todos los seres humanos protagonicen la organización política de la sociedad». » Hay que transformar el mundo en la solidaridad. No hay justicia de Reino de Dios sin solidaridad. Son inseparables». Esperamos que este artículo contibuya al compromiso cristiano con la Justicia y la Solidaridad.


Revista id y Evangelizad
Por Julián Gómez del Castillo ,militante cristiano. Del grupo fundador de la HOAC, ZYX y el Movimiento Cultural Cristiano.

» El desarrollo sociopolítico de la centralidad de la persona humana es la Autogestión. Que todos los seres humanos protagonicen la organización política de la sociedad». » Hay que transformar el mundo en la solidaridad. No hay justicia de Reino de Dios sin solidaridad. Son inseparables». Cuando nos dedicamos a la acción intraeclesial fundamentalmente no nos estamos dedicamos a la acción específica del laico. A veces nos dedicamos a las «ternuras», los cánticos… sin preocuparnos del mundo. A veces nos dedicamos simplemente a hacer «limosna» : no estamos haciendo la acción específica del laico. No estamos haciendo lo que Dios nos pide a través de su Iglesia en el concilio Vaticano II. Y eso tiene muchos problemas. Contando con la tensión dialéctica que va a haber en nuestro propio interior entre que lo globalizante sea lo religioso o lo político…

0.- INTRODUCCIÓN

Muchas veces los cristianos hablamos de las realidades socioecónomicas y políticas olvidando la CARIDAD POLÍTICA.

Un buen plan de formación debe descansar en la convicción de que no hay nada más importante para los hombres y mujeres cristianos que el intento de que veamos, juzguemos y actuemos desde la Fe. Lo característico nuestro debe ser Ver la realidad desde la fe. No debe bastarle al militante la acción en el mundo. Es evidente que los militantes estamos hechos para la acción en el mundo, pero la acción en el mundo desde la fe. Y en eso van a estar todas las posibilidades de permanencia en la vida militante. Es evidente que cuando España era hace cincuenta años, por sus condiciones de vida, igual que hoy el Tercer Mundo, el mismo espectáculo de la miseria le revolvía a uno las tripas y le llevaba a la acción. En el mundo en que vivimos, los hombres sin fe nos testimonian que hay razón para la lucha. Nuestros hermanos sin fe no tienen razones para luchar. Ya no hay acción militante. De hecho, cuando hacen algo que les implica seriamente su vida lo hacen cobrando. Es un hecho que está ahí. Se cumple aquello de A. Camus: «O conseguimos el santo sin Dios o el ateísmo es una estupidez». Ese es el desafío práctico, vital, de nuestro tiempo.

Por el Magisterio de la Iglesia

Especialmente por el concilio Vaticano II, decimos que el confesionalismo religioso en la acción en el mundo es una barbaridad, es una instrumentalización de la Iglesia, es perpetuar el pecado de Judas. El pecado de Judas fue intentar instrumentalizar al Señor. Judas sabía perfectamente que el Señor era capaz de hacer milagros, Judas sabía perfectamente que en nombre del Señor, en el nombre de Jesús, él había hecho milagros. Judas sabía perfectamente que Cristo era Dios. El pecado de Judas fue poner al Señor entre la espada y la pared. Y como buen judío él tenía una idea del Mesías como rey temporal. Y le quiere poner entre la espada y la pared para que se proclame rey, quizá esperando que le hiciera ministro de Hacienda. Como era el que llevaba en la cuadrilla del Señor la bolsa, esperaba llevar en el Reino del Señor la cartera de Hacienda. Quiere instrumentalizar a Dios al servicio de un reino temporal. Y acaba desesperado. Esa será la tentación de todo político. Y todos somos políticos. El político tenderá a instrumentalizar al Señor. Como consecuencia de que lo político o lo religioso es lo único que globaliza la vida del hombre, la tendencia a caer en el pecado es doble. Es por parte de los políticos instrumentalizar a lo religioso y es por parte de los religiosos instrumentalizar lo político. El concilio Vaticano II es claro: autonomía de lo temporal. Aparece ahí, como lo único lícito, la inspiración religiosa del quehacer en el mundo. Es decir, la razón de ser de mi lucha es el Reino de Dios.

I.- LA ACCIÓN DEL LAICO COMO LA RECAPITULACIÓN DE TODO EN CRISTO.

R. Antoncich, profesor de Doctrina Social de la Iglesia explica así la acción del laico. San Pablo nos habla de que «todo será recapitulado en Cristo, y presentará al Reino al Padre». Cristo es cabeza. Cabeza de la Iglesia, cabeza del Cosmos. Todo recapitulado en Él.

La función del laico es la recapitulación del cosmos en Cristo. Es avanzar en la línea de las flechas; llevar la línea hasta el cosmos. Y esto bajo nuestra responsabilidad. Nuestra plena responsabilidad. Esto es lo que señala el concilio Vaticano II a los laicos. Ahí esta nuestra función evangelizadora. Es necesario no sólo que Cristo sea cabeza de la Iglesia sino que todo el cosmos sea recapitulado en Él.

Cuando nos dedicamos a la acción intraeclesial fundamentalmente no nos estamos dedicamos a la acción específica del laico. A veces nos dedicamos a las «ternuras», los cánticos… sin preocuparnos del mundo. A veces nos dedicamos simplemente a hacer «limosna» : no estamos haciendo la acción específica del laico. No estamos haciendo lo que Dios nos pide a través de su Iglesia en el concilio Vaticano II. Y eso tiene muchos problemas. Contando con la tensión dialéctica que va a haber en nuestro propio interior entre que lo globalizante sea lo religioso o lo político.

No se trata de ir a la restauración del cosmos en el Señor con confesionalismo religioso, pero sí se trata de que en todo análisis de toda realidad, desde el ver, el juzgar y el actuar debe haber en juego cuatro valores que son irrenunciables para la mujer o el hombre que traten de que la vida en el mundo sea la recapitulación del cosmos en el Señor.

II.- CUATRO VALORES HUMANOS Y SU CORRESPONDENCIA RELIGIOSA.

Para nuestra inserción en la sociedad proponemos dialogar a través de los hechos con nuestros hermanos a través de la consideración de cuatro valores al mismo tiempo divinos y humanos.

1.- EL VALOR DE LA JUSTICIA (Reino de Dios)

En primer lugar el valor de la JUSTICIA. Cualquier análisis de un problema debe contemplar la justicia o la injusticia del mismo. Guste o no guste («a tiempo y a destiempo») son valores irrenunciables. Ante cualquier situación. Sabiendo que esto puede provocar tensiones fuertes con la sociedad y sus instituciones. Y con los hermanos. También vamos nosotros a querer hacer muchas veces MI justicia.

Cuando seriamente la inspiración cristiana es la que llena nuestra vida, la justicia se ama en sí misma. La justicia para el cristiano es igual a Reino de Dios. El Reino de Dios se construye desde la justicia. La frase evangélica «Buscad el Reino de Dios y su justicia» decía D. Tomás Malagón que era un redundancia. «Todo lo demás se dará por añadidura». Ese debe ser el eje de todo nuestro análisis. Cuando los hombres entiendan la lucha por la justicia, incluidos nosotros mismos… A veces «lo posible» nos alejará de ello porque la justicia posible no es la justicia-Reino de Dios. Y a los hermanos en la lucha por la justicia posible les va molestar que les hablen de la justicia-Reino de Dios.

2.- SOLIDARIDAD (Cuerpo Místico)

La solidaridad es otro valor irrenunciable. En todo corazón humano Dios ha puesto sentido de justicia. El hombre es un ser hecho no individualmente. El hombre es un ser con dimensión social en su naturaleza. Todos necesitamos del otro. También el no creyente. Somos proceso histórico. Y proceso histórico social. Y no respetar la condición social del hombre es traicionar su propia naturaleza. Y porque somos sociables somos solidarios. Somos Imagen de Dios. Y Dios, el Dios que manifiesta Jesús es Padre, Hijo y Espíritu Santo en solidaridad perfecta, plena.

También la solidaridad nos va a estorbar en la vida económica, política, etc. El ser humano intenta reducir muchas veces las cosas a su conveniencia. Cuando tenemos la conciencia religiosa debe estar siempre diciéndote : ¡más allá !. Mientras la conciencia política te va a decir : ¡más acá !. La conciencia religiosa te marcará el paso de lo utópico. Y sólo es solucionable si aceptamos la dialéctica entre lo uno y lo otro. Dialéctica que se manifiesta en la elaboración de nuestros proyectos solidariamente con otros. Y no cayendo en el «amiguismo». Solidariamente significa que no podemos rehuir las piezas que entren en el análisis cuando no me gusten. Y ahí habrá que ir demostrando nuestra conciencia de madurez cristiana. Vinculándonos a una decisión solidaria. Especialmente en la acción en el mundo; donde la acción individual es radicalmente ineficaz. El análisis y la decisión solidaria es fundamental. Es la garantía de que no es «mi voluntad». En la medida en que seamos capaces de ir encajando las partes de verdad de cada uno iremos construyendo una verdad mayor.

Desde el punto de vista religioso, la solidaridad va unida con el CUERPO MÍSTICO. Es la vida solidaria la que nos lleva a la unión con el Señor, Él es quien nos entronca en la vida de la Santísima Trinidad. Y sólo cuando, realmente, en nuestra vida vemos desde la fe esa realidad estaremos en condiciones de trabajar en equipo. No puedo plantear tensiones en el equipo por capricho. La heterocrítica caprichosa es muy peligrosa. Tenemos que decir la verdad. Pero también tenemos que ser solidarios. Y no es ser solidarios decir lo que queremos cuando se nos antoja. El antojo no es solidaridad. La visión solidaria entra en la vida de equipo y en el análisis de la realidad. Hay que transformar el mundo en la solidaridad. No hay justicia de Reino de Dios sin solidaridad. Son inseparables.

Vivimos en un mundo insolidario. La influencia del poder es tan grande que hemos llegado a aceptar términos como «egoísmo solidario». No se pueden unir el agua y el fuego. Intentar unir el egoísmo a la solidaridad es apagar ese fuego. La solidaridad es un valor divino. Somos solidarios a imagen de Dios. Y también es la única posibilidad de liberación de los pobres. La única posibilidad de que los pobres se promocionen es encarnar vida solidaria. En los países iberoamericanos se cultiva poco la vida solidaria; el asistencialismo nunca construye solidaridad. Ya en los tiempos del Señor Jesús resucitó a Lázaro, pero no le hizo apóstol. Dio de comer a la muchedumbre pero no les hizo apóstoles. El Señor nunca cazó por la barriga. Más bien al revés: «Dejarlo todo. Seguidme». Era poco pedagógico el Señor. Con los apóstoles empezaba pidiéndolo todo. En el Tercer mundo damos muchas cosas, pero ¿hacemos apóstoles? ¿o es imposible?. Rovirosa decía que cuando Dios entra por la barriga se indigesta. En nuestra experiencia es un hecho real. Por ahí no salen militantes. He encontrado generosidad y muchas cosas pero no militantes. El militante cristiano es militante cuando lo deja todo. Es mejor seguir la pedagogía del Señor. La persona necesita comer… y otras cosas. El Señor multiplica el pan, pero tuvieron que decírselo y les pidió que pusieran lo que tuvieran. Y cuando pusieron lo que tenían, la solidaridad hizo el milagro. Y la solidaridad sigue haciendo milagros hoy en un mundo individualista. La solidaridad siempre lo hace. El individualismo condena al hombre a la impotencia. Un individualista no puede hacer nada serio en la sociedad. Solidaridad (Cuerpo Místico) es compartir hasta lo que necesito para vivir. Y a un ateo o un budista no le voy a hablar de Cuerpo Místico pero sí puedo hablar con él de solidaridad y de su eficacia histórica. No hacerlo es una irracionalidad. La solidaridad la introdujeron las mujeres en la historia contemporánea. Las mujeres analfabetas. Las madres cristianas del siglo XIX. Por eso la solidaridad no se da en otros continentes, ni siquiera en la Europa oriental; se da en la Europa de profundas raíces cristianas. Y la vivieron a costa de su propia vida. Cuando la campaña del 0,7% muchos quisieron concertar porque «eso podía salir en la prensa» y llegar más a la sociedad. Pero de ahí no salen apóstoles.

3.- LA CENTRALIDAD DE LA PERSONA HUMANA. AUTOGESTIÓN (Mandamiento Nuevo)

También es un criterio irrenunciable. Sólo ella es sagrada en la tierra. La persona humana según el plan de Dios. Toda persona humana que concierta se rebaja y se corrompe. Lo profundo de la persona humana son sus deberes. Los derechos son el camino a través del cual el hombre cumple sus deberes. Lo profundo en el ser humano es el deber. Los derechos son cauces a través de los cuales el ser humano debe recibir los medios para cumplir esos deberes. Y vivimos en una sociedad que no habla de deberes y necesidades. Lo realmente revolucionario son los deberes y las necesidades. Son irrenunciables; sin embargo a los derechos sí se puede renunciar. Los deberes y necesidades son voluntad de Dios en mi naturaleza. Es Palabra de Dios que Dios es el que me da la vida. Es voluntad divina que viva, es voluntad divina que yo tengo que comer, que debo desarrollar mi inteligencia máximamente. Debo desarrollar toda las cualidades y no puedo renunciar a eso sin faltar a Dios. Hay que incrustar en la sociedad los grandes valores. El rey tiene una dignidad infinita que no tiene que ver nada con la de ser jefe del Estado. Es persona. Pero en la sociedad de mentira en que vivimos se le darán todos los honores no por ser persona sino por ser rey. Se intentará justificar que, como ABC, tiene necesidad de un barco para invitar dignamente a otros jefes de Estado. Esta sociedad pone la dignidad de las personas donde no está. Somos personas y eso nos hace dignos de todo respeto; no que seamos catedráticos o tengamos tal status. Es tu ser personal (no el status) el que mereció que Dios bajara a la tierra y se hiciera hombre.

La persona humana es el único valor sagrado. Y es la necesidad de desarrollarse de todo ser humano la que le hace más digno. Y eso en política y en economía habrá que tenerlo en cuenta. Puede ser necesario llevar adelante un programa político. Pero también es necesario el polo utópico. Y si no hay utopía surge la dictadura: lo posible imponiéndose. Por eso ningún sistema político habla de cambio cualitativo. Las reivindicaciones políticas de la izquierda de hoy no tiene nada que ver con las de la izquierda histórica. El imperio es imperio; como dice Fraga es imposición violenta y ahí no se pueden permitir oposiciones, aunque hagan escaparate de oposición. En ningún programa político aparece la revolución. El desarrollo sociopolítico de la centralidad de la persona humana es la Autogestión. Que todos los seres humanos protagonicen la organización política de la sociedad. Se trata de ir profundizando en la auténtica democracia. Democracia es «poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo»; frase colocada en edificios como el Capitolio norteamericano pero que nadie quiere poner en práctica.

Esto es para el cristiano EL MANDAMIENTO NUEVO.

4.- LA LIBERTAD

Esos tres valores culminan en la libertad. Sobre estos tres valores hay que ver, juzgar y actuar. En el diálogo con el mundo no debo plantear los términos REINO DE DIOS, CUERPO MÍSTICO Y MANDAMIENTO NUEVO. En mi vida deben ser mi razón de actuar; ya decía Rovirosa «ser cristiano es lo más importante de la vida». Y «lo más» es «lo más». Mi razón de vivir. Nada tiene sentido para mi al margen de la fe.

Esos tres valores generan la libertad. Habrá que vivir la pobreza no por ascética sino por libertad. Habrá que vivir la comunión de bienes, y la comunión de vida y la comunión de acción, no como carga sino como una única posibilidad de ser libres. No tengo otra. Es como cuando en la vida militante creemos que porque hacemos esto y aquello pensamos que «ya hago»; y hasta nos tomamos vacaciones. Dios no se toma vacaciones. La miseria no se va de vacaciones; los problemas de los hermanos no se van de vacaciones.

Sin justicia, solidaridad y valoración de la persona humana no es posible la libertad. A imagen de Dios amemos a la persona. Dios nos quiere libres. Y por eso, nos quiere pobres, humildes y sacrificados. Testigos del amor de la Trinidad en el mundo. Cuando en nuestros análisis los valores JUSTICIA, SOLIDARIDAD y CENTRALIDAD DE LA PERSONA HUMANA no juegan sustantivamente estamos teniendo una actitud concertadora; cuando los trabajos que hacemos no tienen en cuenta esos valores estamos concertando. Estamos careciendo de visión de fe. Para tener visión de fe de la realidad no se trata de incrustar algo, se trata de no saber ser de otra manera. Un gran sacerdote en la Asamblea Nacional de la HOAC en Córdoba me decía antes de una ponencia de Rovirosa sobre «Sectores»: «Vamos a ver ahora cómo la Santísima Trinidad tiene mucho que ver con la acción política y la acción sindical». El sacerdote lo decía cachondeándose, pero es verdad que para Rovirosa todo tenía sentido desde la Santísima Trinidad. Hasta la huelga que había que hacer. Es verdad que esos valores nos incrustan en lo más profundo de la realidad y en lo más profundo de Dios. Y cuando no los tenemos en cuenta en todo nuestro hacer, en toda nuestra vida, en todo nuestro pensar, en todo nuestro ver, los relegamos a un sitio que no les corresponde.

El sociólogo J. Petras, que acaba de realizar un estudio sobre la España del período 1982-1995 le dedica en su importantísimo informe a la visión cristiana de las cosas línea y media. Y lo único que hace es encasillar a la Iglesia con las fuerzas represivas. Hay que tener poca vergüenza. Es verdad que montones de cristianos y de realidades cristianas juegan ese papel, pero no todas.

III.- LA CARIDAD POLÍTICA

1) Entre cristianos yo no hablaría de la dimensión política de las cosas sino de CARIDAD POLÍTICA. La función del laicado es la recapitulación de las cosas en Cristo y eso se hará por la caridad política o no se hará. El lenguaje tiene su importancia. Y hablar de «realidades sociopolíticas» en ambientes cristianos (no me refiero al respeto de decirlo de otra manera cuando haya hermanos no cristianos entre nosotros) es prescindir de la visión de fe. Y cuando haya enfrentamientos entre nosotros, que será duro por la naturaleza de las cosas, al intentar convertir lo posible en ideal, no valdrá la estupidez de decir «no podemos ser duros». Habrá que avanzar con la tensión porque estamos vivos. No es necesario sembrar tensiones artificiales o irracionales. Hay que construir sobre esas tensiones. En muchas reuniones los resúmenes de grupo son simples cajones de sastre. Carecen de capacidad de síntesis y no sabrán superar las tensiones que les depare la vida real. No queremos las tensiones y debemos de preguntarnos si es verdadera y cristiana ternura la que no sirve para la lucha. Todas las virtudes cristianas tienen razón de ser en la lucha por las justicia. Fuera no.

2) No concertar jamás. Habrá que entender la concertación y explicarla históricamente, pero cuando se llega a ella por principio se pierde la visión de fe la realidad. En ese momento se dimite como creyente. Una vez más se sacrifica lo cristiano al mundo, a la Bestia de que se nos habla en el Apocalipsis refiriéndose al imperio de su tiempo. Nuestro ideal es el Señor y no admite concertación con el pecado. No es verdad lo que dice González Carvajal, un conocido profesor de doctrina social de la Iglesia: «Si el Señor viviera ahora le pediría al joven rico el 0,7%». Concibe que Jesús concertaría. Y es un teólogo muy leído; de los que pone a Dios al servicio del César. Habrá que entender la concertación a condición de que no justifique lo injustificable.

3) La cuestión de los hechos y de las causas nos llevan a dialogar. Hay que dialogar siempre y ser conscientes de que en la acción militante se está en diálogo permanente. De esto hay poca conciencia. En nuestro trabajo estamos en diálogo permanente mediante los hechos, el lenguaje más auténtico del ser humano. La lengua puede engañar; los hechos nunca. Toda realidad está en diálogo con los hombres de su tiempo. Y eso no es lo mismo que reunirse para volver a reunirse. Eso es la burocracia de quien necesita justificarse. Aceptar la concertación en momentos históricos concretos no tiene nada que ver con hacerlo por principio. Por eso, si se da la concertación, debe ser como vía que nos lleve hacia el ideal. Y muchos que han entrado a hacer política se molestan cuando les preguntas cómo construyen Reino de Dios en ciertos lugares. Y te contestan insultándote: «Tú no eres político».

Entendamos a los hermanos que entran o generan realidades políticas si lo hacen en razón de construir JUSTICIA, SOLIDARIDAD Y AUTOGESTIÓN. Pero debemos ser claros. La razón para estar ahí es la razón evangélica. Y esto no es confesionalismo; construir justicia y solidaridad y protagonismo de la persona humana es preparar buena tierra donde germinará el mensaje de Jesús. Estamos reconciliando el cosmos con Dios. Esa es nuestra tarea.

4) Nunca caer en la tentación de intentar el cesarismo o clericalismo. El cesarismo sería la prepondenderancia de lo político sobre lo religioso; el clericalismo sería la instrumentalización de lo político al servicio de una religiosidad de exterioridades religiosas e interioridades demoníacas. Así lo explica el libro realizado en los cincuenta por un grupo de militantes cristianos y redactado por quien hoy es duque de Alba. Tampoco va a ser fácil. Progresismo e integrismo se van a oponer a ello. Todo reduccionismo religioso se va a oponer a la inspiración cristiana de la vida. Sin embargo la conversión sigue siendo necesaria y entusiasmante.